lunes, 27 de julio de 2009

Principios establecidos por Dios en su Palabra para encontrar su voluntad

CUARTA PARTE

Principio No. 3
Dios quiere que le amemos y nos rindamos a su voluntad


Este es el tercer requisito. Se acuerdan del gran mandamiento dado por Jesús: “ame al Señor Tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” este amor solo puede ser por una total sumisión a Él. Veamos lo que nos dice Romanos 12:1-2: “1Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

Cada día debemos echar a un lado nuestros deseos y seguirle, poniendo todas nuestras energías y recursos a su disposición y confiando en su dirección. Lo hacemos en gratitud porque nuestros pecados han sido perdonados.

Dios tiene planes buenos, agradables y perfectos para sus hijos. Él quiere transformarnos en un pueblo con una mente renovada, vivos para honrarle y obedecerle. Debido a que Él solo quiere lo mejor para nosotros y por haber dado a su Hijo para que tengamos vida nueva, deberíamos ofrecernos con gozo en sacrificio vivo para su servicio.

Los cristianos tenemos este llamado: «No os conforméis a este siglo». No hemos de estar conformes con la conducta y costumbres de este mundo, que por lo general son egocéntricas y a menudo corruptas. Muchos cristianos dicen sabiamente que la conducta mundana se extralimita demasiado. Nuestro rechazo a formar parte del mundo, sin embargo, debe ir más allá del nivel de conducta y costumbres. Debe estar firmemente arraigado en nuestras mentes: «Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento».
Es posible evitar muchas de las costumbres mundanas sin dejar de ser orgullosos, codiciosos, egoístas, obstinados y arrogantes. Solo cuando el Espíritu Santo renueva, reeduca y reorienta nuestra mente somos en verdad transformados

Esta lectura me enseña que es necesario rendirnos a Dios para poder llegar a conocer su voluntad: buena, agradable y perfecta. Debemos de presentarnos ante el Señor en sacrificio vivo, santo, agradable a Él; o sea en un acto de rendición total.
Es decirle a Dios que estamos dispuestos, comprometidos a realizar lo que El quiere que hagamos. Es un gran desafío, es decirle a Dios: “Señor, antes de que me reveles tu voluntad, me comprometo a cumplirla. Antes de que me reveles a través de tu Palabra lo que quieres que haga, me comprometo a hacerlo”

Muchas veces los cristianos venimos ante el Señor en oración, pidiéndole que nos revele su voluntad, pidiéndole que nos use; y cuando nos responde no estamos dispuestos a hacer lo que nos indica.

Rindámonos a Dios, busquemos su voluntad para nuestras vidas a través de la Palabra y en oración, pero antes de eso comprometámonos con Él a realizar lo que nos indique. Podría ser cosas que nos han tenido atados desde hace muchos años y el Señor quiere que nos despojemos de eso, que se lo entreguemos a Él; no puedo seguir cerrando la puerta a la revelación de Dios para mi vida porque me siento cómodo con la forma en que soy, como me comporto, como vivo. Podría ser que Dios quiera que yo me despoje de todo eso y debo estar dispuesto a obedecer.

Saben, yo he visto al diablo desbaratar la vida de una persona cristiana, una persona muy inteligente y lleno de ganas de servirle a Dios; y lo pudo hacer porque esa persona no estuvo de acuerdo en entregarle un área de su vida a Dios y esa fue la puerta para la maldición. Y lo mismo podría pasarle a cualquiera de nosotros. 1 Corintios10:12 nos advierte: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.”

La vida cristiana es un proceso de santificación. Primero en nuestro interior y luego en mi relación especial con los demás miembros de la congregación.
Somos templo del Espíritu Santo y miembros de la iglesia, que es Cristo. Nuestros cuerpos deben de ser presentados en sacrificio vivo, no muerto, en santidad, en unidad con Cristo y esto lo hace aceptable a Dios. Esta es la verdadera adoración en espíritu y en verdad que Dios exige y acepta.
Dios no quiere que nos apartemos del mundo, ni que dejemos de hablarle a los inconversos; sino que no vivamos al estilo del mundo presente. Jesús oró al Padre en Juan 17:5: “no ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal; no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”

Usted y yo vivimos en este mundo, creado por la Palabra de Nuestro Dios, pero también gobernado por el príncipe de éste siglo (Satanás). Debemos de predicarle la palabra a este mundo, pero evitando caer en los deseos de la carne, que son los deseos de este mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario