domingo, 30 de agosto de 2009

Principios establecidos por Dios en su Palabra para encontrar su voluntad

SEXTA PARTE

Principio No. 5
Dios quiere que obedezcamos a las autoridades, a los que están en eminencia

1 Pedro 2: 13-15: 13Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. 15Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos.”

Debemos someternos a quién está en autoridad, a los que dirigen los destinos del país, debemos de obedecer las leyes del Estado. Constantemente somos tentados a violar las leyes, pero si lo hacemos estamos en contra de la voluntad de Dios. Eso no significa que Dios esté de acuerdo y apruebe las leyes de todos los gobiernos; pero nosotros debemos ser modelos en obedecer las leyes del estado.

Yo no me imagino una persona que se dice ser “cristiana” sobornando a un oficial de tránsito que lo sorprendió violando la ley. Tampoco me parecería correcto que esta misma persona evada los impuestos en forma consciente y utilizando a un asesor en contabilidad o finanzas “cristiano” para que le ayude a hacerlo.

Debemos de orar por nuestros presidentes para que gobiernen con sabiduría, la sabiduría proveniente de Dios. No debemos ser como las personas del “mundo” que viven hablando mal y burlándose de las autoridades, y aún más si no son del partido político de su agrado. Si lo hacemos, primero estamos actuando como los del “mundo” en lugar de dar un buen testimonio para que ellos nos imiten y segundo estamos en contra de la voluntad de Dios.

Deberíamos ser los primeros en pagar los impuestos, deberíamos ser ejemplo conduciendo nuestros autos, deberíamos ser ejemplo en la cancelación de nuestras deudas y en respetar el derecho de los demás. ¿Le ha pasado, que conduciendo su auto se encuentra ante una situación que le desagrada y todo usted está listo para actuar como lo haría una persona que no es cristiana (maldiciendo, haciendo ademanes desagradables, actuando como un energúmeno) y de pronto ve en la misma escena a un hermano de la iglesia y lo peor es que él venía en la misma actitud..? ¡A mí sí..!! Y uno se da cuenta en ese instante, que aún el orgullo, la soberbia, y los malos pensamientos le dominan ante este tipo de situaciones. Pero si hacemos la voluntad de Dios y actuamos como verdaderos hijos suyos, entonces nuestro testimonio va a callar la ignorancia de los insensatos.

Si hay leyes que no nos gustan, tenemos el derecho de trabajar para cambiarlas. Las ciudades va a ser aun mejor cuando haya más líderes comunales, municipales y estatales cristianos, que caminen en la voluntad de Dios, personas temerosas de Dios, que caminen en la Palabra de Dios, que tengan la Palabra de Dios como lumbrera a su camino, que sean luz en las tinieblas; cuando eso ocurra las ciudades va a ser aún más impactadas por el poder del evangelio.

Y si hay situaciones legales que no nos gustan, entonces orémosle a Dios para que cambie las circunstancias. Pero si no lo hiciera, tengamos paz, que nuestra sumisión ante esa situación será usada como testimonio para otros.

El apóstol Pablo dice que la voluntad de Dios se cumple de corazón, no como agradando a los hombres, sino como agradando al Señor (Efesios 6: 6-7).
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miércoles, 12 de agosto de 2009

EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU

Hasta el siglo XX los teólogos ponían muy poca atención a la frase el bautismo del Espíritu Santo. Y probablemente todo esto se debe a que esta frase precisa no se encuentra en ninguna parte del Nuevo Testamento y la idea en sí misma casi no ocurre. En efecto, solo hay tres referencias, Mateo 3:11 y pasajes paralelos, donde Juan el Bautista proclama que Cristo bautizará en el Espíritu Santo; en Hechos 1:5 donde nuestro Señor promete que sus discípulos serán bautizados en el Espíritu Santo; en 1 Cor. 12:13 donde Pablo afirma que todos los cristianos fueron bautizados en un solo Espíritu.

A pesar de las pocas referencias bíblicas directas que hay, la importancia de ésta doctrina no puede medirse por este parámetro. Bautismo en el Espíritu Santo es solo una de las varias maneras de llamar aquella experiencia de iniciación, muy importante, mediante la cual el Espíritu Santo viene a morar en el creyente, y como tal, rivaliza con la doctrina de la unión con Cristo como el único concepto más importante de la doctrina de la salvación.

La teología pentecostal enseña que es perfectamente posible que una persona haya nacido de nuevo y, sin embargo, no haya recibido el bautismo en el Espíritu Santo, y que en verdad, algunos cristianos nunca reciban esta bendición. Insiste en que regeneración y conversión son dos cosas distintas y que el bautismo es subsecuentemente a la conversión.

Uno de los más grandes defensores de este punto de vista es R. A. Torrey. El escribe lo siguiente: “El bautismo en el Espíritu Santo es la obra del Espíritu Santo distinta de y adicional a su obra de regeneración. En otras palabras, una cosa es nacer de nuevo por el Espíritu Santo, y otra el ser bautizado con el Espíritu Santo”. Ralph M. Riggs, un teólogo pentecostal contemporáneo, es igualmente enfático: “aunque todos los creyentes tienen el Espíritu Santo, sin embargo aún falta que todos los creyentes, además de tenerlo, puedan ser llenos o bautizados con el Espíritu Santo”. Antes del Pentecostés los discípulos “ya habían recibido el Espíritu Santo, pero todavía les faltaba el bautismo en el Espíritu Santo”.

Recibir, ser lleno y ser bautizado
Una gran dificultad que al instante enfrenta esta doctrina es que el idioma del Nuevo Testamento simplemente no nos permite hacer estas distinciones entre el ser bautizado en el Espíritu y el recibir el Espíritu. Estos y otros términos se usan de manera intercambiable. Por ejemplo, en Hechos 1:5, Lucas predice el día de Pentecostés como una experiencia de ser bautizado en el Espíritu. En Hechos 2:4 lo describe como una experiencia de ser llenos con el Espíritu. En Hechos 1:8 se describe la venida del Espíritu sobre ellos de la misma manera que se describe en Hechos 2:38 como recibir el Espíritu. De esta manera tenemos que concluir que, el que el Espíritu venga sobre nosotros, recibir el Espíritu, ser llenos del Espíritu y ser bautizados con el Espíritu, es una y la misma experiencia.

La manera como Lucas describe la experiencia de Cornelio y su familia es igualmente significativa. Él lo entiende como un paralelo exacto al Pentecostés (Hch. 11:5) y como el preciso cumplimiento de la promesa de nuestro Señor, “seréis bautizados en el Espíritu Santo (Hch. 11:16)”. Sin embargo, al describir este evento él no usa las frases de llenura o bautismo. El dice que el Espíritu Santo cayó sobre ellos (Hch. 10:44), y lo más significativo de todo es que en realidad ellos recibieron el Espíritu Santo (Hch. 10:47).

Con toda seguridad, es muy claro que nadie puede invocar la autoridad del Nuevo Testamento para declarar que “todos han recibido el Espíritu, pero no todos han sido bautizados, o llenos con el Espíritu”.

Todos los creyentes son bautizados en el Espíritu
Hay considerable evidencia directa en el Nuevo Testamento que indica que todos los creyentes experimentan el bautismo con el Espíritu Santo.

Para comenzar, uno de los puntos principales de la profecía de Joel 2:28-32 es la universalidad del don del Espíritu, de lo cual el Pentecostés es el cumplimiento. El Espíritu sería derramado sobre toda carne. El Espíritu no vendría sobre los eminentes sino también sobre los siervos y siervas. La narración de Lucas deja claro que esto es lo que exactamente sucedió. Todos los creyentes fueron bautizados en el Espíritu Santo (Hch. 2:4). En Hechos 1:13-26 se describe a toda la iglesia con las palabras “todos eran de una sola mente en un solo lugar” y cuando el bautismo vino, vino sobre todos ellos. En aquel momento no había un solo creyente en el mundo que quedara sin ser bautizado en el Espíritu.

La descripción de la experiencia de los 3,000 que se convirtieron mediante la predicación de Pedro ciertamente concuerda con esto. Pedro prometió que aquellos que respondían a este mensaje recibirían el don del Espíritu Santo (Hch. 2:38). Pero él no lo daba a entender como algo adicional a la experiencia básica de la salvación: “Arrepentíos y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para remisión de pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Remisión de pecados y don del Espíritu van juntos.

La misma doctrina la tenemos también en 1 Cor. 12:13, “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo”. Algunos han expresado sus reservas acerca de la relevancia de este pasaje en cuanto al bautismo en el Espíritu y han sugerido que se refiere al bautismo por el Espíritu. Es difícil entender las razones para esto, pues gramaticalmente la expresión es exactamente la misma que en Hechos 1:5.

Si Pablo hubiera querido expresar la idea de bautismo por el Espíritu entonces lo hubiese hecho sin ambigüedades, usando la preposición hupo (por) en vez de la preposición en (en). La enseñanza de Pablo es uniforme en que Cristo es el que bautiza. En Mateo 3:11, por ejemplo, Juan el Bautista dice, “El os bautizará en el Espíritu Santo”. Pedro habla de la misma manera en Hechos 2:33. El Cristo exaltado ha derramado el Espíritu Santo. La única alternativa a esto, es que algunas veces, se representa como un don del Padre (Hch.1:4). El Espíritu mismo no es el que bautiza. Somos bautizados en El, o somos bautizados con el Espíritu Santo.

Esto queda confirmado en la segunda parte de 1 Cor. 12:13, “a todos se nos dio de beber del mismo Espíritu”. T.C. Edwards señala que el significado de esta metáfora es “Como plantas somos empapados en el Espíritu. El mismo chorro riega todos los campos y penetra hasta las raicillas de cada brizna de césped”.

Pablo define el propósito de este bautismo en la frase “en un solo cuerpo”. Todos somos bautizados (sumergidos, sedientos, regados) en el mismo Espíritu con la finalidad de nuestra formación o de llegar a ser un solo cuerpo. Esto descarta la interpretación elitista, en el sentido de que el bautismo con el Espíritu Santo es la experiencia de unos cuantos. Todos los creyentes son miembros de un solo cuerpo y como tales todos son bautizados, todos son remojados en el mismo Espíritu. Igualmente todos tienen dones espirituales, los cuales son esenciales para el funcionamiento adecuado del cuerpo, de tal modo que nadie se sienta inferior y sobre todo que nadie se sienta sobrante.

El argumento según el cual es posible ser regenerado y no poseer el bautismo en el Espíritu Santo es difícil de sustentar en el nivel teológico y exegético. Todos los cristianos están unidos a Cristo. Sugerir que esto puede ser así, sin una correspondiente unión con el Espíritu, sería separar estas dos personas en una manera que es muy inconsistente con la teología trinitaria histórica. El Hijo y el Espíritu son, con el Padre, un solo Dios. Tan estrecha es la unión, que cada una está en la otra (Juan 14:10), de tal manera que la misión del Consolador es igual a la misión del Hijo (Juan 14:18), e incluso Pablo puede decir, “El Señor (Jesucristo) es el Espíritu” (2 Cor. 3:17).

Estar completamente en el Hijo es estar completamente en el Espíritu. Tener a Cristo morando en nuestro corazón por fe, es simultáneamente tener el Espíritu en el interior y ser lleno con toda la plenitud de Dios (Ef. 3:16-19).

Lo que enseña el Nuevo Testamento acerca de la fe
La fe salva, por lo que es inadmisible confinarla a la regeneración y conversión, excluyendo el don del Espíritu. El Espíritu es el don indecible (2 Cor. 9:15). El es pre-eminente promesa del Padre (Hch. 1:4) y el sello invariable de nuestra filiación (Ef.1:13). Participando de la experiencia de Cristo, el Espíritu Santo es el clímax de la bendición apostólica (2 Cor.13:14). Incluso según el Antiguo Testamento, la salvación no podía definirse aparte de recibir el Espíritu, “Pondré mi Espíritu dentro de ti, y haré que andéis en mis estatutos” (Ezq.36:27).

Pero el Nuevo Testamento no solo insiste que el bautismo en el Espíritu es parte de la salvación misma, sino que también afirma explícitamente que la fe y el don del Espíritu están inseparablemente conectados. Esto aparece claramente en la pegunta retórica de Pablo en Gálatas 3:2, “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de ley o por el oír con fe?” Pablo enseña la misma doctrina en Efesios 1:13, “En El también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en El fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Todo lo que hicieron los Efesios fue creer, y habiéndolo hecho, fueron sellados. Gálatas 3:14 es mucho más claro todavía. Recibimos la promesa del Espíritu mediante la Fe.

El servicio cristiano
Con la enseñanza del Nuevo Testamento acerca del servicio cristiano es realmente imposible reconciliar la noción de que algunos cristianos no poseen la plenitud del Espíritu. Torrey intenta distinguir entre ser salvo y estar listo para servir y se permite la sorprendente afirmación, “Ahora bien, si el hombre es regenerado entonces es salvo. Si tiene que morir irá al cielo. Pero aunque sea salvo, aún no está en condiciones para el servicio de Dios”. Esto hace tal violencia a la teología del Nuevo Testamento, que uno no puede, sino suspirar de asombro. Ser redimidos del pecado implica llegar a ser a la vez siervos de la justicia (Rom. 6:18), llevando el fruto del Espíritu en una vida caracterizada por el amor, el gozo, la paz y todas las otras excelencias (Gal. 5:22s).

Pedro es igualmente explícito, ¿Cómo puede ser posible la idea de un salvo que no sea apto para servir en 1 Pedro 2:9? “Vosotros sois una generación escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo especial, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. El pasaje de 1 Pedro nos recuerda que el testimonio cristiano tiene un lugar especial entre todas las formas de servicio que se espera de los cristianos. Tenemos que permanecer firmes en nuestra profesión (Heb. 4:14) y echar mano de la palabra de vida (Fil. 2:16), y dar razón de la esperanza que está en nosotros (1 Pedro 3:15). Esto nos lleva directamente a la comisión dada a la iglesia (Hch. 1:8) “me seréis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”.


Fue precisamente para prepararlos para esto que se les dio la promesa “recibiréis poder”, y esta promesa se cumplió en el Pentecostés cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos, capacitándolos para proclamar las maravillosas obras de Dios.
Sugerir que algunos creyentes han sido dejados sin los recursos para ello, significa poner de cabeza la ética del Nuevo Testamento, es como si Dios quisiera hacer adobes sin paja.

Conclusión
¿Qué podemos concluir entonces? Que el bautismo en el Espíritu es un elemento absolutamente fundamental en la doctrina cristiana de la salvación. Que la experiencia de él es lo que inicia al hombre en la vida cristiana, de manera que, sin el bautismo en el Espíritu, de ninguna manera somos cristianos, y que haberlo tenido es haber recibido el Espíritu en su plenitud, que nos capacita para decir “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).

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viernes, 7 de agosto de 2009

5 Cualidades del modelo de padre que Dios quiere ver en nosotros

“Este artículo lo escribo, tomando como base un mensaje que mi pastor predicó sobre las cualidades que Dios quiere que tengamos usted y yo como padres, y las que puede ir cultivando usted también, que aún no es padre, pero que piensa serlo.
La otra perspectiva es la de ser hijos, posición que todos tenemos y que como tales, debemos aprender cual debe ser nuestro actuar desde esa posición.

Quiero compartirlo con ustedes, esperando que esta enseñanza produzca cambios profundos en su ser por medio del Espíritu Santo de Dios, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”

La generación de jóvenes de estos días es una generación que ha tenido que crecer, desarrollarse y enfrentar las adversidades de este mundo sin padres. Es una generación en donde son más los casos de hijos de madres solteras, de familias abandonadas por su padre, o de familias en donde, aún estando los padres presentes es como si estuvieran ausentes.

Estamos viviendo en los días en donde las madres han tenido que realizar los dos papeles dentro del hogar: ser madre y padre al mismo tiempo, tratando de sacar adelante a sus hijos a como dé lugar. Son tiempos en donde han crecido las estadísticas de divorcios, y los hijos son los que sufren las consecuencias de estas separaciones. Mientras que en el año 1975, en mi país, Costa Rica, la razón de divorcios por cada 100 matrimonios inscritos era de 5.3, para el año 2005 ya esa relación era de 40.
(COSTA RICA Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN)
Sistema de Indicadores sobre Desarrollo Sostenible (SIDES)
http://www.mideplan.go.cr/sides/social/08-01.htm)


El dato actualizado con que contamos hoy es el de 2008, el cual se detalla a continuación:
San José, (elpais.cr) - Alrededor de diez mil 351 parejas se divorciaron en Costa Rica durante el 2008, lo que registró una disminución de 5% respecto al 2007, informó la Oficina de Inscripciones del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), divulgado el jueves.
A pesar de esta disminución, lo cierto es que en el 2005 la cantidad de divorcios había sido de nueve mil ochocientos ochenta y siete (9,887), lo que refleja que si habíamos venido en aumento.
Toda esta problemática genera en el corazón de los hijos distintos sentimientos y emociones como lo son: el odio, el rencor, la rebeldía, el enojo, la desobediencia, la apatía, y otros más, hacia los padres. Pero Dios nos ha dejado una hermosa promesa en el libro de Malaquías en su capítulo 4 verso 6: “El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres…,”

En estos tiempos tan difíciles que vivimos, solo DIOS puede hacer este milagro de traer un nuevo avivamiento en el corazón de los padres y en el corazón de los hijos. Pero usted y yo podemos hacer algo mientras tanto, y es el de aprender a actuar como los padres que Dios quiere que seamos.

Vamos a buscar 5 cualidades de este tipo de padre que Dios quiere que seamos a la luz de la Palabra en el Evangelio de Lucas capítulo 15. Esta historia que Jesús contó, es una historia muy famosa y conocida por mucha gente. El problema es que siempre nos la han enseñado desde la perspectiva del “hijo prodigo” y muy pocas veces o nunca nos la han enseñado desde la perspectiva del “padre del hijo pródigo” La historia tiene tres personajes: un padre y dos hijos, uno que se va y uno que se queda.”

La historia dice así:
15:11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
15:12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
15:13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
15:14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15:15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
15:16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
15:17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
15:18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
15:19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
15:20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
15:21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
15:22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
15:23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
15:24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.


I. La primera cualidad que vamos a aprender es la de ser justos.
Si leemos el verso 1 y 2, nos damos cuenta de que este padre tenía dos hijos y que fue el menor de ellos el que vino a pedirle la parte de su herencia; sin embargo en el verso 2 vemos como el padre movido por las intensiones del menor les reparte la heredad por igual a los dos. El reparte la heredad por igual a los dos porque su corazón de padre es justo y no tiene preferencias.

Así es Dios como Padre, El no hace acepción de personas. No importa mi condición actual, el me ama así, desde antes de la fundación del mundo. Por su naturaleza, El nos ama porque es Dios.
En la vida de las familias actuales es tan común encontrar preferencias de los padres hacia ciertos hijos. Pareciera que siempre tiene que haber un hijo que es el “patito feo” de la casa. Mientras los demás (o el otro) son los inteligentes, los educados, los bonitos, este otro es el “tonto”, el desobediente, el “feo”, etc. Y ese niño crece con todo ese rechazo en su corazón. ¿Qué creen que va a sembrar en sus hijos cuando los tenga? Y así va de generación en generación, hasta que ese ciclo se puede romper, por un hombre o una mujer que le cree a Dios y toma la decisión de cortar con esa maldición en sus vidas.

Tenemos que ser justos con nuestros hijos, con todos los que tengamos, no con el primero, ni el último, ni con unos sí y con otros no, es con todos por igual. Hay hombres que rechazan a sus hijas porque lo que ellos quieren es a su hijo varón, quien le va a sustituir en la genealogía. Y hasta culpan a la mujer por no darle un hijo, pareciera que se les olvida que en el momento de la concepción, el que determina cual es el sexo del hijo es precisamente el varón. Pero en su ignorancia y machismo se comportan como energúmenos y traen hijos (hijas) a este mundo, los cuales desde antes de nacer ya han sido rechazados.

Y si en algún momento pueden engendrar al hijo esperado, vuelven toda su atención hacia esa criatura y se olvidan de todo lo demás. El corazón de estos hijos rechazados va a estar siempre lejos del corazón de sus padres.

II. La segunda cualidad que encontramos en esta historia es la de ser respetuosos. El hijo menor en su ignorancia e irrespeto pide su heredad y el padre sabe que él la va a usar para mal, pero le respeta esa libertad de decisión y le entrega la parte que le corresponde sin decirle nada.

Cuantas veces como padres enfrentamos a nuestros hijos para imponerles lo que nosotros queremos, y lo hacemos por imposición, no por común acuerdo. Esta forma de actuar crea resentimientos en ellos, ya que consideran que sus opiniones no sirven y esto crea separación. Pareciera que se nos olvida que Dios, como Padre nuestro que es, estuvo muchos años esperando que le abriéramos la puerta de nuestro corazón, sin forzar absolutamente nada. El, en su potestad pudo habernos impuesto la salvación desde el momento en que lo hubiera decidido; sin embargo, El esperó, respetuosamente, hasta el día que le abrimos. Continuamente estuvo tocando a la puerta: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo(Apoc. 3:20)

¿Cuántas veces ha tomado decisiones erróneas en su vida como padre? Si usted es como yo, y como el resto de personas, seguro que varias o muchas. Pero Dios nunca ha enviado un ángel a decirnos: “Alto!! No haga eso, es incorrecto!!” El siempre nos ha dejado actuar en nuestro libre albedrío. Y esta es la forma en la que hemos ido aprendiendo: a prueba y error.

III. La tercera cualidad que encontramos en esta historia es la de ser pacientes.
Este padre esperó a su hijo hasta que éste volvió, no lo fue a buscar, ni envió por él. Es muy probable que hayan pasado años antes de que el hijo volviera en sí. La historia cuenta que el estuvo malgastando sus bienes hasta que se quedó sin nada y empezó a faltarle. Además, estuvo algún tiempo trabajando en una hacienda apacentando cerdos. Esto nos indica que tiene que haber transcurrido un tiempo considerable entre su salida de la casa y el haberse gastado toda su heredad.

Como padres, ¡cómo nos falta tener paciencia con nuestros hijos! Por cualquier cosa nos impacientamos y descargamos en ellos toda nuestra frustración, nuestras molestias, nuestra aflicción. ¡Claro! Ellos no se pueden defender.
Al no ser pacientes, entramos en muchos momentos de cólera, de ira, de enojo, y esto lo van viendo nuestros hijos, hasta el punto en que nos convertimos en el “ogro” de la casa. Cuando esto sucede ya el corazón de nuestros hijos está lejos de nosotros y se ha cortado la relación padre-hijo que se debe dar.

Debemos ser pacientes en todo momento: cuando se enferman, cuando están aprendiendo a hablar, cuando están aprendiendo a caminar, cuando tenemos que ayudarles en sus primeras tareas de la escuela, cuando no salgan con el 100 que les pedimos en el examen, cuando sean tan activos que no paren de jugar y de gritar, cuando rieguen el refresco almorzando, cuando no puedan dormir y se pasen de cama, cuando quieran salir a jugar con sus “amiguitos” al parque, cuando no quieran prestarle el juguete al vecinito, cuando se duerman en la fiesta y tengamos que darles toda nuestra atención, cuando empiecen a tener “novias”, cuando quieran manejar el carro, cuando no salgan tan bien como deseamos en el colegio.

Y, ¿qué les parece cuando los tenemos que enviar a la universidad? Cuando no quieran estudiar la carrera que nosotros deseamos, y se empiecen a vestir como no nos gusta y escojan como novia a la que no queremos.

En fin, la paciencia es buena, practiquémosla. Romanos 5:3-5 me enseña: “3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”

IV. La cuarta cualidad que encontramos en esta historia es la de ser esperanzados.
La historia nos enseña en el verso 20 que el padre vio venir a su hijo a lo lejos. Esto nos dice que, aunque nunca fue por él, ni envió a nadie a buscarlo, esperaba su regreso todos los días en el corredor de su casa. El padre siempre tuvo esperanza en que su hijo iba a volver con él. No sabemos cuánto tiempo estuvo el hijo afuera, pero tiene que haber sido bastante tiempo, como para haberse gastado toda su heredad. Todo este tiempo, el padre guardó esperanza en que, un día, lo iba ver venir a lo lejos.

La prueba produce esperanza, esa esperanza de que aunque hoy veamos a nuestros hijos diferentes a los que nos gustaría ver, esta prueba nos tiene que mantener con la esperanza de que si actuamos como los padres que Dios quiere, el resultado lo vamos a ver. Aunque tarde, cada día que pase nuestra esperanza se acercará aún más al día esperado.
Dios nos esperó de una manera justa, con respeto, con paciencia y con esperanza.

V. La quinta cualidad que encontramos en esta historia es la de ser generosos.
El hijo venía pidiendo misericordia, perdón, ser como uno de los jornaleros. Pero el padre lo abraza, lo besa y comienza a bendecirlo y a honrarlo. Así es nuestro padre Dios, nosotros venimos a Él pidiéndole perdón, en una señal digna de arrepentimiento, sabiendo que no merecemos nada de eso, y Él nos abraza, nos besa, nos adopta, nos da heredad, nos convierte en sacerdotes, en templo de su Espíritu Santo y nos bendice con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo Jesús.

Todavía está usted lejos de la casa, lejos de su padre? Dios está esperando que usted vuelva en sí y comience a caminar hacia él. Nuestro Padre Dios le ha estado esperando en toda justicia, de una forma respetuosa, con mucha paciencia y esperanzado en que le va a ver venir, porque Él es tan generoso que nos ha dado lo más valioso de sí, a Su Hijo Amado Jesucristo, y quiere bendecirte con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo Jesús.

Camine hacia el Padre hoy, El le está esperando con el mejor vestido, no importa si usted viene harapiento. Él le va a poner un anillo en la mano y le va a calzar los pies, no importa si usted viene sucio. Va a matar el mejor becerro y hará una fiesta en tu honor, aunque no te creas digno. Porque estabas muerto y has revivido, te habías perdido y has sido hallado. Y nuestro Padre Dios se va a regocijar con todo el cielo de tu llegada.

¡!¿Qué estás esperando para volver en sí?.!!
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lunes, 3 de agosto de 2009

Principios establecidos por Dios en su Palabra para encontrar su voluntad

QUINTA PARTE

Principio No. 4
Dios quiere que vivamos una vida santificada

1 Tesalonisenses 4:3-6 nos enseña sobre esto: “3pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; 5no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; 6que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. 7Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. 8Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.”

En esto hay mucha tela que cortar, pero voy a comenzar haciendo una reflexión a través de una anécdota, mucha atención: “un hombre vino a un pastor por consejería y le dijo: soy un hombre cristiano, lleno del Espíritu Santo, asisto a una iglesia llena del espíritu y estoy tratando de decidir si Dios quiere que me divorcie de mi esposa para casarme con la mujer con la que estoy viviendo actualmente.
El pastor sorprendido le dice: un momento, vamos a dejar claro algo, usted, primero que todo no está lleno con el Espíritu Santo!!”

Cuando no vivimos una vida santa estamos completamente fuera de la voluntad de Dios. La santidad no es un tipo de vida para personas especiales o superdotadas, es para los creyentes y es la voluntad de Dios que vivamos en santidad. Cualquier cosa que usted haga dentro de la iglesia, sin santidad, es vano.

Y esta vida de santidad tiene tres características:

1. Abstenerse de la inmoralidad sexual: muy cerca de la autoconservación, el sexo es la fuerza más poderosa de la vida. Debemos controlar nuestra sexualidad, nuestra conducta sexual, no que ella nos controle a nosotros. La tentación sexual llega a ser el problema número uno en cuanto a vivir la vida cristiana. ¿De que se tratan los escándalos dentro del reino de Dios??? La mayoría son por conducta sexual inapropiada. Es por eso que Pablo, en su lista de 18 pecados a los que hace referencia en el libro de Gálatas, en el cap. 5: 19-21, enumera en primer lugar cuatro pecados sexuales…es que son los primeros!!!!

Hoy en día nuestra cultura humanista está saturada de inmoralidad sexual: la publicidad, las clase de educación sexual sin valores de ningún tipo, las campañas sobre “sexo seguro”, el acceso a la pornografía en Internet, las películas explícitas, las conductas de los niños y adolescentes en nuestro sistema educativo. Nuestros niños están inmersos en un mundo lleno de pecado.

Si hemos cometido errores y nos hemos equivocado con nuestras actitudes hacia al sexo. Si hemos caminado en contra de la voluntad de Dios en esta área, hoy es un muy buen día para que nos arrepintamos y le pidamos perdón a Dios y El nos va a ayudar de aquí en adelante, ¡¡¡hoy es el día!!!

Cometimos errores porque en algunos casos éramos ignorantes de la palabra de Dios y de su voluntad; y por otro lado, aún conociéndola hemos caído y hemos tomado decisiones equivocadas; pero recuerda lo que nos enseña Pedro: Dios es paciente, no es que se ha olvidado, (a Dios no se le olvida nada) es paciente y espera a que todos vengamos a arrepentimiento y que todos recibamos la salvación. Dios quiere que usted sea salvo, esa es su voluntad para con usted. ¡¡¡Hoy es tu día!!!

La voluntad para con el sexo es que éste sea bueno y sano, pero dentro del matrimonio, no lo digo yo, lo dice la Palabra y esta es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Orémosle a Dios y El nos dará las fuerzas, la fortaleza y la paciencia para esperar en el y no cometer errores en cuanto a decisiones de tipo sexual.

2. Mantenga su cuerpo en santificación y honor: Dios quiere nuestro cuerpo en santificación y honor, no en pasiones desenfrenadas como los gentiles. Dios reclama nuestros cuerpos en santificación. Somos templo del Espíritu Santo de Dios. No somos cualquier cosa. ¡¡¡Somos templo del Espíritu Santo de Dios!!!

No contristemos al espíritu con nuestras actitudes, con nuestros pensamientos, con nuestras palabras. No lo contristemos con inmoralidad sexual, con lascivias, ni con pasiones carnales. Llenemos nuestra mente con la Palabra de Dios y ésta se encargará de transformar nuestros pensamientos y de sanar nuestro corazón.

Dios quiere usarnos en el reino. A usted y a mí. Pero para esto requiere que estemos limpios. Si usted va a llenar un vaso para tomar agua, cómo lo escoge: sucio o limpio??
¿Verdad que limpio? Y entre más limpio mejor…más puro y de más provecho lo que nos tomamos. ¿Verdad?? Así quiere Dios sus vasos. El busca vasos limpios en donde derramar de su Espíritu Santo y llenarlos hasta saturarlos, para que de estos vasos se puedan llenar otros.
La presencia del espíritu santo en usted en forma poderosa hace que otros se sientan atraídos y cuando vienen, esa unción los va a tocar y se van a impregnar de la unción y eso los va a conducir al Señor, a la salvación de Dios.

Pero hay que estar limpios. No puede haber inmundicias en nuestra mente o corazón. Si las hay somos vasos sucios y el Señor no nos va a usar entonces, porque El busca vasos limpios.

3. Sea honesto con los demás: no nos aprovechemos de los demás. No andemos con chismes sobre otras personas. No saquemos ventaja de una condición “x” de una persona en nuestro provecho. Nosotros, los hijos de Dios debemos de ser diferentes.

Dios exige que digamos siempre la verdad, no existen las mentiras piadosas, ni las medias verdades, hay mentiras y hay verdades. Dios quiere que actuemos siempre en la verdad.
Dios quiere que me interese por los demás. Si vemos a alguien decaído, seamos para él un soporte y oremos juntos para que Dios tenga misericordia de esa persona. Lo que pasa es que muchas veces alguien llega buscando apoyo y rapidito nos apartamos porque nos da miedo que nos pida plata prestada. Nos interesa más nuestra plata que la condición de un hermano o hermana; o de un vecino o pariente inconverso.

Si usted no tiene dinero dígaselo pero ore con el para que el Señor supla conforme a la necesidad de esa persona. Ayúdele, esté con el o ella. Jesús dijo que lo que se requería es que hayan dos o más reunidos en su nombre y El estará ahí. Dos es lo mínimo. No lo dejemos solos. Y si usted tiene la plata, mi hermano, mi hermana, ayude, despójese, usted no sabe lo que le puede estar esperando en la esquina. Recuerde Dios está continuamente como un alfarero moldeándonos y estas cosas no le gustan al Señor.

Jesús dijo que en donde esta nuestro tesoro ahí está nuestro corazón. No deje que su tesoro sea el dinero. De esta forma usted le cierra las puertas a la bendición.
Y no estoy hablando de esa gente que siempre anda tratando de sacarle la plata a uno con cara de tristeza y un montón de mentiras; no, yo hablo de personas que usted y yo conocemos que realmente están pasando por una situación muy difícil y que requieren de nuestra ayuda. Eso es lo que quiere el Señor!!!!

No nos hagamos los desentendidos, preocupémonos por las personas que están cerca de nosotros.

Saben por que yo soy una persona muy desprendida, de acuerdo a mis posibilidades, claro está!! Porque yo he tenido temporadas malas, muy malas; pero Dios siempre tuvo gente cerca de mi para que me ayudaran y yo pudiera salir adelante y eso a mi no se me va a olvidar nunca. Por eso, cada vez que yo le puedo ayudar a alguien, con lo que sea, lo hago y disfruto haciéndolo, porque yo se que eso son tesoros que yo acumulo en el cielo y de eso se trata al final de cuentas.

Preocúpese por la gente…Dios quiere que usted lo haga, está dentro de su voluntad para nuestras vidas.


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