QUINTA PARTE
TERCERA LEY DEL EXITO
La siguiente ley vital es tener buena salud.
Somos seres físicos. La mente y el cuerpo se complementan para formar el mecanismo físico más maravilloso que conocemos: el ser humano. Pero el hombre está hecho de materia; su existencia consiste en 16 elementos de materia orgánica que funcionan químicamente. El hombre vive por el aire que respira, que es en sí mismo el soplo de la vida. Si los fuelles que conocemos como pulmones no siguieran respirando el aire saturado de oxígeno, el hombre no viviría para lograr ningún objetivo. ¡Sólo un latido del corazón nos separa de la muerte! En tanto que los pulmones bombean aire, el corazón bombea sangre a través de un intrincado sistema de venas y arterias. Y esto, a su vez, debe mantenerse con alimento y agua.
De manera que el hombre ES lo que come. Algunos de los médicos y cirujanos más famosos han dicho que entre el 90 y el 95 por ciento de todas las enfermedades ¡son el resultado de un régimen alimenticio deficiente! Tal parece que muy pocas personas se dan cuenta de que el estado de su salud tiene mucho que ver con lo que comen. Casi todos han seguido el régimen, conforme a las costumbres de la sociedad, de comer de todo aquello que les sea agradable al paladar.
Los adultos no son más que niños crecidos. Obsérvese a un bebé de nueve meses. Todo lo que llegue a sus manos ¡se lo lleva a la boca! A mi hermano menor quizá no le agrade leer esto, pero recuerdo que cuando él tenía aproximadamente nueve meses se las ingenió para meterse en la carbonera, ubicada en el sótano de la casa. Allí lo encontramos tratando de comer pedacitos de carbón, ¡con la boca y la cara totalmente sucias!
Causan risa los chiquitos al verlos tratar de comerlo todo… desde cucharas de plata hasta pedazos de carbón. ¿Se reiría usted de quienes meten pequeños ratones en una salsa y, tomándolos por la cola, se los engullen como un suculento manjar? Si lo hiciera, ellos se reirían de usted y le dirían que los ratones comen cereales y alimentos limpios, en tanto que usted pone en sus salsas ostras escurridizas y viscosas, y otros mariscos asquerosos, considerándolos como un alimento delicioso.
¿Cree el lector que los adultos han aprendido más que los bebés de nueve meses? Si uno va a una tienda que tiene “especialidades” alimenticias, aun puede encontrar en ella productos como anguila y víbora de cascabel enlatadas.
¿Por qué suceden tales cosas? Como ya explicamos, los humanos no sabemos nada al nacer. ¡Todo lo tenemos que aprender! Pero la mayoría de nosotros no nos damos cuenta de esto, de tal manera que lo que no sabemos, ¡no sabemos que no lo sabemos! En una u otra forma la mayoría de las personas han crecido llevándose todo a la boca, y han llegado a la madurez comiendo todo lo que les parezca bueno y todo lo que ven a los otros comer. Ha habido muy poco estudio e instrucción sobre lo que debemos o lo que no debemos comer.
La mayor parte de las enfermedades degenerativas son enfermedades modernas. Constituyen el castigo por ingerir alimentos que han sido despojados de sus minerales en los centros de producción y que contienen exceso de almidón, azúcar (los carbohidratos) y grasas. Otras enfermedades son causadas por un tipo de desnutrición que surge de la falta de minerales elementales y vitaminas en los alimentos. Después la gente trata de restaurar las “vitaminas” a sus organismos tomando píldoras que compran en la farmacia.
En cierta ocasión un famoso director de un programa de “educación física” dio una conferencia en la Institución Ambassador. En su discurso nos hizo recordar que la profesión médica ha dado grandes pasos hacia la erradicación de las enfermedades contagiosas y, sin embargo, ha tenido muy poco éxito en su lucha contra el aumento de las que no lo son, tales como cáncer, enfermedades del corazón, diabetes y enfermedades de los riñones. Estas últimas son afectadas por una dieta deficiente.
Hay por supuesto otras leyes para la salud que incluyen dormir lo suficiente, hacer ejercicio, respirar abundante aire fresco, higiene y adecuada eliminación corporal, pensamientos correctos y vida ordenada. Recientemente correr se ha convertido en el deporte de moda como medio para mantener una buena condición física. Aun personas de edad leen libros de “expertos” autodidactas y comienzan a forzar sus corazones al correr varios kilómetros al día.
“¡Más ejercicio!”, gritan los aficionados a las novedades. ¿Por qué los humanos tienen la tendencia de ir hacia los extremos? El ejercicio es bueno, beneficia un poco, pero como la mayoría de las cosas, puede ser llevado más allá de lo razonable y benéfico. Una dosis excesiva puede ser perjudicial. Somos dados a pasar por alto el principio de la moderación en todas las cosas. ¿Cuál es el provecho de este esfuerzo excesivo que consiste en correr varios kilómetros cada día? Ciertamente promueve la circulación de la sangre, llevándola hasta las extremidades, lo cual es bueno. Estimular la circulación de la sangre sí es importante, pero también se puede destruir la salud cometiendo excesos imprudentes. Es tan peligroso hacer demasiado ejercicio como no hacer ninguno.
Se puede estimular la circulación de la sangre sin peligro y sin necesidad de esfuerzo extenuante. Nunca olvidaré una conferencia a la cual asistí cuando era joven. El conferencista había sido instructor de educación física y entrenador del presidente norteamericano Howard Taft. Inmediatamente después de que terminó la presidencia del Sr. Taft, este instructor se las ingenió para obtener una lista de todas, o casi todas, las personas centenarias en los Estados Unidos. Luego los visitó a todos personalmente y les preguntó a qué atribuían su longevidad. Uno le dijo que era porque nunca había fumado. Otro había fumado toda su vida y ya tenía más de 100 años. Otro era abstemio total, mientras otro había bebido cerveza y coñac toda su vida. Y por ahí iban todos.
Después de entrevistarlos, analizó sus apuntes y se sorprendió al darse cuenta de que sólo tenían una cosa en común, sin embargo, ninguno la consideraba como factor importante. Todos daban diariamente un vigoroso masaje a su cuerpo, algunos con una toalla después del baño diario y otros con un cepillo. Pero en una forma u otra, todos habían estimulado la circulación de la sangre, incluso hasta los extremos de los pies y de las manos, por medio del frote o masaje diario.
Muchos preguntan cómo yo, con más de 90 años de edad, todavía conservo la energía, el vigor y el ímpetu. De cierto existe más de una razón, aunque no corro ni me dejo llevar por novedades pasajeras. Yo camino, que es el mejor ejercicio para alguien de mi edad. Pero desde que oí aquella conferencia hace 60 años o tal vez más, he venido dándome un masaje diario. ¿El método? Con una toalla de tamaño generoso, después de la ducha diaria. Trato de dormir lo necesario. Tengo cuidado con mi eliminación (un aspecto muy importante). Soy muy cuidadoso con mi dieta y tengo un enorme aliciente, un propósito que me estimula en la vida, pues he aprendido cuál es el objetivo de mi existencia. ¡Ese propósito me espolea a estar activo!
Tengo una misión que cumplir, y ésta es más importante que mi vida misma. No queda mucho tiempo para efectuarla, pero tiene que ser cumplida y en efecto ¿SE CUMPLIRÁ! Además de todo esto, recurro a un poder mayor y más grandioso. Creo que esta es la respuesta.
Pocas personas se dan cuenta de que el enfermarse no es algo natural. Las enfermedades y dolencias vienen únicamente por el quebrantamiento de las leyes naturales del cuerpo y de la mente. Estas son las leyes físicas que regulan la salud. ¡La gente no ha aprendido que existen tales leyes! Suponen que un malestar o una enfermedad ocasional es natural en el curso de la vida, pero nada puede estar más lejos de la verdad.
La enfermedad no debe aceptarse como algo natural. Algunas autoridades afirman que los resfriados no se “pescan”, sino que, al igual que las fiebres, ¡nos los comemos! Explican que un resfriado o una fiebre es simplemente la eliminación rápida y forzada de toxinas y venenos que se acumulan en las glándulas como resultado de una dieta inadecuada. ¿Qué sucede con los grandes y casi grandes del mundo? Generalmente no saben todo lo que hay que saber acerca de las leyes de una salud buena y vigorosa que produce una mente despejada y alerta. Pero comparados con la gente común, ellos saben mucho acerca de eso, pues disfrutan, digamos, por regla general, de una salud relativamente buena.
Como un ejemplo, el presidente de los Estados Unidos cuenta con un médico en la Casa Blanca que siempre está atento al estado de su salud. Se requiere del presidente que haga cierta cantidad de ejercicio. El presidente Eisenhower jugaba golf con frecuencia, el presidente Kennedy nadaba un poco diariamente, el presidente Taft tenía un entrenador que vigilaba su peso constantemente.
Sin embargo, hay muchas cosas que ni aun la gente educada sabe acerca de las causas de la enfermedad, la dolencia y el decaimiento.
Creo que un factor ha obrado universalmente en favor de esos hombres: La actitud mental ejerce una influencia considerable sobre la condición física. La mayoría de los hombres de “éxito”, según el mundo conceptúa el éxito, piensan constructiva y positivamente, y su actitud mental rebosa confianza. Rechazan los pensamientos negativos y no adoptan una actitud de temor, preocupación o desaliento. Ellos se imponen a sí mismos el equilibrio emocional y, consciente de las obligaciones que tienen sobre sus hombros, evitan la vida disipada más que la mayoría de la gente.
Sin salud uno se encuentra tremendamente impedido, si no totalmente imposibilitado para lograr mucho. La cuarta ley del éxito depende en gran manera de la buena salud.
Continuaremos…
Leer más...
sábado, 24 de octubre de 2009
miércoles, 21 de octubre de 2009
Las 7 Leyes del EXITO
CUARTA PARTE
SEGUNDA LEY DEL EXITO
Como hemos visto, si uno quiere tener éxito en la vida, debe fijarse primero la meta correcta y luego prepararse para lograrla. Así, la segunda ley del éxito, en su orden, es educación o preparación.
¿Qué esperanza puede tener uno de lograr su objetivo si no obtiene el conocimiento necesario?
Una cosa que necesitamos entender acerca de la vida, y muchos no la entienden, es que los humanos no estamos dotados de instinto. En este aspecto, los animales poseen cierta ventaja sobre nosotros, pues no tienen que aprender. Nunca tienen que devanarse los sesos con el aprendizaje de libros.
Al becerro recién nacido no se le tiene que enseñar a caminar. Inmediatamente trata de pararse sobre sus inseguras y débiles patas. Quizá al principio se caiga un par de veces, pero a los pocos minutos logra pararse, aunque sin mucha estabilidad. El pequeño becerro no necesita un año o dos para caminar, ni siquiera necesita una o dos horas, sino que empieza a caminar ¡en unos cuantos minutos! No necesita discurrir sobre ninguna meta. No precisa de libros de texto ni de enseñanza.
Instintivamente sabe cuál es su meta: ¡comer! E instintivamente también sabe el camino. Sobre sus cuatro patas se dirige de inmediato a su primera comida.
Lo hemos repetido muchas veces: Los pájaros construyen sus nidos por instinto; nadie les enseña a hacerlo. Una vez se llevó a cabo un experimento en el que cinco generaciones de pájaros tejedores fueron alejadas de sus nidos y de los materiales para construirlos. Nunca vieron un nido. Cuando a la sexta generación se puso a su alcance material para construir nidos, los pájaros, sin instrucción alguna, ¡procedieron a construir nidos! No fueron nidos de cuervo ni de águila sino de la misma clase que los pájaros tejedores han construido desde la creación.
Ellos no tienen mentes para discernir, imaginar, diseñar o construir ninguna otra clase de nido. Es verdad que algunos perros, caballos, elefantes y otros animales pueden ser enseñados y entrenados para ejecutar ciertos trucos, pero no pueden razonar, imaginar, pensar, planear, diseñar ni construir cosas nuevas y diferentes. No adquieren conocimiento ni distinguen entre el bien y el mal, no toman decisiones ni ejercen la voluntad para auto disciplinarse de acuerdo con sus propias decisiones y razonamientos. Los animales no pueden desarrollar carácter moral y espiritual.
En cambio, para los seres humanos la vida no es tan fácil. Los humanos tienen que aprender o ser enseñados a caminar, hablar, comer y beber. Nosotros no logramos esto instintiva o inmediatamente como los animales. Puede llevar un poco más de tiempo y puede ser un poco más difícil, pero podemos aprender a leer, a escribir y a hacer cuentas. Luego podemos avanzar aun más y aprender a apreciar la literatura, la música y el arte. Podemos aprender a pensar y razonar, a concebir nuevas ideas, a planear, diseñar y construir. Podemos investigar, experimentar, inventar telescopios y prender algo sobre el espacio y los lejanos planetas, estrellas y galaxias. Podemos construir microscopios y aprender acerca de las partículas infinitesimales de la materia.
Aprendemos acerca de la electricidad y las leyes de la física y la química. Aprendemos a usar la rueda y a construir carreteras y vehículos que nos permiten viajar con más velocidad que cualquier animal. Aprendemos a volar más lejos y más rápido que cualquier pájaro. Podemos desintegrar el átomo y ponerlo a nuestro servicio. Descubrimos y utilizamos la energía nuclear.
Pero tenemos que aprender y estudiar; tenemos que educarnos y estar preparados para lo que nos proponemos hacer.
Una de las primeras cosas que necesitamos aprender es que ¡necesitamos aprender! Una vez que se ha aprendido lo suficiente para escoger una meta, el segundo paso para la obtención triunfal de esa meta es aprender cómo alcanzarla, es decir, adquirir la educación adicional, el entrenamiento y la experiencia que proporcionen los conocimientos necesarios para lograr la meta.
La mayoría de las personas nunca se fijan una meta definida. No teniendo un objetivo específico, descuidan la educación apropiada quo los capacitaría para tener una vida de éxito. Todos esos hombres de quienes he contado sus anécdotas e historias, tenían una meta. Se habían fijado como objetivo general en la vida el adquirir posesiones, ser importantes y disfrutar los momentos pasajeros de su existencia. Como un medio para alcanzar este objetivo, ellos habían establecido metas más específicas, como prosperar en la banca, la industria, la política, el teatro, la literatura o lo que fuera. Todos se educaron para su profesión o vocación en particular. Tenían criterio suficiente para darse cuenta de que la educación no solamente incluía el aprendizaje, sino también el desarrollo de la personalidad, el don de mando, la experiencia y el conocimiento obtenidos de sus relaciones y asociaciones, así como de la observación.
Sin embargo, estas personas de “éxito” no alcanzaron realmente el éxito. No sólo escogieron una meta que los llevó por el camino de los falsos valores, sino que erraron al no prepararse con el tipo de educación que hace posible el éxito real y perdurable, esto es, la realización del propósito de la vida. Hay, por lo tanto, una educación falsa y una verdadera. Estos hombres prósperos no gozaron de una prosperidad perdurable. A pesar de su educación, no llegaron a conocer los valores verdaderos. Escogieron metas que los condujeron por la senda de los falsos valores, los cuales no permanecen. El sistema educativo de este mundo descuida la importantísima tarea de recobrar los valores verdaderos. Aun los educadores eruditos a menudo se consagran por largos años a la investigación de asuntos triviales e inútiles.
El conocimiento más esencial y básico—el de los valores genuinos, del significado y propósito de la vida, del camino de la paz, la felicidad y el abundante bienestar—jamás forma parte de la enseñanza de hoy. Debido a que pude percibir la decadencia de la educación moderna, debido a que pude reconocer el inmenso vacío que existe en la enseñanza, fui impulsado a fundar una institución educativa que satisficiera esta necesidad.
La educación correcta debe enseñar que todas las cosas están sujetas a la ley de causa y efecto, debe hacer hincapié en el hecho de que por cada efecto o resultado, ya sea bueno o malo, existe una causa. La educación verdadera explica la causa de los males de este mundo, tanto de los problemas personales como de los colectivos, a fin de que puedan ser evitados. También debe instruir con respecto a la causa de los resultados buenos, a fin de que sepamos cómo cosechar el bien en lugar del mal. La educación verdadera no sólo debe enseñarnos a vivir, sino que debe saber y enseñar el propósito de la vida humana y cómo cumplirlo.
La decadente educación de hoy ha dado lugar a las revueltas estudiantiles, que a su vez ¡han sumido a las universidades en un estado de violencia y caos! Esta es otra tragedia significativa de nuestros tiempos. En este mundo se difunde una educación falsa proveniente de los paganos quienes, aunque eran pensadores y filósofos, ¡estaban engañados y carecían del conocimiento de los valores y los objetivos verdaderos de la vida! ¡La verdadera historia de la educación es en sí misma una historia reveladora!
Continuaremos...
Leer más...
SEGUNDA LEY DEL EXITO
Como hemos visto, si uno quiere tener éxito en la vida, debe fijarse primero la meta correcta y luego prepararse para lograrla. Así, la segunda ley del éxito, en su orden, es educación o preparación.
¿Qué esperanza puede tener uno de lograr su objetivo si no obtiene el conocimiento necesario?
Una cosa que necesitamos entender acerca de la vida, y muchos no la entienden, es que los humanos no estamos dotados de instinto. En este aspecto, los animales poseen cierta ventaja sobre nosotros, pues no tienen que aprender. Nunca tienen que devanarse los sesos con el aprendizaje de libros.
Al becerro recién nacido no se le tiene que enseñar a caminar. Inmediatamente trata de pararse sobre sus inseguras y débiles patas. Quizá al principio se caiga un par de veces, pero a los pocos minutos logra pararse, aunque sin mucha estabilidad. El pequeño becerro no necesita un año o dos para caminar, ni siquiera necesita una o dos horas, sino que empieza a caminar ¡en unos cuantos minutos! No necesita discurrir sobre ninguna meta. No precisa de libros de texto ni de enseñanza.
Instintivamente sabe cuál es su meta: ¡comer! E instintivamente también sabe el camino. Sobre sus cuatro patas se dirige de inmediato a su primera comida.
Lo hemos repetido muchas veces: Los pájaros construyen sus nidos por instinto; nadie les enseña a hacerlo. Una vez se llevó a cabo un experimento en el que cinco generaciones de pájaros tejedores fueron alejadas de sus nidos y de los materiales para construirlos. Nunca vieron un nido. Cuando a la sexta generación se puso a su alcance material para construir nidos, los pájaros, sin instrucción alguna, ¡procedieron a construir nidos! No fueron nidos de cuervo ni de águila sino de la misma clase que los pájaros tejedores han construido desde la creación.
Ellos no tienen mentes para discernir, imaginar, diseñar o construir ninguna otra clase de nido. Es verdad que algunos perros, caballos, elefantes y otros animales pueden ser enseñados y entrenados para ejecutar ciertos trucos, pero no pueden razonar, imaginar, pensar, planear, diseñar ni construir cosas nuevas y diferentes. No adquieren conocimiento ni distinguen entre el bien y el mal, no toman decisiones ni ejercen la voluntad para auto disciplinarse de acuerdo con sus propias decisiones y razonamientos. Los animales no pueden desarrollar carácter moral y espiritual.
En cambio, para los seres humanos la vida no es tan fácil. Los humanos tienen que aprender o ser enseñados a caminar, hablar, comer y beber. Nosotros no logramos esto instintiva o inmediatamente como los animales. Puede llevar un poco más de tiempo y puede ser un poco más difícil, pero podemos aprender a leer, a escribir y a hacer cuentas. Luego podemos avanzar aun más y aprender a apreciar la literatura, la música y el arte. Podemos aprender a pensar y razonar, a concebir nuevas ideas, a planear, diseñar y construir. Podemos investigar, experimentar, inventar telescopios y prender algo sobre el espacio y los lejanos planetas, estrellas y galaxias. Podemos construir microscopios y aprender acerca de las partículas infinitesimales de la materia.
Aprendemos acerca de la electricidad y las leyes de la física y la química. Aprendemos a usar la rueda y a construir carreteras y vehículos que nos permiten viajar con más velocidad que cualquier animal. Aprendemos a volar más lejos y más rápido que cualquier pájaro. Podemos desintegrar el átomo y ponerlo a nuestro servicio. Descubrimos y utilizamos la energía nuclear.
Pero tenemos que aprender y estudiar; tenemos que educarnos y estar preparados para lo que nos proponemos hacer.
Una de las primeras cosas que necesitamos aprender es que ¡necesitamos aprender! Una vez que se ha aprendido lo suficiente para escoger una meta, el segundo paso para la obtención triunfal de esa meta es aprender cómo alcanzarla, es decir, adquirir la educación adicional, el entrenamiento y la experiencia que proporcionen los conocimientos necesarios para lograr la meta.
La mayoría de las personas nunca se fijan una meta definida. No teniendo un objetivo específico, descuidan la educación apropiada quo los capacitaría para tener una vida de éxito. Todos esos hombres de quienes he contado sus anécdotas e historias, tenían una meta. Se habían fijado como objetivo general en la vida el adquirir posesiones, ser importantes y disfrutar los momentos pasajeros de su existencia. Como un medio para alcanzar este objetivo, ellos habían establecido metas más específicas, como prosperar en la banca, la industria, la política, el teatro, la literatura o lo que fuera. Todos se educaron para su profesión o vocación en particular. Tenían criterio suficiente para darse cuenta de que la educación no solamente incluía el aprendizaje, sino también el desarrollo de la personalidad, el don de mando, la experiencia y el conocimiento obtenidos de sus relaciones y asociaciones, así como de la observación.
Sin embargo, estas personas de “éxito” no alcanzaron realmente el éxito. No sólo escogieron una meta que los llevó por el camino de los falsos valores, sino que erraron al no prepararse con el tipo de educación que hace posible el éxito real y perdurable, esto es, la realización del propósito de la vida. Hay, por lo tanto, una educación falsa y una verdadera. Estos hombres prósperos no gozaron de una prosperidad perdurable. A pesar de su educación, no llegaron a conocer los valores verdaderos. Escogieron metas que los condujeron por la senda de los falsos valores, los cuales no permanecen. El sistema educativo de este mundo descuida la importantísima tarea de recobrar los valores verdaderos. Aun los educadores eruditos a menudo se consagran por largos años a la investigación de asuntos triviales e inútiles.
El conocimiento más esencial y básico—el de los valores genuinos, del significado y propósito de la vida, del camino de la paz, la felicidad y el abundante bienestar—jamás forma parte de la enseñanza de hoy. Debido a que pude percibir la decadencia de la educación moderna, debido a que pude reconocer el inmenso vacío que existe en la enseñanza, fui impulsado a fundar una institución educativa que satisficiera esta necesidad.
La educación correcta debe enseñar que todas las cosas están sujetas a la ley de causa y efecto, debe hacer hincapié en el hecho de que por cada efecto o resultado, ya sea bueno o malo, existe una causa. La educación verdadera explica la causa de los males de este mundo, tanto de los problemas personales como de los colectivos, a fin de que puedan ser evitados. También debe instruir con respecto a la causa de los resultados buenos, a fin de que sepamos cómo cosechar el bien en lugar del mal. La educación verdadera no sólo debe enseñarnos a vivir, sino que debe saber y enseñar el propósito de la vida humana y cómo cumplirlo.
La decadente educación de hoy ha dado lugar a las revueltas estudiantiles, que a su vez ¡han sumido a las universidades en un estado de violencia y caos! Esta es otra tragedia significativa de nuestros tiempos. En este mundo se difunde una educación falsa proveniente de los paganos quienes, aunque eran pensadores y filósofos, ¡estaban engañados y carecían del conocimiento de los valores y los objetivos verdaderos de la vida! ¡La verdadera historia de la educación es en sí misma una historia reveladora!
Continuaremos...
Leer más...
Etiquetas:
EXITO
lunes, 19 de octubre de 2009
Las 7 Leyes del EXITO
TERCERA PARTE
PRIMERA LEY DEL EXITO
He aquí, pues, la primera ley del éxito: “FIJARSE LA META CORRECTA”
No se trata de una meta cualquiera. La mayoría de los hombres “prósperos” que hemos mencionado tenían sus metas y se afanaron incansablemente por alcanzarlas. Pero metas como hacer fortunas, volverse “importante” a los ojos de la gente y disfrutar del placer pasajero de los cinco sentidos, han regado el camino de la historia con temores, preocupaciones, angustias, conciencias atribuladas, penas, frustraciones, vidas vacías y muerte. Esas cosas pueden tenerse y disfrutarse juntamente con el verdadero éxito, pero por sí solas no lo traen. Tener la meta correcta incluye algo más.
En otras palabras, la primera ley del éxito incluye el poder definir el éxito. Una vez que nos hayamos enterado de lo que es el éxito, debemos convertirlo en la meta principal de nuestra vida.
¿Sabía el lector que la mayoría de las personas jamás se fijan una meta definida en sus vidas. En realidad la mayoría, como ya lo hemos dicho, ¡no saben ni aplican siquiera UNA SOLA de las siete leyes del éxito!
Muy pocas personas parecen tener algún objetivo en la vida. Simplemente viven “a la deriva”, por así decirlo. Si uno ahorra dinero para disfrutar de unas vacaciones en 14 cierto lugar, seguramente pasa muchos días de emocionada expectación haciendo los planes de su viaje. Tiene un destino definido y todos los planes se trazan con el fin de llegar a ese destino o meta. La persona sabe hacia dónde quiere ir; de otra manera, ¿cómo piensa llegar allá?
Como ya dijimos, la mayoría no tienen ningún propósito en la vida, simplemente son víctimas de las circunstancias. Nunca planearon intencionalmente estar en el empleo u ocupación en el que hoy se encuentran. No escogieron el lugar donde viven, es decir, no lo planearon así. ¡Simplemente han sido llevados por las circunstancias! Tales personas se han dejado llevar a la ventura sin hacer esfuerzo alguno por dominar y controlar las circunstancias.
La primera ley del éxito, repetimos, es fijarse la meta correcta…no cualquier meta. Uno podría fijarse una meta en la cual se tuviera poco o ningún interés y acabar por llevar una vida inactiva. La meta correcta despertará ambición, la cual es más que sólo un deseo: es deseo con incentivo, es determinación y voluntad de lograr lo deseado. La meta correcta se deseará tan intensamente que provocará un esfuerzo resuelto y vigoroso. Le infundirá ánimo al individuo.
Debería existir un propósito trascendental en nuestra vida. Muy pocos han conocido un propósito así. A lo largo de los siglos y los milenios, los grandes pensadores y filósofos han ref lexionado en vano deseando saber si la vida tiene un propósito verdadero. Sócrates, Platón y Agustín, entre otros, especularon y razonaron al respecto; sin embargo, el verdadero significado de la vida siempre les eludió. El asunto más profundo y más importante de la vida quedó en el misterio; era para ellos ¡un enigma insoluble! SI ACASO alguien pudiera descubrir el propósito supereminente, ese propósito definido para el cual los humanos fuimos puestos sobre la tierra, SI ACASO pudiera descubrir un potencial humano que trascendiera la existencia temporal, se supone que tal propósito sería la meta que provocaría una ambición dinámica.
Pero… ¡ay! ¿Quién ha descubierto alguna vez tal propósito, tal finalidad de la vida? ¿No había algo más excelente por lo cual pudieran haberse esforzado los dos prominentes banqueros amigos míos? ¿No había algo mejor que el sólo disfrutar de su pasajera prosperidad…para luego ser olvidados por sus sucesores? Después de todo, ¿qué es lo que hace la vida digna de vivirse?
Repetimos: La primera ley del verdadero éxito es ¡fijarse la meta correcta! Los hombres que hemos mencionado se encontraban entre los más eminentemente prósperos de este mundo, y todos tuvieron metas y aplicaron con diligencia las seis primeras leyes del éxito. Pero por desconocer la séptima no supieron aplicar debidamente la primera, y su éxito fue pasajero.
Continuaremos...
Leer más...
PRIMERA LEY DEL EXITO
He aquí, pues, la primera ley del éxito: “FIJARSE LA META CORRECTA”
No se trata de una meta cualquiera. La mayoría de los hombres “prósperos” que hemos mencionado tenían sus metas y se afanaron incansablemente por alcanzarlas. Pero metas como hacer fortunas, volverse “importante” a los ojos de la gente y disfrutar del placer pasajero de los cinco sentidos, han regado el camino de la historia con temores, preocupaciones, angustias, conciencias atribuladas, penas, frustraciones, vidas vacías y muerte. Esas cosas pueden tenerse y disfrutarse juntamente con el verdadero éxito, pero por sí solas no lo traen. Tener la meta correcta incluye algo más.
En otras palabras, la primera ley del éxito incluye el poder definir el éxito. Una vez que nos hayamos enterado de lo que es el éxito, debemos convertirlo en la meta principal de nuestra vida.
¿Sabía el lector que la mayoría de las personas jamás se fijan una meta definida en sus vidas. En realidad la mayoría, como ya lo hemos dicho, ¡no saben ni aplican siquiera UNA SOLA de las siete leyes del éxito!
Muy pocas personas parecen tener algún objetivo en la vida. Simplemente viven “a la deriva”, por así decirlo. Si uno ahorra dinero para disfrutar de unas vacaciones en 14 cierto lugar, seguramente pasa muchos días de emocionada expectación haciendo los planes de su viaje. Tiene un destino definido y todos los planes se trazan con el fin de llegar a ese destino o meta. La persona sabe hacia dónde quiere ir; de otra manera, ¿cómo piensa llegar allá?
Como ya dijimos, la mayoría no tienen ningún propósito en la vida, simplemente son víctimas de las circunstancias. Nunca planearon intencionalmente estar en el empleo u ocupación en el que hoy se encuentran. No escogieron el lugar donde viven, es decir, no lo planearon así. ¡Simplemente han sido llevados por las circunstancias! Tales personas se han dejado llevar a la ventura sin hacer esfuerzo alguno por dominar y controlar las circunstancias.
La primera ley del éxito, repetimos, es fijarse la meta correcta…no cualquier meta. Uno podría fijarse una meta en la cual se tuviera poco o ningún interés y acabar por llevar una vida inactiva. La meta correcta despertará ambición, la cual es más que sólo un deseo: es deseo con incentivo, es determinación y voluntad de lograr lo deseado. La meta correcta se deseará tan intensamente que provocará un esfuerzo resuelto y vigoroso. Le infundirá ánimo al individuo.
Debería existir un propósito trascendental en nuestra vida. Muy pocos han conocido un propósito así. A lo largo de los siglos y los milenios, los grandes pensadores y filósofos han ref lexionado en vano deseando saber si la vida tiene un propósito verdadero. Sócrates, Platón y Agustín, entre otros, especularon y razonaron al respecto; sin embargo, el verdadero significado de la vida siempre les eludió. El asunto más profundo y más importante de la vida quedó en el misterio; era para ellos ¡un enigma insoluble! SI ACASO alguien pudiera descubrir el propósito supereminente, ese propósito definido para el cual los humanos fuimos puestos sobre la tierra, SI ACASO pudiera descubrir un potencial humano que trascendiera la existencia temporal, se supone que tal propósito sería la meta que provocaría una ambición dinámica.
Pero… ¡ay! ¿Quién ha descubierto alguna vez tal propósito, tal finalidad de la vida? ¿No había algo más excelente por lo cual pudieran haberse esforzado los dos prominentes banqueros amigos míos? ¿No había algo mejor que el sólo disfrutar de su pasajera prosperidad…para luego ser olvidados por sus sucesores? Después de todo, ¿qué es lo que hace la vida digna de vivirse?
Repetimos: La primera ley del verdadero éxito es ¡fijarse la meta correcta! Los hombres que hemos mencionado se encontraban entre los más eminentemente prósperos de este mundo, y todos tuvieron metas y aplicaron con diligencia las seis primeras leyes del éxito. Pero por desconocer la séptima no supieron aplicar debidamente la primera, y su éxito fue pasajero.
Continuaremos...
Leer más...
Etiquetas:
EXITO
sábado, 17 de octubre de 2009
Las 7 Leyes del EXITO
SEGUNDA PARTE
Un caso específico
Sucedió que precisamente la mañana en que redacté el manuscrito original de este folleto, leí en un periódico londinense el obituario de Clark Gable, célebre actor del cine norteamericano. Considero que el mundo lo vio como un hombre muy afortunado. Sin embargo, ¿en verdad lo fue? ¿Qué es el éxito en realidad? ¿Y cómo puede obtenerlo la gente cuando son tan pocos los que saben en qué consiste? Muchas cosas me llamaron la atención al leer el obituario de esta estrella del cine, ya que estaba enfocando mis pensamientos en el tema del éxito.
En la primera plana de aquel diario Clark Gable era proclamado como el rey del cine. Se le describía como “el héroe romántico de 90 películas”. Se contaba entre las 10 estrellas del cine que más dinero ganaron en los años 1932-43, 1947-49 y 1955. Es decir, durante 16 años; y las grandes estrellas de cine ganan sueldos fabulosos. “Él fue uno de los pocos ídolos que se mantuvieron en primer lugar por tanto tiempo”, decía el obituario. Pero, ¿es eso éxito? Una de las cosas más “fascinantes” que se decían acerca de su vida, era que se había casado ¡cinco veces! ¿Podríamos considerar a un hombre con por lo menos tres matrimonios fracasados (una de sus esposas murió en un accidente de aviación) como una persona de éxito?
El obituario continuaba diciendo que él cultivaba “el frunce de las cejas, el conocido entrecejo, los ojos a medio cerrar y su mirada socarrona”. Todo eso no era natural; él lo había desarrollado deliberadamente para cautivar a las mujeres. “Clark Gable”, terminaba el obituario, “había cultivado todo esto para las muchachas durante casi todo su reinado romántico”. Podría decirse que era su “marca de fábrica”, y así lo consideraba él, pues decía: “Para mí, este es un negocio y siempre lo ha sido”. Era simplemente su forma de ganarse la vida.
Hombres ricos que he conocido
Desde los 18 años en los Estados Unidos y durante la edad madura por todo el mundo, he tenido estrecha amistad y contacto frecuente con individuos considerados como hombres de éxito. He leído muchos libros y artículos escritos por esas personas, así como biografías y autobiografías de grandes hombres y de los casi grandes, en donde dan a conocer sus filosofías y experiencias. Sé cómo piensan y cómo actúan estos dirigentes y qué principios y preceptos siguen.
Un factor ha caracterizado a casi todos estos hombres: Todos ganaron mucho dinero y adquirieron abundantes bienes materiales. Muchos presidían grandes compañías y eran considerados como personas muy importantes. Es significativo que la mayoría de estos hombres observaron seis de las siete leyes del éxito. ¡Este hecho es tremendamente importante!
Uno de ellos fue el presidente de una gran compañía de automóviles durante la época en que yo era un joven subsecretario de la Cámara de Comercio de esa ciudad. Él llegó a ser muy rico y era reconocido mundialmente como un hombre importante. Llegó a la cima de su profesión, pero en la breve depresión de 1920 su compañía pasó a otras manos y él perdió todos sus bienes. Acabó por suicidarse. A fin de cuentas, ¿tuvo éxito aquel señor? Practicó cinco de las leyes del éxito, pero descuidó la séptima y también la sexta.
Arthur Reynolds, a quien conocí más íntimamente, era presidente del banco que en ese tiempo se consideraba como el segundo en importancia en los Estados Unidos. Conocí al Sr. Reynolds cuando presidía un banco de mi ciudad natal. Más tarde, cuando yo era un ambicioso y próspero joven publicista en Chicago, a menudo lo visitaba para pedirle su consejo. Él siempre se mostró interesado y servicial y yo siempre acaté su sabio consejo. El Sr. Reynolds alcanzó reconocimiento nacional y fama mundial.
Unos 35 años más tarde, entré a aquel gran banco y le pregunté a uno de sus muchos vicepresidentes si sabía a dónde se había trasladado el Sr. Reynolds y dónde había muerto. (Había oído rumores de que se había jubilado y mudado a la ciudad de Pasadena, California, y que allí había muerto.) El vicepresidente a quien pregunté nunca había oído hablar del Sr. Reynolds.
—¿Quién fue él?—me preguntó.
Después preguntó a otros y ninguno recordaba al Sr. Reynolds. Finalmente el secretario de Relaciones Públicas envió a alguien a la biblioteca del banco, de donde trajo un recorte de periódico. Parecía que esto era el único registro que el banco tenía de su antiguo presidente quien, junto con su hermano, había sido el artífice principal de la magnitud e importancia alcanzadas por esa institución bancaria. El recorte era de un periódico de San Mateo, California, en el cual se notificaba su muerte acaecida en ese suburbio de San Francisco.
Después de leerlo, se lo devolví.
—Seguramente usted querrá conservarlo—le dije—. Debe ser de gran valor para el banco.
—No—me respondió—. Si usted conoció al Sr. Reynolds, puede quedarse con el recorte.
En esa forma obtuve de ese gran banco quizá lo único que quedaba de la memoria del más importante de sus presidentes. Su “éxito” no fue duradero y ya nadie se acordaba de él. Durante su vida activa, el Sr. Reynolds aplicó las seis primeras leyes del éxito. Sin embargo, cualquier éxito que él haya logrado fue pasajero. Aunque acumuló dinero, contó con una buena porción de acciones bancadas, poseyó una magnífica residencia y fue considerado como un hombre importante mientras vivía, ¡todo su “éxito” murió con él!
El otro gran banquero fue John McHugh. Lo conocí cuando era presidente de un banco en una ciudad del interior del país. En 1920 tuve una interesante conversación con él durante la convención de la Asociación Americana de Banqueros. Para ese entonces él ya era presidente de un banco bien conocido de Nueva York. Poco después, la unión de varios bancos neoyorquinos lo colocó en una posición dos veces mayor que la del presidente del banco más grande del mundo en aquella época.
Sin embargo, 36 años después, cuando pregunté por él en ese banco, la respuesta fue la misma: “¿Quién fue? Nunca hemos oído hablar de él”. Su “éxito” no le sobrevivió. Hay, sin embargo, un éxito que ¡perdura!
Otro caso de "éxito"
He tenido el privilegio de conocer a muchos de los grandes hombres y de los casi grandes, especialmente del medio financiero. He tenido trato con capitalistas multimillonarios, jefes ejecutivos de grandes compañías, ministros de gobierno, autores, artistas, conferencistas y rectores de universidades. Para la mayoría de ellos, el éxito significaba la adquisición de dinero y bienes materiales, así como el ser reconocidos como gente importante.
Uno de los personajes importantes que conocí fue Elbert Hubbard, filósofo, escritor prolífico, editor, conferencista y conocido como un hombre sabio. “El Fray”, como él mismo se tildaba algunas veces, se hizo bastante famoso. Usaba una cabellera semi larga, bajo un sombrero grande y un corbatón. Se decía que contaba con medio millón de dólares; hoy esa cantidad equivaldría a varios millones. Publicaba dos revistas: El Filisteo y El Fray, las cuales casi llenaba con escritos propios. Se jactaba de poseer el vocabulario más extenso desde el tiempo de Shakespeare. Publicó Una Biblia Americana que escandalizó a muchos religiosos, aunque él les explicó que la palabra “Biblia” simplemente significa “libro”, sin implicar necesariamente escritos sagrados, a menos que fuera precedida de la palabra “santa”. Su “Biblia” consistía en composiciones selectas escogidas por él, entre las cuales se encontraban escritos de varios escritores norteamericanos influyentes… ¡incluso Hubbard, por supuesto! Casi la mitad del libro contenía sus propias obras y el resto era una colección de las de otros escritores.
Hubbard no era víctima de complejos de inferioridad, y la filosofía que predicaba era positivista. Poseía una perspicacia y una sabiduría singulares para las cosas puramente materiales, además de una comprensión profunda de la naturaleza humana. Sabía que los hombres “importantes” codiciaban la lisonja, tanto como los actores el aplauso. Una gran parte de su fortuna la había ganado escribiendo una serie casi interminable de folletos bajo el título de Pequeños viajes a las casas de los grandes y los casi grandes. Eran impresos en un estilo único en su propia imprenta.
Gran número de norteamericanos ricos y famosos le pagaban enormes sumas para que los ensalzara en su inimitable estilo literario. Una información interesante sobre el concepto que el Sr. Hubbard tenía del éxito, le salió espontáneamente un domingo en la tarde mientras charlábamos en su hospedería en la ciudad de Aurora Oriental, Nueva York.
—Una vez le pregunté a un ministro unitario—le dije al Sr. Hubbard—, si había podido por fin determinar cuáles son realmente las creencias religiosas que usted profesa, si es que profesa algunas. “El Fray Elberto” se interesó al momento.
—¿Y qué le contestó?—me preguntó curioso.
—Me dijo que no estaba seguro, pero que cualquiera que fuera la religión de usted, sospechaba que tenía su origen en su billetera y su cuenta bancaria—le contesté. El Sr. Hubbard no lo negó, sino que carcajeándose me dijo:
—Y bien que me salgo con la mía, ¿no es cierto? ¿Tuvo éxito el Sr. Hubbard? De acuerdo con las normas humanas, creo que lo tuvo. Él conocía y aplicaba seis de las siete leyes del éxito. Era industrioso, trabajaba con afán y cosechó abundantes “frutos”: dinero, popularidad, aclamación. Sin embargo, él y su esposa se fueron al fondo del mar cuando un submarino alemán hundió al trasatlántico Lusitania en el que viajaban.
La fama del Sr. Hubbard no fue duradera, pues hoy es prácticamente desconocido. Él conocía los valores materiales, pero su agnosticismo le cerró la puerta del camino que le hubiera conducido a la comprensión de los valores espirituales. Él nunca entendió el verdadero propósito de la vida. No estaba seguro si en efecto existía un Creador. Estaba convencido de que la “cristiandad”, en la forma en que el mundo la conceptúa, era una superstición irrazonable. Ignoraba la razón por la cual la humanidad había sido puesta sobre la tierra… o si había surgido por azar. Ignoraba también el destino potencial del hombre. No tenía conocimiento de la séptima ley del éxito. Y como no conocía ni aplicaba esta ley, se impulsaba fuertemente, mediante la aplicación concienzuda de las primeras seis, ¡en la dirección diametralmente contraria a la que lleva al verdadero éxito!
Nunca hallaron satisfacción
¿Cuál fue el verdadero significado de la vida para estos hombres de “éxito”? El objetivo de su vida, su definición del éxito, consistía en la adquisición de bienes materiales, en el reconocimiento de su importancia por la sociedad y en el estímulo pasajero de los cinco sentidos. Pero entre más adquirían, más ambicionaban… y menos satisfechos quedaban con lo que tenían. Lo que adquirían nunca era suficiente. Algunos de los hombres de “éxito” en el mundo hacen que sus fotografías aparezcan en la primera plana de los periódicos metropolitanos y en la portada de revistas famosas. Esto envanece y excita temporalmente al ego, mas nunca satisface a largo plazo. ¡No hay nada que el público olvide tan rápidamente como las noticias de ayer!
Algunos piensan que la felicidad de los hombres consiste en tener muchas mujeres, aunque sea una tras otra en lugar de tenerlas en un harén. Pero esto es una experiencia corrosiva, y esos hombres nunca conocen los gozos de la bendición matrimonial con una sola mujer, siempre fieles el uno al otro. Muchos hombres buscan, la lisonja de otros, aun cuando se la tengan que “comprar” elogiándolos a’ sus semejantes. Pero como el aplauso que se prodiga al actor, eso no perdura y los deja abrumados, ¡con una inmensa sed de algo que satisfaga!
Por consiguiente, quedan descontentos; e inquietos. Aunque sus cuentas bancarias estén repletas, sus vidas están vacías. Lo que adquieren nunca es suficiente ni ‘les satisface. Además, ¡todo lo dejan atrás cuando mueren! ¿En dónde está el mal? Tales hombres se fijaron metas equivocadas. No habían discernido los verdaderos valores, de manera que iban en pos de los falsos. ¿No es hora, pues, de aprender la verdadera definición del éxito?
No todo triunfo es éxito
Tal vez el mejor ejemplo de todos es el de aquel antiguo rey que se afanó mucho y obtuvo fabulosas riquezas. Probó de todos los placeres para ver si proporcionaban felicidad. Este rey se dijo a sí mismo: “Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes” (Eclesiastés 2:1). Al describir su experimento, escribió: “Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien…” (versículo 3).
Aquel rey, cuando era joven, trató realmente de disfrutar de la vida, y contaba con los medios para hacerlo. Fue uno de los hombres más ricos que jamás hayan existido, con todos los recursos de una nación a su alcance. Si no contaba con suficiente dinero para el logro de alguno de sus proyectos, simplemente subía los impuestos. Así que, al continuar con su experimento para encontrar la felicidad y el éxito, escribió: “Engrandecía mis obras [estupendas obras y proyectos nacionales], edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí…
No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo: y esta fue mi parte de toda mi faena” (Eclesiastés 2:4-10).
Luego concluyó: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (versículo 11).
“Vanidad de vanidades, todo es vanidad”, escribió este rey al final de su vida de experimentación (Eclesiastés 1:2). Todo aquello era una lucha continua… ¿tras de qué? Tras de nada, todo era “trabajar en vano”, concluyó (Eclesiastés 5:16). Todo lo que le trajo una vida de afanoso trabajo, dedicación vigorosa y obtención de bienes materiales, confesó aquel rey, no fue más que ¡un puñado de aire!
A este hombre se le llamó el más sabio que jamás haya vivido. Fue el rey Salomón de la antigua Israel. A pesar de sus costosos experimentos, él nunca halló los verdaderos valores ni el significado del éxito perdurable y legítimo. ¿A qué se debió esto? Simplemente a que, con toda su sabiduría, este hombre buscó el placer, la felicidad y el éxito a su manera: en el materialismo. En el principio, el Eterno Creador diseñó y puso en vigor leyes vivientes con el fin de producir felicidad, vida abundante y gozo sano y continuo para todos los humanos que las acataran. Estas son las siete grandes leyes del éxito. El rey Salomón, como casi todos los hombres “prósperos” del mundo, aplicó tesoneramente las seis primeras, pero al no tener en cuenta la séptima, se dirigió por el camino equivocado. Entre más se afanó, más lejos llegó, pero en dirección opuesta del éxito perdurable y verdadero.
Él conocía esta séptima ley, pero “hizo Salomón lo malo ante los ojos del Eterno…” Él no obedeció lo que le mandó su Hacedor. “Y dijo el Eterno a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino” (1 Reyes 11:6-11).
Consideremos ahora las experiencias de un rey moderno. Éste era amigo íntimo de otro monarca, el ex rey Saud de Arabia, a quien he sido presentado personalmente. Hace tiempo los periódicos publicaron la noticia de la repentina riqueza que le llegó al emir Alí de Qatar. Qatar es una península de la costa de Arabia, en el golfo Pérsico. Repentinamente le llegó al pequeño país un gran auge petrolero que le producía a este emirato de 35.000 habitantes, 50 millones de dólares anuales, de los cuales 12 millones y medio iban directamente al Emir.
¿Qué haría usted si de repente recibiera una renta de 12.500.000 de dólares al año?
¡Probablemente no haría lo que piensa que haría! Tal cantidad de dinero, llegada repentinamente, cambiaría radicalmente las ideas de uno. Eso fue lo que pasó con el emir Alí. Inmediatamente empezó a construirse ostentosos palacios rosados, verdes y dorados en medio de las chozas de adobe en las que vivían los habitantes de su país. Sus palacios eran ultramodernos, con aire acondicionado y aun con cortinas controladas por botones. Así el nuevo rico podía preservarse de los ardientes 50 grados del desierto. Alquilaba aviones para llevar consigo un séquito tan numeroso que su villa palaciega en el lago de Ginebra era insuficiente para alojarlo. Tenía que buscar acomodo en varios hoteles del lugar.
Después el Emir se auto regaló una magnífica mansión de un millón de dólares, desde la cual podía disfrutar de un panorama espectacular de la ciudad de Beirut, Líbano, y el hermoso Mediterráneo. Cuando el rey Saud le hizo una visita real, él le obsequió 16 automóviles, uno de ellos con incrustaciones de oro. El viejo emir Alí se volvió tan generoso con sus propios caprichos, que pronto sus deudas llegaron a los 14 millones de dólares, ¡sobrepasando a sus fabulosas entradas!
Alrededor del mundo se difundió la noticia de que Alí simplemente no podía cubrir sus gastos con sólo 12 millones y medio de dólares al año. El primero de noviembre de 1960 abdicó en favor de su hijo Ahmed, de 40 años de edad. Un nuevo consejo consultivo convino en pagar las deudas del viejo Alí y concederle una pensión que le permitiera sostener un puñado de sirvientes y unas cuantas esposas. ¡Pobre Alí! Le fue más difícil sufragar sus gastos con 12 millones y medio de dólares anuales, que cuando estaba en relativa pobreza.
Ciertamente, nada puede ser más importante en la vida que saber lo que es el éxito verdadero y cómo alcanzarlo. ¿Cuál es, pues, la primera ley del éxito? Antes de enunciarla debo aclarar que en el presente folleto nuestro propósito no es analizar los principios morales y espirituales como rectitud, paciencia, lealtad, cortesía, confianza, puntualidad, etc., pues éstos están incluidos automáticamente en las siete reglas. Damos por sentado que no se puede obtener el éxito sin estos principios fundamentales del carácter.
Por otro lado, muchos que son honrados y rectos nunca han practicado específicamente ninguna de las siete leyes del éxito. Muchos pueden ser leales, tener paciencia y cortesía y ser puntuales, sin alcanzar jamás el éxito porque no aplican una sola de las siete leyes específicas y definidas. Aun así, cada una de estas leyes es muy amplia en su alcance.
Continuaremos....
Leer más...
Un caso específico
Sucedió que precisamente la mañana en que redacté el manuscrito original de este folleto, leí en un periódico londinense el obituario de Clark Gable, célebre actor del cine norteamericano. Considero que el mundo lo vio como un hombre muy afortunado. Sin embargo, ¿en verdad lo fue? ¿Qué es el éxito en realidad? ¿Y cómo puede obtenerlo la gente cuando son tan pocos los que saben en qué consiste? Muchas cosas me llamaron la atención al leer el obituario de esta estrella del cine, ya que estaba enfocando mis pensamientos en el tema del éxito.
En la primera plana de aquel diario Clark Gable era proclamado como el rey del cine. Se le describía como “el héroe romántico de 90 películas”. Se contaba entre las 10 estrellas del cine que más dinero ganaron en los años 1932-43, 1947-49 y 1955. Es decir, durante 16 años; y las grandes estrellas de cine ganan sueldos fabulosos. “Él fue uno de los pocos ídolos que se mantuvieron en primer lugar por tanto tiempo”, decía el obituario. Pero, ¿es eso éxito? Una de las cosas más “fascinantes” que se decían acerca de su vida, era que se había casado ¡cinco veces! ¿Podríamos considerar a un hombre con por lo menos tres matrimonios fracasados (una de sus esposas murió en un accidente de aviación) como una persona de éxito?
El obituario continuaba diciendo que él cultivaba “el frunce de las cejas, el conocido entrecejo, los ojos a medio cerrar y su mirada socarrona”. Todo eso no era natural; él lo había desarrollado deliberadamente para cautivar a las mujeres. “Clark Gable”, terminaba el obituario, “había cultivado todo esto para las muchachas durante casi todo su reinado romántico”. Podría decirse que era su “marca de fábrica”, y así lo consideraba él, pues decía: “Para mí, este es un negocio y siempre lo ha sido”. Era simplemente su forma de ganarse la vida.
Hombres ricos que he conocido
Desde los 18 años en los Estados Unidos y durante la edad madura por todo el mundo, he tenido estrecha amistad y contacto frecuente con individuos considerados como hombres de éxito. He leído muchos libros y artículos escritos por esas personas, así como biografías y autobiografías de grandes hombres y de los casi grandes, en donde dan a conocer sus filosofías y experiencias. Sé cómo piensan y cómo actúan estos dirigentes y qué principios y preceptos siguen.
Un factor ha caracterizado a casi todos estos hombres: Todos ganaron mucho dinero y adquirieron abundantes bienes materiales. Muchos presidían grandes compañías y eran considerados como personas muy importantes. Es significativo que la mayoría de estos hombres observaron seis de las siete leyes del éxito. ¡Este hecho es tremendamente importante!
Uno de ellos fue el presidente de una gran compañía de automóviles durante la época en que yo era un joven subsecretario de la Cámara de Comercio de esa ciudad. Él llegó a ser muy rico y era reconocido mundialmente como un hombre importante. Llegó a la cima de su profesión, pero en la breve depresión de 1920 su compañía pasó a otras manos y él perdió todos sus bienes. Acabó por suicidarse. A fin de cuentas, ¿tuvo éxito aquel señor? Practicó cinco de las leyes del éxito, pero descuidó la séptima y también la sexta.
Arthur Reynolds, a quien conocí más íntimamente, era presidente del banco que en ese tiempo se consideraba como el segundo en importancia en los Estados Unidos. Conocí al Sr. Reynolds cuando presidía un banco de mi ciudad natal. Más tarde, cuando yo era un ambicioso y próspero joven publicista en Chicago, a menudo lo visitaba para pedirle su consejo. Él siempre se mostró interesado y servicial y yo siempre acaté su sabio consejo. El Sr. Reynolds alcanzó reconocimiento nacional y fama mundial.
Unos 35 años más tarde, entré a aquel gran banco y le pregunté a uno de sus muchos vicepresidentes si sabía a dónde se había trasladado el Sr. Reynolds y dónde había muerto. (Había oído rumores de que se había jubilado y mudado a la ciudad de Pasadena, California, y que allí había muerto.) El vicepresidente a quien pregunté nunca había oído hablar del Sr. Reynolds.
—¿Quién fue él?—me preguntó.
Después preguntó a otros y ninguno recordaba al Sr. Reynolds. Finalmente el secretario de Relaciones Públicas envió a alguien a la biblioteca del banco, de donde trajo un recorte de periódico. Parecía que esto era el único registro que el banco tenía de su antiguo presidente quien, junto con su hermano, había sido el artífice principal de la magnitud e importancia alcanzadas por esa institución bancaria. El recorte era de un periódico de San Mateo, California, en el cual se notificaba su muerte acaecida en ese suburbio de San Francisco.
Después de leerlo, se lo devolví.
—Seguramente usted querrá conservarlo—le dije—. Debe ser de gran valor para el banco.
—No—me respondió—. Si usted conoció al Sr. Reynolds, puede quedarse con el recorte.
En esa forma obtuve de ese gran banco quizá lo único que quedaba de la memoria del más importante de sus presidentes. Su “éxito” no fue duradero y ya nadie se acordaba de él. Durante su vida activa, el Sr. Reynolds aplicó las seis primeras leyes del éxito. Sin embargo, cualquier éxito que él haya logrado fue pasajero. Aunque acumuló dinero, contó con una buena porción de acciones bancadas, poseyó una magnífica residencia y fue considerado como un hombre importante mientras vivía, ¡todo su “éxito” murió con él!
El otro gran banquero fue John McHugh. Lo conocí cuando era presidente de un banco en una ciudad del interior del país. En 1920 tuve una interesante conversación con él durante la convención de la Asociación Americana de Banqueros. Para ese entonces él ya era presidente de un banco bien conocido de Nueva York. Poco después, la unión de varios bancos neoyorquinos lo colocó en una posición dos veces mayor que la del presidente del banco más grande del mundo en aquella época.
Sin embargo, 36 años después, cuando pregunté por él en ese banco, la respuesta fue la misma: “¿Quién fue? Nunca hemos oído hablar de él”. Su “éxito” no le sobrevivió. Hay, sin embargo, un éxito que ¡perdura!
Otro caso de "éxito"
He tenido el privilegio de conocer a muchos de los grandes hombres y de los casi grandes, especialmente del medio financiero. He tenido trato con capitalistas multimillonarios, jefes ejecutivos de grandes compañías, ministros de gobierno, autores, artistas, conferencistas y rectores de universidades. Para la mayoría de ellos, el éxito significaba la adquisición de dinero y bienes materiales, así como el ser reconocidos como gente importante.
Uno de los personajes importantes que conocí fue Elbert Hubbard, filósofo, escritor prolífico, editor, conferencista y conocido como un hombre sabio. “El Fray”, como él mismo se tildaba algunas veces, se hizo bastante famoso. Usaba una cabellera semi larga, bajo un sombrero grande y un corbatón. Se decía que contaba con medio millón de dólares; hoy esa cantidad equivaldría a varios millones. Publicaba dos revistas: El Filisteo y El Fray, las cuales casi llenaba con escritos propios. Se jactaba de poseer el vocabulario más extenso desde el tiempo de Shakespeare. Publicó Una Biblia Americana que escandalizó a muchos religiosos, aunque él les explicó que la palabra “Biblia” simplemente significa “libro”, sin implicar necesariamente escritos sagrados, a menos que fuera precedida de la palabra “santa”. Su “Biblia” consistía en composiciones selectas escogidas por él, entre las cuales se encontraban escritos de varios escritores norteamericanos influyentes… ¡incluso Hubbard, por supuesto! Casi la mitad del libro contenía sus propias obras y el resto era una colección de las de otros escritores.
Hubbard no era víctima de complejos de inferioridad, y la filosofía que predicaba era positivista. Poseía una perspicacia y una sabiduría singulares para las cosas puramente materiales, además de una comprensión profunda de la naturaleza humana. Sabía que los hombres “importantes” codiciaban la lisonja, tanto como los actores el aplauso. Una gran parte de su fortuna la había ganado escribiendo una serie casi interminable de folletos bajo el título de Pequeños viajes a las casas de los grandes y los casi grandes. Eran impresos en un estilo único en su propia imprenta.
Gran número de norteamericanos ricos y famosos le pagaban enormes sumas para que los ensalzara en su inimitable estilo literario. Una información interesante sobre el concepto que el Sr. Hubbard tenía del éxito, le salió espontáneamente un domingo en la tarde mientras charlábamos en su hospedería en la ciudad de Aurora Oriental, Nueva York.
—Una vez le pregunté a un ministro unitario—le dije al Sr. Hubbard—, si había podido por fin determinar cuáles son realmente las creencias religiosas que usted profesa, si es que profesa algunas. “El Fray Elberto” se interesó al momento.
—¿Y qué le contestó?—me preguntó curioso.
—Me dijo que no estaba seguro, pero que cualquiera que fuera la religión de usted, sospechaba que tenía su origen en su billetera y su cuenta bancaria—le contesté. El Sr. Hubbard no lo negó, sino que carcajeándose me dijo:
—Y bien que me salgo con la mía, ¿no es cierto? ¿Tuvo éxito el Sr. Hubbard? De acuerdo con las normas humanas, creo que lo tuvo. Él conocía y aplicaba seis de las siete leyes del éxito. Era industrioso, trabajaba con afán y cosechó abundantes “frutos”: dinero, popularidad, aclamación. Sin embargo, él y su esposa se fueron al fondo del mar cuando un submarino alemán hundió al trasatlántico Lusitania en el que viajaban.
La fama del Sr. Hubbard no fue duradera, pues hoy es prácticamente desconocido. Él conocía los valores materiales, pero su agnosticismo le cerró la puerta del camino que le hubiera conducido a la comprensión de los valores espirituales. Él nunca entendió el verdadero propósito de la vida. No estaba seguro si en efecto existía un Creador. Estaba convencido de que la “cristiandad”, en la forma en que el mundo la conceptúa, era una superstición irrazonable. Ignoraba la razón por la cual la humanidad había sido puesta sobre la tierra… o si había surgido por azar. Ignoraba también el destino potencial del hombre. No tenía conocimiento de la séptima ley del éxito. Y como no conocía ni aplicaba esta ley, se impulsaba fuertemente, mediante la aplicación concienzuda de las primeras seis, ¡en la dirección diametralmente contraria a la que lleva al verdadero éxito!
Nunca hallaron satisfacción
¿Cuál fue el verdadero significado de la vida para estos hombres de “éxito”? El objetivo de su vida, su definición del éxito, consistía en la adquisición de bienes materiales, en el reconocimiento de su importancia por la sociedad y en el estímulo pasajero de los cinco sentidos. Pero entre más adquirían, más ambicionaban… y menos satisfechos quedaban con lo que tenían. Lo que adquirían nunca era suficiente. Algunos de los hombres de “éxito” en el mundo hacen que sus fotografías aparezcan en la primera plana de los periódicos metropolitanos y en la portada de revistas famosas. Esto envanece y excita temporalmente al ego, mas nunca satisface a largo plazo. ¡No hay nada que el público olvide tan rápidamente como las noticias de ayer!
Algunos piensan que la felicidad de los hombres consiste en tener muchas mujeres, aunque sea una tras otra en lugar de tenerlas en un harén. Pero esto es una experiencia corrosiva, y esos hombres nunca conocen los gozos de la bendición matrimonial con una sola mujer, siempre fieles el uno al otro. Muchos hombres buscan, la lisonja de otros, aun cuando se la tengan que “comprar” elogiándolos a’ sus semejantes. Pero como el aplauso que se prodiga al actor, eso no perdura y los deja abrumados, ¡con una inmensa sed de algo que satisfaga!
Por consiguiente, quedan descontentos; e inquietos. Aunque sus cuentas bancarias estén repletas, sus vidas están vacías. Lo que adquieren nunca es suficiente ni ‘les satisface. Además, ¡todo lo dejan atrás cuando mueren! ¿En dónde está el mal? Tales hombres se fijaron metas equivocadas. No habían discernido los verdaderos valores, de manera que iban en pos de los falsos. ¿No es hora, pues, de aprender la verdadera definición del éxito?
No todo triunfo es éxito
Tal vez el mejor ejemplo de todos es el de aquel antiguo rey que se afanó mucho y obtuvo fabulosas riquezas. Probó de todos los placeres para ver si proporcionaban felicidad. Este rey se dijo a sí mismo: “Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes” (Eclesiastés 2:1). Al describir su experimento, escribió: “Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien…” (versículo 3).
Aquel rey, cuando era joven, trató realmente de disfrutar de la vida, y contaba con los medios para hacerlo. Fue uno de los hombres más ricos que jamás hayan existido, con todos los recursos de una nación a su alcance. Si no contaba con suficiente dinero para el logro de alguno de sus proyectos, simplemente subía los impuestos. Así que, al continuar con su experimento para encontrar la felicidad y el éxito, escribió: “Engrandecía mis obras [estupendas obras y proyectos nacionales], edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí…
No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo: y esta fue mi parte de toda mi faena” (Eclesiastés 2:4-10).
Luego concluyó: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (versículo 11).
“Vanidad de vanidades, todo es vanidad”, escribió este rey al final de su vida de experimentación (Eclesiastés 1:2). Todo aquello era una lucha continua… ¿tras de qué? Tras de nada, todo era “trabajar en vano”, concluyó (Eclesiastés 5:16). Todo lo que le trajo una vida de afanoso trabajo, dedicación vigorosa y obtención de bienes materiales, confesó aquel rey, no fue más que ¡un puñado de aire!
A este hombre se le llamó el más sabio que jamás haya vivido. Fue el rey Salomón de la antigua Israel. A pesar de sus costosos experimentos, él nunca halló los verdaderos valores ni el significado del éxito perdurable y legítimo. ¿A qué se debió esto? Simplemente a que, con toda su sabiduría, este hombre buscó el placer, la felicidad y el éxito a su manera: en el materialismo. En el principio, el Eterno Creador diseñó y puso en vigor leyes vivientes con el fin de producir felicidad, vida abundante y gozo sano y continuo para todos los humanos que las acataran. Estas son las siete grandes leyes del éxito. El rey Salomón, como casi todos los hombres “prósperos” del mundo, aplicó tesoneramente las seis primeras, pero al no tener en cuenta la séptima, se dirigió por el camino equivocado. Entre más se afanó, más lejos llegó, pero en dirección opuesta del éxito perdurable y verdadero.
Él conocía esta séptima ley, pero “hizo Salomón lo malo ante los ojos del Eterno…” Él no obedeció lo que le mandó su Hacedor. “Y dijo el Eterno a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino” (1 Reyes 11:6-11).
Consideremos ahora las experiencias de un rey moderno. Éste era amigo íntimo de otro monarca, el ex rey Saud de Arabia, a quien he sido presentado personalmente. Hace tiempo los periódicos publicaron la noticia de la repentina riqueza que le llegó al emir Alí de Qatar. Qatar es una península de la costa de Arabia, en el golfo Pérsico. Repentinamente le llegó al pequeño país un gran auge petrolero que le producía a este emirato de 35.000 habitantes, 50 millones de dólares anuales, de los cuales 12 millones y medio iban directamente al Emir.
¿Qué haría usted si de repente recibiera una renta de 12.500.000 de dólares al año?
¡Probablemente no haría lo que piensa que haría! Tal cantidad de dinero, llegada repentinamente, cambiaría radicalmente las ideas de uno. Eso fue lo que pasó con el emir Alí. Inmediatamente empezó a construirse ostentosos palacios rosados, verdes y dorados en medio de las chozas de adobe en las que vivían los habitantes de su país. Sus palacios eran ultramodernos, con aire acondicionado y aun con cortinas controladas por botones. Así el nuevo rico podía preservarse de los ardientes 50 grados del desierto. Alquilaba aviones para llevar consigo un séquito tan numeroso que su villa palaciega en el lago de Ginebra era insuficiente para alojarlo. Tenía que buscar acomodo en varios hoteles del lugar.
Después el Emir se auto regaló una magnífica mansión de un millón de dólares, desde la cual podía disfrutar de un panorama espectacular de la ciudad de Beirut, Líbano, y el hermoso Mediterráneo. Cuando el rey Saud le hizo una visita real, él le obsequió 16 automóviles, uno de ellos con incrustaciones de oro. El viejo emir Alí se volvió tan generoso con sus propios caprichos, que pronto sus deudas llegaron a los 14 millones de dólares, ¡sobrepasando a sus fabulosas entradas!
Alrededor del mundo se difundió la noticia de que Alí simplemente no podía cubrir sus gastos con sólo 12 millones y medio de dólares al año. El primero de noviembre de 1960 abdicó en favor de su hijo Ahmed, de 40 años de edad. Un nuevo consejo consultivo convino en pagar las deudas del viejo Alí y concederle una pensión que le permitiera sostener un puñado de sirvientes y unas cuantas esposas. ¡Pobre Alí! Le fue más difícil sufragar sus gastos con 12 millones y medio de dólares anuales, que cuando estaba en relativa pobreza.
Ciertamente, nada puede ser más importante en la vida que saber lo que es el éxito verdadero y cómo alcanzarlo. ¿Cuál es, pues, la primera ley del éxito? Antes de enunciarla debo aclarar que en el presente folleto nuestro propósito no es analizar los principios morales y espirituales como rectitud, paciencia, lealtad, cortesía, confianza, puntualidad, etc., pues éstos están incluidos automáticamente en las siete reglas. Damos por sentado que no se puede obtener el éxito sin estos principios fundamentales del carácter.
Por otro lado, muchos que son honrados y rectos nunca han practicado específicamente ninguna de las siete leyes del éxito. Muchos pueden ser leales, tener paciencia y cortesía y ser puntuales, sin alcanzar jamás el éxito porque no aplican una sola de las siete leyes específicas y definidas. Aun así, cada una de estas leyes es muy amplia en su alcance.
Continuaremos....
Leer más...
Etiquetas:
EXITO
jueves, 15 de octubre de 2009
Las siete leyes del EXITO
PRIMERA PARTE
¿Se le ha ocurrido a usted pensar que debe haber una razón por la cual mucha gente no tiene éxito en la vida? No sólo fracasan hombres y mujeres de negocios, fracasan también esposas y madres. ¿Se encuentra usted entre aquellos que luchan con el problema de cubrir sus gastos con lo que ganan? Casi todos tenemos esa lucha. Este problema no debe ser motivo de fracaso, sin embargo, a menudo nos conduce a ello. Es un hecho que la inmensa mayoría de las personas terminan en el fracaso. No obstante, ¡nadie debe fracasar!
¿Por qué sólo unos pocos—tanto mujeres como hombres—tienen éxito en la vida? Durante este estudio, usted va a encontrarse con la respuesta sorprendente al problema más difícil de la vida, probando que ¡ningún ser humano tiene por qué ser un fracasado! ¡Todos aquellos que han tenido éxito han seguido las siete leyes que vamos a estudiar! El único camino al éxito no es una fórmula de derechos de autor. ¡No se puede comprar!
El precio es su propia aplicación de las siete leyes existentes del éxito.
Este es un estudio realizado por Herbert W. Armstrong, es un servicio educacional gratuito de interés público, publicado por la Iglesia de Filadelfia de Dios. Las escrituras en este estudio son citadas de la Versión Reina Valera, a menos que se cite otra distinta.
He querido compartir este estudio porque es muy probable que haya personas que nunca lo han leído y deseo que tengan esta oportunidad, y para los que ya lo han leído pero no lo han aplicado, para darles el impulso que necesitan. Y todos aquellos que lo han leído y ya lo han aplicado o lo están aplicando, les invito a que dejen su comentario de testimonio mientras vamos a ir desarrollando los temas.
Vamos a ir descubriendo cada una de las 7 leyes, poco a poco, para que usted, querido lector tenga tiempo de ir asimilando la enseñanza y que pueda ir realizando los cambios pertinentes en su vida para que empiece a aplicarlas inmediatamente y comience a ver resultados poderosos a su alrededor.
Empecemos con este poderoso estudio del sr. Armstrong..!!!
Analicemos las realidades de este mundo.
¿ Es esto acaso acaso el éxito ?
En los Estados Unidos cada dos minutos alguien intenta suicidarse, y diariamente cerca de 70 personas tienen éxito en sus intentos. Pero, ¿es esto el verdadero éxito? La Organización
Mundial de la Salud calcula que en el mundo aproximadamente 1.000 personas cometen suicidio diariamente. Los suicidios sobrepasan a los asesinatos. Actualmente existen sociedades para la prevención del suicidio. Muy pocos entienden que la verdadera causa de este fenómeno es el fracaso individual.
Aunque sólo una minoría recurre a ese extremo, la inmensa mayoría terminan sus vidas en el fracaso. Una gran parte del mundo pasa actualmente por un período de “prosperidad”. Sin embargo, aun en los países industrializados los negocios están fracasando a un ritmo aterrador. Alrededor del mundo se observa el alarmante incremento del fracaso. Cada día millones de personas permiten que el cáncer del fracaso los esclavice a una vida de circunstancias desagradables, de las que únicamente la muerte les librará.
Más, ¿por qué ha de ser así?
¿Por qué son tan pocos los que realmente alcanzan el éxito en la vida? ¿Es cuestión de oportunidad? ¿Es un capricho del destino? ¿Podría ser la suerte? ¿O acaso hay razones definidas? ¿Por qué tantas personas, al llegar a los 60 ó 65 años de edad, tienen que depender de otras? ¿Por qué son necesarias las pensiones para los ancianos, beneficencias públicas, instituciones de caridad para el sostenimiento de los desamparados que no están ni lisiados ni incapacitados? ¿Por qué tantas personas tienen que sostener a sus ancianos padres, cuando debe ser todo lo contrario?
¡Le voy a explicar por qué!
Existen causas específicas. Hay siete leyes básicas que rigen el éxito. ¡Ya es tiempo de que la gente las conozca y ponga fin a tan lamentable e innecesaria tragedia!
Encontremos la respuesta
Cuando yo tenía 23 años, formaba parte del cuerpo de redactores de una revista nacional. Me enviaban por todo Estados Unidos; solía visitar 10 ó 15 estados en cada viaje. Mi trabajo consistía en investigar la situación de los negocios y proponer soluciones dignas de llevarse a cabo. Entrevistaba a hombres de negocios y funcionarios de las cámaras de comercio. Analizaba con comerciantes y fabricantes sus problemas, y exploraba los métodos e ideas que, habiendo sido aplicados con éxito en promociones de ventas y relaciones públicas, habían reducido los costos y aumentado la productividad, lo cual se traducía en mayores ganancias.
Una de las cosas que me asignaron fue investigar la razón por la cual unos pocos triunfaban y la gran mayoría fracasaban. (Se calculaba que el 95 por ciento de los pequeños comercios independientes se encaminaban hacía la bancarrota.) En aquel entonces nos preocupábamos únicamente por el éxito o el fracaso de los hombres, pero naturalmente las mismas leyes se aplican a las mujeres también. Pedía la opinión de centenares de comerciantes. La mayoría pensaban que el éxito era tan sólo el resultado de una habilidad superior y que el fracaso se debía simplemente a la falta de ella. Pero según esta opinión, la mayoría estaba destinada irremediablemente al fracaso desde su nacimiento. Si el hombre carecía de esa habilidad, estaba condenado a fracasar, a pesar de lo que hiciera para evitarlo. Yo no estaba de acuerdo con esa idea, y más tarde comprobé que era falsa.
El director del gran almacén J. L. Hudson de la ciudad de Detroit, Michigan, EE.UU., creía que el fracaso era el resultado general de la falta de capital adecuado. Una minoría de los que entrevisté estaba de acuerdo con él, pues este concepto hacía al dinero, y no al hombre, responsable del éxito o del fracaso. De hecho, la investigación demostró que estos eran factores contribuyentes, pero solamente eso. Descubría que un factor mucho más común era que los talentos y las aptitudes de muchos individuos no correspondían a la carrera que habían escogido. Me convencí de que la mayoría, de haber conocido estas siete leyes, podrían haber triunfado en la actividad más adecuada a su talento.
Estas pesquisas para indagar las razones del éxito y del fracaso me intrigaban y no terminaron con estos viajes, pues el análisis y la observación de este problema lo he continuado a lo largo de los años. Ahora sé con certeza que ¡ningún ser humano tiene por qué fracasar! Los fracasos no son predeterminados y el éxito no viene por casualidad, sino que está regido por siete leyes específicas. Si usted las conoce y las aplica, puede estar seguro de tener el feliz resultado de alcanzar éxito en sus empresas. Todo ser humano fue puesto en la tierra para un propósito. Cada persona fue puesta aquí para tener éxito. Cada individuo debe disfrutar los goces de la prosperidad, la paz y la felicidad; debe vivir una vida interesante, segura y abundante. Y a fin de que a todos les fuera posible cosechar abundantes recompensas, si así lo desearan, el Creador puso en vigor leyes definidas para producir ese resultado tan anhelado por el hombre.
Pero lo trágico es que a lo largo de los siglos y milenios el hombre ha despreciado esas leyes, ¡esas causas que producen exactamente el éxito que tanto anhela! Hace mucho que el mundo las rechazó y las olvidó, y actualmente la mayoría no sabe en qué consisten, de manera que ¡no han seguido ni una sola de las siete leyes básicas del éxito!
Preguntamos con toda sinceridad: ¿No es en verdad apremiante esta situación? Es, de hecho, ¡la tragedia colosal de toda la historia!
¡ No puede comprarse !
Si alguna autoridad reconocida tuviera en venta una idea que garantizara la prosperidad y el éxito para todos aquellos que la practicaran, seguramente la gente acudiría en tropel a comprarla. Hubo un hombre que tuvo tal idea. Se trataba de una especie de religión seudo sicológica, y su autor les prometía a sus seguidores prosperidad y riqueza… de la manera más fácil, por supuesto. Propalaba que eso le había dado la riqueza que poseía y hacía gala de su magnífica residencia y de sus lujosas posesiones. La deducción era que ese plan haría ricos a quienes lo adquirieran, pero este hombre tuvo cuidado de no mencionar que su riqueza se debía precisamente a los incautos que habían comprado su falso plan.
Este individuo dio con una frase contagiosa para encabezar sus anuncios en diversas revistas y periódicos, la cual usó durante muchos años con gran éxito, pero que acabó por fastidiar.
El “éxito” de aquel charlatán no fue real ni duradero y él mismo acabó siendo un fracaso colosal.
El único camino hacia el éxito no es aquel que se vende como mercancía, pues no puede comprarse con dinero. Ese camino se le muestra a usted gratuitamente, sin dinero y sin precio. Hay, sin embargo, un costo: su diligente aplicación de estas siete leyes definidas. No se garantiza que sea la forma más fácil, pero sí que es la única que lleva al éxito verdadero.
Continuaremos....
Leer más...
¿Se le ha ocurrido a usted pensar que debe haber una razón por la cual mucha gente no tiene éxito en la vida? No sólo fracasan hombres y mujeres de negocios, fracasan también esposas y madres. ¿Se encuentra usted entre aquellos que luchan con el problema de cubrir sus gastos con lo que ganan? Casi todos tenemos esa lucha. Este problema no debe ser motivo de fracaso, sin embargo, a menudo nos conduce a ello. Es un hecho que la inmensa mayoría de las personas terminan en el fracaso. No obstante, ¡nadie debe fracasar!
¿Por qué sólo unos pocos—tanto mujeres como hombres—tienen éxito en la vida? Durante este estudio, usted va a encontrarse con la respuesta sorprendente al problema más difícil de la vida, probando que ¡ningún ser humano tiene por qué ser un fracasado! ¡Todos aquellos que han tenido éxito han seguido las siete leyes que vamos a estudiar! El único camino al éxito no es una fórmula de derechos de autor. ¡No se puede comprar!
El precio es su propia aplicación de las siete leyes existentes del éxito.
Este es un estudio realizado por Herbert W. Armstrong, es un servicio educacional gratuito de interés público, publicado por la Iglesia de Filadelfia de Dios. Las escrituras en este estudio son citadas de la Versión Reina Valera, a menos que se cite otra distinta.
He querido compartir este estudio porque es muy probable que haya personas que nunca lo han leído y deseo que tengan esta oportunidad, y para los que ya lo han leído pero no lo han aplicado, para darles el impulso que necesitan. Y todos aquellos que lo han leído y ya lo han aplicado o lo están aplicando, les invito a que dejen su comentario de testimonio mientras vamos a ir desarrollando los temas.
Vamos a ir descubriendo cada una de las 7 leyes, poco a poco, para que usted, querido lector tenga tiempo de ir asimilando la enseñanza y que pueda ir realizando los cambios pertinentes en su vida para que empiece a aplicarlas inmediatamente y comience a ver resultados poderosos a su alrededor.
Empecemos con este poderoso estudio del sr. Armstrong..!!!
Analicemos las realidades de este mundo.
¿ Es esto acaso acaso el éxito ?
En los Estados Unidos cada dos minutos alguien intenta suicidarse, y diariamente cerca de 70 personas tienen éxito en sus intentos. Pero, ¿es esto el verdadero éxito? La Organización
Mundial de la Salud calcula que en el mundo aproximadamente 1.000 personas cometen suicidio diariamente. Los suicidios sobrepasan a los asesinatos. Actualmente existen sociedades para la prevención del suicidio. Muy pocos entienden que la verdadera causa de este fenómeno es el fracaso individual.
Aunque sólo una minoría recurre a ese extremo, la inmensa mayoría terminan sus vidas en el fracaso. Una gran parte del mundo pasa actualmente por un período de “prosperidad”. Sin embargo, aun en los países industrializados los negocios están fracasando a un ritmo aterrador. Alrededor del mundo se observa el alarmante incremento del fracaso. Cada día millones de personas permiten que el cáncer del fracaso los esclavice a una vida de circunstancias desagradables, de las que únicamente la muerte les librará.
Más, ¿por qué ha de ser así?
¿Por qué son tan pocos los que realmente alcanzan el éxito en la vida? ¿Es cuestión de oportunidad? ¿Es un capricho del destino? ¿Podría ser la suerte? ¿O acaso hay razones definidas? ¿Por qué tantas personas, al llegar a los 60 ó 65 años de edad, tienen que depender de otras? ¿Por qué son necesarias las pensiones para los ancianos, beneficencias públicas, instituciones de caridad para el sostenimiento de los desamparados que no están ni lisiados ni incapacitados? ¿Por qué tantas personas tienen que sostener a sus ancianos padres, cuando debe ser todo lo contrario?
¡Le voy a explicar por qué!
Existen causas específicas. Hay siete leyes básicas que rigen el éxito. ¡Ya es tiempo de que la gente las conozca y ponga fin a tan lamentable e innecesaria tragedia!
Encontremos la respuesta
Cuando yo tenía 23 años, formaba parte del cuerpo de redactores de una revista nacional. Me enviaban por todo Estados Unidos; solía visitar 10 ó 15 estados en cada viaje. Mi trabajo consistía en investigar la situación de los negocios y proponer soluciones dignas de llevarse a cabo. Entrevistaba a hombres de negocios y funcionarios de las cámaras de comercio. Analizaba con comerciantes y fabricantes sus problemas, y exploraba los métodos e ideas que, habiendo sido aplicados con éxito en promociones de ventas y relaciones públicas, habían reducido los costos y aumentado la productividad, lo cual se traducía en mayores ganancias.
Una de las cosas que me asignaron fue investigar la razón por la cual unos pocos triunfaban y la gran mayoría fracasaban. (Se calculaba que el 95 por ciento de los pequeños comercios independientes se encaminaban hacía la bancarrota.) En aquel entonces nos preocupábamos únicamente por el éxito o el fracaso de los hombres, pero naturalmente las mismas leyes se aplican a las mujeres también. Pedía la opinión de centenares de comerciantes. La mayoría pensaban que el éxito era tan sólo el resultado de una habilidad superior y que el fracaso se debía simplemente a la falta de ella. Pero según esta opinión, la mayoría estaba destinada irremediablemente al fracaso desde su nacimiento. Si el hombre carecía de esa habilidad, estaba condenado a fracasar, a pesar de lo que hiciera para evitarlo. Yo no estaba de acuerdo con esa idea, y más tarde comprobé que era falsa.
El director del gran almacén J. L. Hudson de la ciudad de Detroit, Michigan, EE.UU., creía que el fracaso era el resultado general de la falta de capital adecuado. Una minoría de los que entrevisté estaba de acuerdo con él, pues este concepto hacía al dinero, y no al hombre, responsable del éxito o del fracaso. De hecho, la investigación demostró que estos eran factores contribuyentes, pero solamente eso. Descubría que un factor mucho más común era que los talentos y las aptitudes de muchos individuos no correspondían a la carrera que habían escogido. Me convencí de que la mayoría, de haber conocido estas siete leyes, podrían haber triunfado en la actividad más adecuada a su talento.
Estas pesquisas para indagar las razones del éxito y del fracaso me intrigaban y no terminaron con estos viajes, pues el análisis y la observación de este problema lo he continuado a lo largo de los años. Ahora sé con certeza que ¡ningún ser humano tiene por qué fracasar! Los fracasos no son predeterminados y el éxito no viene por casualidad, sino que está regido por siete leyes específicas. Si usted las conoce y las aplica, puede estar seguro de tener el feliz resultado de alcanzar éxito en sus empresas. Todo ser humano fue puesto en la tierra para un propósito. Cada persona fue puesta aquí para tener éxito. Cada individuo debe disfrutar los goces de la prosperidad, la paz y la felicidad; debe vivir una vida interesante, segura y abundante. Y a fin de que a todos les fuera posible cosechar abundantes recompensas, si así lo desearan, el Creador puso en vigor leyes definidas para producir ese resultado tan anhelado por el hombre.
Pero lo trágico es que a lo largo de los siglos y milenios el hombre ha despreciado esas leyes, ¡esas causas que producen exactamente el éxito que tanto anhela! Hace mucho que el mundo las rechazó y las olvidó, y actualmente la mayoría no sabe en qué consisten, de manera que ¡no han seguido ni una sola de las siete leyes básicas del éxito!
Preguntamos con toda sinceridad: ¿No es en verdad apremiante esta situación? Es, de hecho, ¡la tragedia colosal de toda la historia!
¡ No puede comprarse !
Si alguna autoridad reconocida tuviera en venta una idea que garantizara la prosperidad y el éxito para todos aquellos que la practicaran, seguramente la gente acudiría en tropel a comprarla. Hubo un hombre que tuvo tal idea. Se trataba de una especie de religión seudo sicológica, y su autor les prometía a sus seguidores prosperidad y riqueza… de la manera más fácil, por supuesto. Propalaba que eso le había dado la riqueza que poseía y hacía gala de su magnífica residencia y de sus lujosas posesiones. La deducción era que ese plan haría ricos a quienes lo adquirieran, pero este hombre tuvo cuidado de no mencionar que su riqueza se debía precisamente a los incautos que habían comprado su falso plan.
Este individuo dio con una frase contagiosa para encabezar sus anuncios en diversas revistas y periódicos, la cual usó durante muchos años con gran éxito, pero que acabó por fastidiar.
El “éxito” de aquel charlatán no fue real ni duradero y él mismo acabó siendo un fracaso colosal.
El único camino hacia el éxito no es aquel que se vende como mercancía, pues no puede comprarse con dinero. Ese camino se le muestra a usted gratuitamente, sin dinero y sin precio. Hay, sin embargo, un costo: su diligente aplicación de estas siete leyes definidas. No se garantiza que sea la forma más fácil, pero sí que es la única que lleva al éxito verdadero.
Continuaremos....
Leer más...
Etiquetas:
EXITO
jueves, 24 de septiembre de 2009
¡¡ El Dios en el Cual debemos de Creer !!
El verdadero designio de Dios para el hombre
Evangelio de Juan
El capítulo 1:1-18 sirve de prólogo al evangelio de Juan. Aquí se destacan hechos sobre los que descansará todo el resto del evangelio. Juan 1:1-18 se puede identificar como una presentación del Dios en el cual debemos de creer.
1.- Su relación con el principio de todas las cosas (1-3)
Los primeros tres versos del pasaje que consideramos están íntimamente relacionados con Génesis 1:1 (lease). Ambos dicen "en el principio". Esto nos revela que Dios está por encima de todas las cosas y que El creó todo lo que existe por medio de La Palabra, el Verbo (v. 3). Esto es lo que significa el "por él" del verso.
2.- Su relación con la vida y el universo (vv 4-9)
Dios creó el mundo, pero no lo abandonó, como muchos suponen; al contrario, El lo sustenta y le provee todo lo necesario para su permanencia. Veamos estas declaraciones:
a) "En él estaba la vida" (v. 4)
En razón de tiempo esta afirmación significa que aún antes de que existiéramos, ya Dios había provisto de salvación para nuestra muerte espiritual a través de Jesucristo, el Verbo encarnado.
b) "alumbra a todo hombre" (v. 9)
¿Cuál es el alcance de esta declaración? ¿Podemos decir que Dios beneficia a unos sí y a otros no? Por supuesto que no. Aquí la Biblia nos indica que la luz de Dios enviada al mundo en Jesucristo está disponible para toda la humanidad. El "hace salir su sol sobre
malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45).
3.- Su relación con las personas (vv. 10-13)
El Dios que hizo el universo es el Dios que fue capaz de hacerse humano para relacionarse con lo humano. El verso 14 nos dice: "Y Aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Jesucristo es el Dios hecho hombre y vino al mundo para establecer una relación muy especial entre Dios y nosotros:
a) Una relación íntima (hechos hijos)
Podemos establecer una amistad personal con él. Le podemos confesar nuestros pecados y recibir perdón de parte suya. Dado este paso, podemos continuar fortaleciendo esa relación de amistad con él.
b) Una relación para salvación (hijos de Dios)
El conocimiento de Cristo, el aceptarlo como nuestro salvador personal, nos da el derecho de ser hijos de Dios. Esto equivale a la salvación. Miremos todo lo que nuestro Dios ha hecho para beneficiarnos, para darnos una nueva posición: antes éramos hijos de tinieblas, ahora somos hijos de luz. Gracias al Señor por toda su misericordia.
Alguien te conoce por nombre (San Juan 10:1-21)
Jesús dio esta enseñanza acerca del tipo de relación que existe entre él y sus seguidores, tomando como ejemplo la costumbre de los pastores de Israel en sus días. En la parábola, que Juan identifica como una alegoría (v. 6), se utilizan términos comunes que se relacionaban con este oficio. Los identificaremos para facilitar la comprensión del texto recogido por Juan.
El Pastor: cuidaba, pastoreaba a las ovejas. Representa a Jesús.
La Ovejas: el ganado en sí. Representa a los creyentes.
El Redil: El corral donde las ovejas pasaban la noche fuera de peligro. Representa a la Iglesia.
El Portero: individuo encargado de vigilar las ovejas durante la noche. Solamente abría la puerta cuando reconocía la voz del pastor en la oscuridad. El Espíritu Santo abre el corazón de las personas para que Jesús entre y more en él permanentemente.
Jesús enfatizó en la clase de relación que se establece entre el pastor y sus ovejas y la describió como una relación Especial: "Las ovejas oyen su voz, y a sus ovejas llama por nombre y las saca" (vv. 3 y 14).
Esta relación especial es la que Dios quiere establecer con los creyentes. Tan íntima y tan cercana que realmente sintamos que Dios nos conoce por nombre.
¿Es importante conocer el nombre de las personas?
¿A quién responderíamos más fácil, a quien nos llama por señas o a quien nos llama por nuestros nombres?
¿Qué significado tiene para ti el hecho de que Jesús te conozca por nombre?
Indudablemente que Jesús quiere establecer una relación especial con las personas que lo siguen. Esa relación es tan cercana que El las llamará por nombre y ellas lo conocerán a El: "Conozco mis ovejas y las mías me conocen" (V. 14)
Las personas que desean entrar en esta Relación Especial con Jesús, necesitan reconocerlo como su pastor y seguirlo:
"Las ovejas oyen su voz" (V. 3).
"Sus ovejas lo siguen porque conocen su voz" (v. 4).
"Yo Soy la puerta de las ovejas" (vv. 7Y9).
Fuera de Jesús es imposible establecer esta Relación Especial con Dios. Cada texto citado más arriba nos demuestra que solamente siguiendo a Jesús, entrando por la puerta, las personas pueden conocer a Dios. Este entrar por la puerta es lo que la Biblia llama la salvación.
Con el conocimiento adquirido en esta enseñanza de Jesús tú puedes empezar a seguir a Jesús hoy mismo.
¿Cómo te beneficiarás si acepta a Jesús como tu pastor?:
• Jesús se relacionará contigo íntimamente. "A sus ovejas llama por nombre" (V. 3).
• Jesús te cuidará. "y las saca" (v. 3).
• Jesús te guiará en todos tus caminos. "Va delante de ellas" (v.4).
• Jesús te salvará. "el que por mi entre será salvo" (v.9).
• Jesús transformará tu vida. "Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia" (v.10).
• Jesús será tu defensor. "Pongo mi vida por las ovejas" (v. 15).
Ahora que sabes que Dios quiere establecer una Relación Especial contigo ¿Qué piensas hacer? ¿Lo aceptará como tu pastor y salvador? Este es un gran momento para que ores al Padre pidiéndole perdón por tu pecado y creyendo en tu corazón que Jesús es Su Hijo y que fue enviado para que al creer en Él y aceptarlo como Señor y Salvador de tu vida puedas tener acceso al perdón del Padre y a la restauración de tu espíritu. Abre tu corazón a Jesucristo y permítale a Dios transformar tu vida.
4. Como Llegar a ser Hijos de Dios (Juan 1:11-13)
La tradición de nuestros padres nos ha enseñado que todas las personas somos hijas de Dios. Y todos nosotros creemos que esto es cierto con mucha sinceridad. Sin embargo, la Biblia nos habla de criaturas de Dios y de hijos de Dios. Dios se relaciona con el universo como su creador y como tal otorga a sus criaturas cierta bendición limitada. Pero existe un acercamiento muy notable entre El y las personas que creen en su existencia y le entregan sus vidas. Con ellas Dios se relaciona como su Padre y las llama sus hijos.
¿Quién es una criatura de Dios? : Una criatura es toda aquella persona, animal o cosa creada por Dios, las cuales no tienen ningún tipo de relación espiritual con su hacedor. Es más, Dios mismo identifica al hombre pecador como "criatura perversa". Fíjense lo que dice la Biblia: "He aquí. solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones" (Eclesiastés 7:29). E "hijos del diablo". Así dijo Jesús: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer" (Juan 8:44). Esto se lo dijo a los fariseos, saduceos y principales del Sanedrín. Los que creían saber la ley y ser los predilectos de Dios. ¿Qué le parece?
¿Ha abandonado Dios a sus criaturas totalmente? ¿Es injusto con ellas?
Definitivamente, no. Dios mantiene una relación natural con toda la creación, especialmente con el hombre. De una u otra forma nos beneficia y nos protege a todos por igual. El "hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45).
¿Son salvas las personas que solamente se relacionan con Dios como sus criaturas?
Concluyentemente, no. Para ser salvo se necesita entrar en una relación Padre-hijo con Dios. En una familia sólo los hijos legítimos heredan a sus padres. Los hijos ilegítimos heredan si son reconocidos como legítimos. Jesucristo es el Hijo legítimo de Dios. El es el heredero, nosotros somos simples criaturas. Para convertirnos en herederos de la salvación necesitamos ser adoptados por el Padre y, precisamente, eso es lo que El quiere hacer.
¿Cual es el significado de la palabra Adopción?
¿Ha sido adoptado o ha adoptado a alguien?
¿Le gustaría ser adoptado por Dios?
¿Sabe cómo puede una persona pecadora llegar a ser hija de Dios?
El siguiente texto bíblico nos da la respuesta:
"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón sino de Dios" (Juan 1:11-13)
El versículo 11 nos dice que Dios le dio la oportunidad a los hombres de llegar a ser hijos suyos y no simples criaturas. Pero los hombres rechazaron esta gran oferta. Sin embargo, de acuerdo al versículo 12, hubieron quienes no rechazaron este regalo de Dios, llegando a ser así, hijos de Dios.
¿Cuál es la oferta de Dios mediante la cual las personas pueden llegar a ser hijas legítimas de Dios?: Que creamos en su Hijo Jesús, en el nombre de Jesucristo y lo recibamos en nuestros corazones como Señor y Salvador de nuestra vida.
Evangelio de Juan
El capítulo 1:1-18 sirve de prólogo al evangelio de Juan. Aquí se destacan hechos sobre los que descansará todo el resto del evangelio. Juan 1:1-18 se puede identificar como una presentación del Dios en el cual debemos de creer.
1.- Su relación con el principio de todas las cosas (1-3)
Los primeros tres versos del pasaje que consideramos están íntimamente relacionados con Génesis 1:1 (lease). Ambos dicen "en el principio". Esto nos revela que Dios está por encima de todas las cosas y que El creó todo lo que existe por medio de La Palabra, el Verbo (v. 3). Esto es lo que significa el "por él" del verso.
2.- Su relación con la vida y el universo (vv 4-9)
Dios creó el mundo, pero no lo abandonó, como muchos suponen; al contrario, El lo sustenta y le provee todo lo necesario para su permanencia. Veamos estas declaraciones:
a) "En él estaba la vida" (v. 4)
En razón de tiempo esta afirmación significa que aún antes de que existiéramos, ya Dios había provisto de salvación para nuestra muerte espiritual a través de Jesucristo, el Verbo encarnado.
b) "alumbra a todo hombre" (v. 9)
¿Cuál es el alcance de esta declaración? ¿Podemos decir que Dios beneficia a unos sí y a otros no? Por supuesto que no. Aquí la Biblia nos indica que la luz de Dios enviada al mundo en Jesucristo está disponible para toda la humanidad. El "hace salir su sol sobre
malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45).
3.- Su relación con las personas (vv. 10-13)
El Dios que hizo el universo es el Dios que fue capaz de hacerse humano para relacionarse con lo humano. El verso 14 nos dice: "Y Aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Jesucristo es el Dios hecho hombre y vino al mundo para establecer una relación muy especial entre Dios y nosotros:
a) Una relación íntima (hechos hijos)
Podemos establecer una amistad personal con él. Le podemos confesar nuestros pecados y recibir perdón de parte suya. Dado este paso, podemos continuar fortaleciendo esa relación de amistad con él.
b) Una relación para salvación (hijos de Dios)
El conocimiento de Cristo, el aceptarlo como nuestro salvador personal, nos da el derecho de ser hijos de Dios. Esto equivale a la salvación. Miremos todo lo que nuestro Dios ha hecho para beneficiarnos, para darnos una nueva posición: antes éramos hijos de tinieblas, ahora somos hijos de luz. Gracias al Señor por toda su misericordia.
Alguien te conoce por nombre (San Juan 10:1-21)
Jesús dio esta enseñanza acerca del tipo de relación que existe entre él y sus seguidores, tomando como ejemplo la costumbre de los pastores de Israel en sus días. En la parábola, que Juan identifica como una alegoría (v. 6), se utilizan términos comunes que se relacionaban con este oficio. Los identificaremos para facilitar la comprensión del texto recogido por Juan.
El Pastor: cuidaba, pastoreaba a las ovejas. Representa a Jesús.
La Ovejas: el ganado en sí. Representa a los creyentes.
El Redil: El corral donde las ovejas pasaban la noche fuera de peligro. Representa a la Iglesia.
El Portero: individuo encargado de vigilar las ovejas durante la noche. Solamente abría la puerta cuando reconocía la voz del pastor en la oscuridad. El Espíritu Santo abre el corazón de las personas para que Jesús entre y more en él permanentemente.
Jesús enfatizó en la clase de relación que se establece entre el pastor y sus ovejas y la describió como una relación Especial: "Las ovejas oyen su voz, y a sus ovejas llama por nombre y las saca" (vv. 3 y 14).
Esta relación especial es la que Dios quiere establecer con los creyentes. Tan íntima y tan cercana que realmente sintamos que Dios nos conoce por nombre.
¿Es importante conocer el nombre de las personas?
¿A quién responderíamos más fácil, a quien nos llama por señas o a quien nos llama por nuestros nombres?
¿Qué significado tiene para ti el hecho de que Jesús te conozca por nombre?
Indudablemente que Jesús quiere establecer una relación especial con las personas que lo siguen. Esa relación es tan cercana que El las llamará por nombre y ellas lo conocerán a El: "Conozco mis ovejas y las mías me conocen" (V. 14)
Las personas que desean entrar en esta Relación Especial con Jesús, necesitan reconocerlo como su pastor y seguirlo:
"Las ovejas oyen su voz" (V. 3).
"Sus ovejas lo siguen porque conocen su voz" (v. 4).
"Yo Soy la puerta de las ovejas" (vv. 7Y9).
Fuera de Jesús es imposible establecer esta Relación Especial con Dios. Cada texto citado más arriba nos demuestra que solamente siguiendo a Jesús, entrando por la puerta, las personas pueden conocer a Dios. Este entrar por la puerta es lo que la Biblia llama la salvación.
Con el conocimiento adquirido en esta enseñanza de Jesús tú puedes empezar a seguir a Jesús hoy mismo.
¿Cómo te beneficiarás si acepta a Jesús como tu pastor?:
• Jesús se relacionará contigo íntimamente. "A sus ovejas llama por nombre" (V. 3).
• Jesús te cuidará. "y las saca" (v. 3).
• Jesús te guiará en todos tus caminos. "Va delante de ellas" (v.4).
• Jesús te salvará. "el que por mi entre será salvo" (v.9).
• Jesús transformará tu vida. "Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia" (v.10).
• Jesús será tu defensor. "Pongo mi vida por las ovejas" (v. 15).
Ahora que sabes que Dios quiere establecer una Relación Especial contigo ¿Qué piensas hacer? ¿Lo aceptará como tu pastor y salvador? Este es un gran momento para que ores al Padre pidiéndole perdón por tu pecado y creyendo en tu corazón que Jesús es Su Hijo y que fue enviado para que al creer en Él y aceptarlo como Señor y Salvador de tu vida puedas tener acceso al perdón del Padre y a la restauración de tu espíritu. Abre tu corazón a Jesucristo y permítale a Dios transformar tu vida.
4. Como Llegar a ser Hijos de Dios (Juan 1:11-13)
La tradición de nuestros padres nos ha enseñado que todas las personas somos hijas de Dios. Y todos nosotros creemos que esto es cierto con mucha sinceridad. Sin embargo, la Biblia nos habla de criaturas de Dios y de hijos de Dios. Dios se relaciona con el universo como su creador y como tal otorga a sus criaturas cierta bendición limitada. Pero existe un acercamiento muy notable entre El y las personas que creen en su existencia y le entregan sus vidas. Con ellas Dios se relaciona como su Padre y las llama sus hijos.
¿Quién es una criatura de Dios? : Una criatura es toda aquella persona, animal o cosa creada por Dios, las cuales no tienen ningún tipo de relación espiritual con su hacedor. Es más, Dios mismo identifica al hombre pecador como "criatura perversa". Fíjense lo que dice la Biblia: "He aquí. solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones" (Eclesiastés 7:29). E "hijos del diablo". Así dijo Jesús: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer" (Juan 8:44). Esto se lo dijo a los fariseos, saduceos y principales del Sanedrín. Los que creían saber la ley y ser los predilectos de Dios. ¿Qué le parece?
¿Ha abandonado Dios a sus criaturas totalmente? ¿Es injusto con ellas?
Definitivamente, no. Dios mantiene una relación natural con toda la creación, especialmente con el hombre. De una u otra forma nos beneficia y nos protege a todos por igual. El "hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45).
¿Son salvas las personas que solamente se relacionan con Dios como sus criaturas?
Concluyentemente, no. Para ser salvo se necesita entrar en una relación Padre-hijo con Dios. En una familia sólo los hijos legítimos heredan a sus padres. Los hijos ilegítimos heredan si son reconocidos como legítimos. Jesucristo es el Hijo legítimo de Dios. El es el heredero, nosotros somos simples criaturas. Para convertirnos en herederos de la salvación necesitamos ser adoptados por el Padre y, precisamente, eso es lo que El quiere hacer.
¿Cual es el significado de la palabra Adopción?
¿Ha sido adoptado o ha adoptado a alguien?
¿Le gustaría ser adoptado por Dios?
¿Sabe cómo puede una persona pecadora llegar a ser hija de Dios?
El siguiente texto bíblico nos da la respuesta:
"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón sino de Dios" (Juan 1:11-13)
El versículo 11 nos dice que Dios le dio la oportunidad a los hombres de llegar a ser hijos suyos y no simples criaturas. Pero los hombres rechazaron esta gran oferta. Sin embargo, de acuerdo al versículo 12, hubieron quienes no rechazaron este regalo de Dios, llegando a ser así, hijos de Dios.
¿Cuál es la oferta de Dios mediante la cual las personas pueden llegar a ser hijas legítimas de Dios?: Que creamos en su Hijo Jesús, en el nombre de Jesucristo y lo recibamos en nuestros corazones como Señor y Salvador de nuestra vida.
¡¡ Este es el verdadero designio de Dios para la vida del hombre..!!
De acuerdo al versículo 13, cuando aceptamos a Jesús entramos a formar parte de la familia de Dios nos convertimos en Hijos de Dios y herederos de la salvación. Dios nos adopta por medio de su Espíritu Santo, y es este Espíritu el que da testimonio a mi espíritu de que soy un hijo de Dios.
Esta es la verdadera obra que Dios quiere que hagamos: “¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? --le preguntaron. Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió --les respondió Jesús.” (Juan 6:28-29)
El designio de Dios para nuestra vida es que creamos en el nombre de Jesús y que le recibamos como Señor y Salvador !!!!
Leamos Romanos 8:14-17
¿Cuáles beneficios inmediatos recibimos ya como hijos de Dios?
• Soy guiado por el Espíritu de Dios
• Soy heredero de Dios y coheredero con Cristo
• Sufro con Cristo
• Tendré parte con Cristo en su gloria.
¿Es importante ser hijo de Dios?
De acuerdo al versículo 13, cuando aceptamos a Jesús entramos a formar parte de la familia de Dios nos convertimos en Hijos de Dios y herederos de la salvación. Dios nos adopta por medio de su Espíritu Santo, y es este Espíritu el que da testimonio a mi espíritu de que soy un hijo de Dios.
Esta es la verdadera obra que Dios quiere que hagamos: “¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? --le preguntaron. Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió --les respondió Jesús.” (Juan 6:28-29)
El designio de Dios para nuestra vida es que creamos en el nombre de Jesús y que le recibamos como Señor y Salvador !!!!
Leamos Romanos 8:14-17
¿Cuáles beneficios inmediatos recibimos ya como hijos de Dios?
• Soy guiado por el Espíritu de Dios
• Soy heredero de Dios y coheredero con Cristo
• Sufro con Cristo
• Tendré parte con Cristo en su gloria.
¿Es importante ser hijo de Dios?
En este momento ¿te consideras una criatura de Dios o un hijo de Dios? Reflexiona profundamente.
Piensa que Dios está aquí con nosotros y su único deseo es bendecirnos. Como criaturas solo recibimos los beneficios naturales que Dios provee al mundo de manera general (sol, lluvia, oxígeno, aire fresco, plantas que producen alimentos, etc.), pero nada de esto implica la salvación.
Como hijos nos convertimos en herederos de la salvación y nos beneficiamos con un cambio total de nuestras vidas y circunstancias. Dios mismo reafirma nuestra posición de hijos: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (I Juan 3:2). ¡A esto se le llama bendición!
5. Como llegar a ser Hijos de Dios ( II ) San Juan 3:1-10
Texto Bíblico: “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: -Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.Le respondió Jesús: -De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le pregunto: -¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús: -De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: "Os es necesario nacer de nuevo". El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu. Le preguntó Nicodemo: -¿Cómo puede hacerse esto? Jesús le respondió: -Tú, que eres el maestro de Israel, ¿no sabes esto?”
Estamos en frente de uno de los pasajes más famosos de los evangelios. Se trata del encuentro de Jesús y Nicodemo. Como podemos ver, Nicodemo era un hombre bien educado. Era maestro de la ley, enseñaba al pueblo acerca de Dios. No cabe dudas de que, con la posición que tenía, Nicodemo estaba más que seguro de que era un Hijo de Dios.
Este hombre pertenecía a la secta de los fariseos. Recordemos que los fariseos eran extremadamente religiosos y legalistas: en una ocasión estuvieron dispuestos a maltratar a Jesús porque sus discípulos comieron sin lavarse las manos (Mateo 15:1-20).
A este grupo pertenecía Nicodemo. Así que era muy difícil convencerlo de que él no era un Hijo de Dios.
I- Nicodemo busca a Jesús.
En este estudio queremos enfatizar que este hombre vino a Jesús voluntariamente y que no vino a discutir ni a ridiculizar al Maestro. Al contrario, Nicodemo reconoció en Jesús a alguien superior a él (v. 2) y lo confesó.
Piensa que Dios está aquí con nosotros y su único deseo es bendecirnos. Como criaturas solo recibimos los beneficios naturales que Dios provee al mundo de manera general (sol, lluvia, oxígeno, aire fresco, plantas que producen alimentos, etc.), pero nada de esto implica la salvación.
Como hijos nos convertimos en herederos de la salvación y nos beneficiamos con un cambio total de nuestras vidas y circunstancias. Dios mismo reafirma nuestra posición de hijos: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (I Juan 3:2). ¡A esto se le llama bendición!
5. Como llegar a ser Hijos de Dios ( II ) San Juan 3:1-10
Texto Bíblico: “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: -Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.Le respondió Jesús: -De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le pregunto: -¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús: -De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: "Os es necesario nacer de nuevo". El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu. Le preguntó Nicodemo: -¿Cómo puede hacerse esto? Jesús le respondió: -Tú, que eres el maestro de Israel, ¿no sabes esto?”
Estamos en frente de uno de los pasajes más famosos de los evangelios. Se trata del encuentro de Jesús y Nicodemo. Como podemos ver, Nicodemo era un hombre bien educado. Era maestro de la ley, enseñaba al pueblo acerca de Dios. No cabe dudas de que, con la posición que tenía, Nicodemo estaba más que seguro de que era un Hijo de Dios.
Este hombre pertenecía a la secta de los fariseos. Recordemos que los fariseos eran extremadamente religiosos y legalistas: en una ocasión estuvieron dispuestos a maltratar a Jesús porque sus discípulos comieron sin lavarse las manos (Mateo 15:1-20).
A este grupo pertenecía Nicodemo. Así que era muy difícil convencerlo de que él no era un Hijo de Dios.
I- Nicodemo busca a Jesús.
En este estudio queremos enfatizar que este hombre vino a Jesús voluntariamente y que no vino a discutir ni a ridiculizar al Maestro. Al contrario, Nicodemo reconoció en Jesús a alguien superior a él (v. 2) y lo confesó.
¿Cuán importante es que Nicodemo viniera a Jesús?
Es muy importante. Ya hemos estudiado que para llegar a ser hijo de Dios es necesario venir a Jesús creyendo (Nicodemo creía: "nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él") y recibirlo o aceptarlo como salvador personal (sabemos que Nicodemo aceptó a Jesús como su salvador personal (véase Juan 19:39) o por lo menos así parece, ya que Juan lo menciona junto a José de Arimatea, un discípulo secreto del Maestro).
II- Jesús recibe a Nicodemo.
Jesús no le reprochó a este hombre el que viniera a él de noche. Jesús conoce las circunstancias de las personas y se alegra cuando venimos a él aunque sea secretamente. ¿Acaso Nicodemo vino a Jesús de noche porque se avergonzaba del Maestro?. Quizás no. Tal vez fue por no ocasionar un malestar que le acarreara problemas a Jesús, etc.
¿Por qué crees usted que el dignatario vino a Jesús secretamente?
¿Si usted viniera a Jesús ahora mismo crees que te rechazaría?
III- Jesús confronta a Nicodemo con su verdadera realidad.
Lo primero que Jesús hizo sin titubeo fue decirle a este hombre: okey, tú piensas que eres hijo de Dios simplemente porque eres maestro de Israel. Pues yo te digo que no. Para ser un hijo de Dios completo tienes que nacer de nuevo (v. 3).
Claro es que Nicodemo se quedó boquiabierto cuando escuchó las palabras de Jesús y pidió una explicación (v. 4).
Si tú estuvieras en la posición de Nicodemo frente a Jesús ¿Qué respondería a estas palabras? ¿Piensas que Nicodemo era demasiado tonto porque no entendía a Jesús?
IV- Jesús explica como nacer de nuevo
Jesús reveló en esta conversación que para ser un Hijo de Dios cabal, no bastaba con estar convencido de que él vino de Dios. Es necesario tomar una decisión contundente y definitiva acerca de nuestra vida.
• Necesitamos ser limpios de nuestros pecados (Nacer del agua. V5)
• Necesitamos una transformación de nuestra vida interior (nacer del Espíritu. V.5)
Es decir, el nuevo nacimiento tiene dos aspectos básicos: Limpieza del pecado y un cambio interior. Esto es un nuevo amor, una paz verdadera y un gozo auténtico. El resultado de esta experiencia es la presencia permanente del Espíritu Santo en la vida de la persona (vv. 6-8).
Notemos las Palabras de Jesús a la mujer samaritana: "Pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (San Juan 4:14). También dijo a la multitud: "Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva" (San Juan 7:37,38).
Jesús pronunció estas palabras dando a entender que quienes lo aceptan a él como su salvador personal, son beneficiados con ese cambio interior que hace que la persona sea llena de la vida de Dios. El Espíritu Santo viene a morar en el creyente produciendo ese nuevo amor, esa paz verdadera y ese gozo permanente que caracteriza a los hijos de Dios.
Es muy importante. Ya hemos estudiado que para llegar a ser hijo de Dios es necesario venir a Jesús creyendo (Nicodemo creía: "nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él") y recibirlo o aceptarlo como salvador personal (sabemos que Nicodemo aceptó a Jesús como su salvador personal (véase Juan 19:39) o por lo menos así parece, ya que Juan lo menciona junto a José de Arimatea, un discípulo secreto del Maestro).
II- Jesús recibe a Nicodemo.
Jesús no le reprochó a este hombre el que viniera a él de noche. Jesús conoce las circunstancias de las personas y se alegra cuando venimos a él aunque sea secretamente. ¿Acaso Nicodemo vino a Jesús de noche porque se avergonzaba del Maestro?. Quizás no. Tal vez fue por no ocasionar un malestar que le acarreara problemas a Jesús, etc.
¿Por qué crees usted que el dignatario vino a Jesús secretamente?
¿Si usted viniera a Jesús ahora mismo crees que te rechazaría?
III- Jesús confronta a Nicodemo con su verdadera realidad.
Lo primero que Jesús hizo sin titubeo fue decirle a este hombre: okey, tú piensas que eres hijo de Dios simplemente porque eres maestro de Israel. Pues yo te digo que no. Para ser un hijo de Dios completo tienes que nacer de nuevo (v. 3).
Claro es que Nicodemo se quedó boquiabierto cuando escuchó las palabras de Jesús y pidió una explicación (v. 4).
Si tú estuvieras en la posición de Nicodemo frente a Jesús ¿Qué respondería a estas palabras? ¿Piensas que Nicodemo era demasiado tonto porque no entendía a Jesús?
IV- Jesús explica como nacer de nuevo
Jesús reveló en esta conversación que para ser un Hijo de Dios cabal, no bastaba con estar convencido de que él vino de Dios. Es necesario tomar una decisión contundente y definitiva acerca de nuestra vida.
• Necesitamos ser limpios de nuestros pecados (Nacer del agua. V5)
• Necesitamos una transformación de nuestra vida interior (nacer del Espíritu. V.5)
Es decir, el nuevo nacimiento tiene dos aspectos básicos: Limpieza del pecado y un cambio interior. Esto es un nuevo amor, una paz verdadera y un gozo auténtico. El resultado de esta experiencia es la presencia permanente del Espíritu Santo en la vida de la persona (vv. 6-8).
Notemos las Palabras de Jesús a la mujer samaritana: "Pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (San Juan 4:14). También dijo a la multitud: "Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva" (San Juan 7:37,38).
Jesús pronunció estas palabras dando a entender que quienes lo aceptan a él como su salvador personal, son beneficiados con ese cambio interior que hace que la persona sea llena de la vida de Dios. El Espíritu Santo viene a morar en el creyente produciendo ese nuevo amor, esa paz verdadera y ese gozo permanente que caracteriza a los hijos de Dios.
¿Te consideras una persona que has Nacido de Nuevo? Si no es así, ¿quieres que Jesús trate contigo?
¿Quieres hacer una oración en este momento, pidiéndole que produzca en ti el cambio que tanto has deseado?
¿Quieres hacer una oración en este momento, pidiéndole que produzca en ti el cambio que tanto has deseado?
Si haces la oración ahora, Dios te asegura que hará de ti una nueva criatura: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas" (II Corintios 5:17).
¿Qué decides? Ora así:
“Señor Jesús, confieso que te necesito. He pecado y siento mi vida vacía y sin esperanza.
Sé que tú eres la esperanza de todo hombre y mujer. Te pido que perdones mi pecado y que me des una nueva oportunidad de vivir para ti. Anhelo vivir mi vida al máximo, y comprendo que para empezar debo entregarte mi vida. Te pido que me salves y me des una vida nueva. Amén y amén.”
Leer más...
“Señor Jesús, confieso que te necesito. He pecado y siento mi vida vacía y sin esperanza.
Sé que tú eres la esperanza de todo hombre y mujer. Te pido que perdones mi pecado y que me des una nueva oportunidad de vivir para ti. Anhelo vivir mi vida al máximo, y comprendo que para empezar debo entregarte mi vida. Te pido que me salves y me des una vida nueva. Amén y amén.”
Etiquetas:
SALVACIÓN
domingo, 30 de agosto de 2009
Principios establecidos por Dios en su Palabra para encontrar su voluntad
SEXTA PARTE
Principio No. 5
Dios quiere que obedezcamos a las autoridades, a los que están en eminencia
1 Pedro 2: 13-15: 13Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. 15Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos.”
Debemos someternos a quién está en autoridad, a los que dirigen los destinos del país, debemos de obedecer las leyes del Estado. Constantemente somos tentados a violar las leyes, pero si lo hacemos estamos en contra de la voluntad de Dios. Eso no significa que Dios esté de acuerdo y apruebe las leyes de todos los gobiernos; pero nosotros debemos ser modelos en obedecer las leyes del estado.
Yo no me imagino una persona que se dice ser “cristiana” sobornando a un oficial de tránsito que lo sorprendió violando la ley. Tampoco me parecería correcto que esta misma persona evada los impuestos en forma consciente y utilizando a un asesor en contabilidad o finanzas “cristiano” para que le ayude a hacerlo.
Debemos de orar por nuestros presidentes para que gobiernen con sabiduría, la sabiduría proveniente de Dios. No debemos ser como las personas del “mundo” que viven hablando mal y burlándose de las autoridades, y aún más si no son del partido político de su agrado. Si lo hacemos, primero estamos actuando como los del “mundo” en lugar de dar un buen testimonio para que ellos nos imiten y segundo estamos en contra de la voluntad de Dios.
Deberíamos ser los primeros en pagar los impuestos, deberíamos ser ejemplo conduciendo nuestros autos, deberíamos ser ejemplo en la cancelación de nuestras deudas y en respetar el derecho de los demás. ¿Le ha pasado, que conduciendo su auto se encuentra ante una situación que le desagrada y todo usted está listo para actuar como lo haría una persona que no es cristiana (maldiciendo, haciendo ademanes desagradables, actuando como un energúmeno) y de pronto ve en la misma escena a un hermano de la iglesia y lo peor es que él venía en la misma actitud..? ¡A mí sí..!! Y uno se da cuenta en ese instante, que aún el orgullo, la soberbia, y los malos pensamientos le dominan ante este tipo de situaciones. Pero si hacemos la voluntad de Dios y actuamos como verdaderos hijos suyos, entonces nuestro testimonio va a callar la ignorancia de los insensatos.
Si hay leyes que no nos gustan, tenemos el derecho de trabajar para cambiarlas. Las ciudades va a ser aun mejor cuando haya más líderes comunales, municipales y estatales cristianos, que caminen en la voluntad de Dios, personas temerosas de Dios, que caminen en la Palabra de Dios, que tengan la Palabra de Dios como lumbrera a su camino, que sean luz en las tinieblas; cuando eso ocurra las ciudades va a ser aún más impactadas por el poder del evangelio.
Y si hay situaciones legales que no nos gustan, entonces orémosle a Dios para que cambie las circunstancias. Pero si no lo hiciera, tengamos paz, que nuestra sumisión ante esa situación será usada como testimonio para otros.
El apóstol Pablo dice que la voluntad de Dios se cumple de corazón, no como agradando a los hombres, sino como agradando al Señor (Efesios 6: 6-7).
Leer más...
Principio No. 5
Dios quiere que obedezcamos a las autoridades, a los que están en eminencia
1 Pedro 2: 13-15: 13Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. 15Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos.”
Debemos someternos a quién está en autoridad, a los que dirigen los destinos del país, debemos de obedecer las leyes del Estado. Constantemente somos tentados a violar las leyes, pero si lo hacemos estamos en contra de la voluntad de Dios. Eso no significa que Dios esté de acuerdo y apruebe las leyes de todos los gobiernos; pero nosotros debemos ser modelos en obedecer las leyes del estado.
Yo no me imagino una persona que se dice ser “cristiana” sobornando a un oficial de tránsito que lo sorprendió violando la ley. Tampoco me parecería correcto que esta misma persona evada los impuestos en forma consciente y utilizando a un asesor en contabilidad o finanzas “cristiano” para que le ayude a hacerlo.
Debemos de orar por nuestros presidentes para que gobiernen con sabiduría, la sabiduría proveniente de Dios. No debemos ser como las personas del “mundo” que viven hablando mal y burlándose de las autoridades, y aún más si no son del partido político de su agrado. Si lo hacemos, primero estamos actuando como los del “mundo” en lugar de dar un buen testimonio para que ellos nos imiten y segundo estamos en contra de la voluntad de Dios.
Deberíamos ser los primeros en pagar los impuestos, deberíamos ser ejemplo conduciendo nuestros autos, deberíamos ser ejemplo en la cancelación de nuestras deudas y en respetar el derecho de los demás. ¿Le ha pasado, que conduciendo su auto se encuentra ante una situación que le desagrada y todo usted está listo para actuar como lo haría una persona que no es cristiana (maldiciendo, haciendo ademanes desagradables, actuando como un energúmeno) y de pronto ve en la misma escena a un hermano de la iglesia y lo peor es que él venía en la misma actitud..? ¡A mí sí..!! Y uno se da cuenta en ese instante, que aún el orgullo, la soberbia, y los malos pensamientos le dominan ante este tipo de situaciones. Pero si hacemos la voluntad de Dios y actuamos como verdaderos hijos suyos, entonces nuestro testimonio va a callar la ignorancia de los insensatos.
Si hay leyes que no nos gustan, tenemos el derecho de trabajar para cambiarlas. Las ciudades va a ser aun mejor cuando haya más líderes comunales, municipales y estatales cristianos, que caminen en la voluntad de Dios, personas temerosas de Dios, que caminen en la Palabra de Dios, que tengan la Palabra de Dios como lumbrera a su camino, que sean luz en las tinieblas; cuando eso ocurra las ciudades va a ser aún más impactadas por el poder del evangelio.
Y si hay situaciones legales que no nos gustan, entonces orémosle a Dios para que cambie las circunstancias. Pero si no lo hiciera, tengamos paz, que nuestra sumisión ante esa situación será usada como testimonio para otros.
El apóstol Pablo dice que la voluntad de Dios se cumple de corazón, no como agradando a los hombres, sino como agradando al Señor (Efesios 6: 6-7).
Leer más...
Etiquetas:
VOLUNTAD DE DIOS
miércoles, 12 de agosto de 2009
EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU
Hasta el siglo XX los teólogos ponían muy poca atención a la frase el bautismo del Espíritu Santo. Y probablemente todo esto se debe a que esta frase precisa no se encuentra en ninguna parte del Nuevo Testamento y la idea en sí misma casi no ocurre. En efecto, solo hay tres referencias, Mateo 3:11 y pasajes paralelos, donde Juan el Bautista proclama que Cristo bautizará en el Espíritu Santo; en Hechos 1:5 donde nuestro Señor promete que sus discípulos serán bautizados en el Espíritu Santo; en 1 Cor. 12:13 donde Pablo afirma que todos los cristianos fueron bautizados en un solo Espíritu.
A pesar de las pocas referencias bíblicas directas que hay, la importancia de ésta doctrina no puede medirse por este parámetro. Bautismo en el Espíritu Santo es solo una de las varias maneras de llamar aquella experiencia de iniciación, muy importante, mediante la cual el Espíritu Santo viene a morar en el creyente, y como tal, rivaliza con la doctrina de la unión con Cristo como el único concepto más importante de la doctrina de la salvación.
La teología pentecostal enseña que es perfectamente posible que una persona haya nacido de nuevo y, sin embargo, no haya recibido el bautismo en el Espíritu Santo, y que en verdad, algunos cristianos nunca reciban esta bendición. Insiste en que regeneración y conversión son dos cosas distintas y que el bautismo es subsecuentemente a la conversión.
Uno de los más grandes defensores de este punto de vista es R. A. Torrey. El escribe lo siguiente: “El bautismo en el Espíritu Santo es la obra del Espíritu Santo distinta de y adicional a su obra de regeneración. En otras palabras, una cosa es nacer de nuevo por el Espíritu Santo, y otra el ser bautizado con el Espíritu Santo”. Ralph M. Riggs, un teólogo pentecostal contemporáneo, es igualmente enfático: “aunque todos los creyentes tienen el Espíritu Santo, sin embargo aún falta que todos los creyentes, además de tenerlo, puedan ser llenos o bautizados con el Espíritu Santo”. Antes del Pentecostés los discípulos “ya habían recibido el Espíritu Santo, pero todavía les faltaba el bautismo en el Espíritu Santo”.
Recibir, ser lleno y ser bautizado
Una gran dificultad que al instante enfrenta esta doctrina es que el idioma del Nuevo Testamento simplemente no nos permite hacer estas distinciones entre el ser bautizado en el Espíritu y el recibir el Espíritu. Estos y otros términos se usan de manera intercambiable. Por ejemplo, en Hechos 1:5, Lucas predice el día de Pentecostés como una experiencia de ser bautizado en el Espíritu. En Hechos 2:4 lo describe como una experiencia de ser llenos con el Espíritu. En Hechos 1:8 se describe la venida del Espíritu sobre ellos de la misma manera que se describe en Hechos 2:38 como recibir el Espíritu. De esta manera tenemos que concluir que, el que el Espíritu venga sobre nosotros, recibir el Espíritu, ser llenos del Espíritu y ser bautizados con el Espíritu, es una y la misma experiencia.
La manera como Lucas describe la experiencia de Cornelio y su familia es igualmente significativa. Él lo entiende como un paralelo exacto al Pentecostés (Hch. 11:5) y como el preciso cumplimiento de la promesa de nuestro Señor, “seréis bautizados en el Espíritu Santo (Hch. 11:16)”. Sin embargo, al describir este evento él no usa las frases de llenura o bautismo. El dice que el Espíritu Santo cayó sobre ellos (Hch. 10:44), y lo más significativo de todo es que en realidad ellos recibieron el Espíritu Santo (Hch. 10:47).
Con toda seguridad, es muy claro que nadie puede invocar la autoridad del Nuevo Testamento para declarar que “todos han recibido el Espíritu, pero no todos han sido bautizados, o llenos con el Espíritu”.
Todos los creyentes son bautizados en el Espíritu
Hay considerable evidencia directa en el Nuevo Testamento que indica que todos los creyentes experimentan el bautismo con el Espíritu Santo.
Para comenzar, uno de los puntos principales de la profecía de Joel 2:28-32 es la universalidad del don del Espíritu, de lo cual el Pentecostés es el cumplimiento. El Espíritu sería derramado sobre toda carne. El Espíritu no vendría sobre los eminentes sino también sobre los siervos y siervas. La narración de Lucas deja claro que esto es lo que exactamente sucedió. Todos los creyentes fueron bautizados en el Espíritu Santo (Hch. 2:4). En Hechos 1:13-26 se describe a toda la iglesia con las palabras “todos eran de una sola mente en un solo lugar” y cuando el bautismo vino, vino sobre todos ellos. En aquel momento no había un solo creyente en el mundo que quedara sin ser bautizado en el Espíritu.
La descripción de la experiencia de los 3,000 que se convirtieron mediante la predicación de Pedro ciertamente concuerda con esto. Pedro prometió que aquellos que respondían a este mensaje recibirían el don del Espíritu Santo (Hch. 2:38). Pero él no lo daba a entender como algo adicional a la experiencia básica de la salvación: “Arrepentíos y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para remisión de pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Remisión de pecados y don del Espíritu van juntos.
La misma doctrina la tenemos también en 1 Cor. 12:13, “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo”. Algunos han expresado sus reservas acerca de la relevancia de este pasaje en cuanto al bautismo en el Espíritu y han sugerido que se refiere al bautismo por el Espíritu. Es difícil entender las razones para esto, pues gramaticalmente la expresión es exactamente la misma que en Hechos 1:5.
Si Pablo hubiera querido expresar la idea de bautismo por el Espíritu entonces lo hubiese hecho sin ambigüedades, usando la preposición hupo (por) en vez de la preposición en (en). La enseñanza de Pablo es uniforme en que Cristo es el que bautiza. En Mateo 3:11, por ejemplo, Juan el Bautista dice, “El os bautizará en el Espíritu Santo”. Pedro habla de la misma manera en Hechos 2:33. El Cristo exaltado ha derramado el Espíritu Santo. La única alternativa a esto, es que algunas veces, se representa como un don del Padre (Hch.1:4). El Espíritu mismo no es el que bautiza. Somos bautizados en El, o somos bautizados con el Espíritu Santo.
Esto queda confirmado en la segunda parte de 1 Cor. 12:13, “a todos se nos dio de beber del mismo Espíritu”. T.C. Edwards señala que el significado de esta metáfora es “Como plantas somos empapados en el Espíritu. El mismo chorro riega todos los campos y penetra hasta las raicillas de cada brizna de césped”.
Pablo define el propósito de este bautismo en la frase “en un solo cuerpo”. Todos somos bautizados (sumergidos, sedientos, regados) en el mismo Espíritu con la finalidad de nuestra formación o de llegar a ser un solo cuerpo. Esto descarta la interpretación elitista, en el sentido de que el bautismo con el Espíritu Santo es la experiencia de unos cuantos. Todos los creyentes son miembros de un solo cuerpo y como tales todos son bautizados, todos son remojados en el mismo Espíritu. Igualmente todos tienen dones espirituales, los cuales son esenciales para el funcionamiento adecuado del cuerpo, de tal modo que nadie se sienta inferior y sobre todo que nadie se sienta sobrante.
El argumento según el cual es posible ser regenerado y no poseer el bautismo en el Espíritu Santo es difícil de sustentar en el nivel teológico y exegético. Todos los cristianos están unidos a Cristo. Sugerir que esto puede ser así, sin una correspondiente unión con el Espíritu, sería separar estas dos personas en una manera que es muy inconsistente con la teología trinitaria histórica. El Hijo y el Espíritu son, con el Padre, un solo Dios. Tan estrecha es la unión, que cada una está en la otra (Juan 14:10), de tal manera que la misión del Consolador es igual a la misión del Hijo (Juan 14:18), e incluso Pablo puede decir, “El Señor (Jesucristo) es el Espíritu” (2 Cor. 3:17).
Estar completamente en el Hijo es estar completamente en el Espíritu. Tener a Cristo morando en nuestro corazón por fe, es simultáneamente tener el Espíritu en el interior y ser lleno con toda la plenitud de Dios (Ef. 3:16-19).
Lo que enseña el Nuevo Testamento acerca de la fe
La fe salva, por lo que es inadmisible confinarla a la regeneración y conversión, excluyendo el don del Espíritu. El Espíritu es el don indecible (2 Cor. 9:15). El es pre-eminente promesa del Padre (Hch. 1:4) y el sello invariable de nuestra filiación (Ef.1:13). Participando de la experiencia de Cristo, el Espíritu Santo es el clímax de la bendición apostólica (2 Cor.13:14). Incluso según el Antiguo Testamento, la salvación no podía definirse aparte de recibir el Espíritu, “Pondré mi Espíritu dentro de ti, y haré que andéis en mis estatutos” (Ezq.36:27).
Pero el Nuevo Testamento no solo insiste que el bautismo en el Espíritu es parte de la salvación misma, sino que también afirma explícitamente que la fe y el don del Espíritu están inseparablemente conectados. Esto aparece claramente en la pegunta retórica de Pablo en Gálatas 3:2, “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de ley o por el oír con fe?” Pablo enseña la misma doctrina en Efesios 1:13, “En El también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en El fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Todo lo que hicieron los Efesios fue creer, y habiéndolo hecho, fueron sellados. Gálatas 3:14 es mucho más claro todavía. Recibimos la promesa del Espíritu mediante la Fe.
El servicio cristiano
Con la enseñanza del Nuevo Testamento acerca del servicio cristiano es realmente imposible reconciliar la noción de que algunos cristianos no poseen la plenitud del Espíritu. Torrey intenta distinguir entre ser salvo y estar listo para servir y se permite la sorprendente afirmación, “Ahora bien, si el hombre es regenerado entonces es salvo. Si tiene que morir irá al cielo. Pero aunque sea salvo, aún no está en condiciones para el servicio de Dios”. Esto hace tal violencia a la teología del Nuevo Testamento, que uno no puede, sino suspirar de asombro. Ser redimidos del pecado implica llegar a ser a la vez siervos de la justicia (Rom. 6:18), llevando el fruto del Espíritu en una vida caracterizada por el amor, el gozo, la paz y todas las otras excelencias (Gal. 5:22s).
Pedro es igualmente explícito, ¿Cómo puede ser posible la idea de un salvo que no sea apto para servir en 1 Pedro 2:9? “Vosotros sois una generación escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo especial, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. El pasaje de 1 Pedro nos recuerda que el testimonio cristiano tiene un lugar especial entre todas las formas de servicio que se espera de los cristianos. Tenemos que permanecer firmes en nuestra profesión (Heb. 4:14) y echar mano de la palabra de vida (Fil. 2:16), y dar razón de la esperanza que está en nosotros (1 Pedro 3:15). Esto nos lleva directamente a la comisión dada a la iglesia (Hch. 1:8) “me seréis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”.
Fue precisamente para prepararlos para esto que se les dio la promesa “recibiréis poder”, y esta promesa se cumplió en el Pentecostés cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos, capacitándolos para proclamar las maravillosas obras de Dios.
Sugerir que algunos creyentes han sido dejados sin los recursos para ello, significa poner de cabeza la ética del Nuevo Testamento, es como si Dios quisiera hacer adobes sin paja.
Conclusión
¿Qué podemos concluir entonces? Que el bautismo en el Espíritu es un elemento absolutamente fundamental en la doctrina cristiana de la salvación. Que la experiencia de él es lo que inicia al hombre en la vida cristiana, de manera que, sin el bautismo en el Espíritu, de ninguna manera somos cristianos, y que haberlo tenido es haber recibido el Espíritu en su plenitud, que nos capacita para decir “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).
Leer más...
A pesar de las pocas referencias bíblicas directas que hay, la importancia de ésta doctrina no puede medirse por este parámetro. Bautismo en el Espíritu Santo es solo una de las varias maneras de llamar aquella experiencia de iniciación, muy importante, mediante la cual el Espíritu Santo viene a morar en el creyente, y como tal, rivaliza con la doctrina de la unión con Cristo como el único concepto más importante de la doctrina de la salvación.
La teología pentecostal enseña que es perfectamente posible que una persona haya nacido de nuevo y, sin embargo, no haya recibido el bautismo en el Espíritu Santo, y que en verdad, algunos cristianos nunca reciban esta bendición. Insiste en que regeneración y conversión son dos cosas distintas y que el bautismo es subsecuentemente a la conversión.
Uno de los más grandes defensores de este punto de vista es R. A. Torrey. El escribe lo siguiente: “El bautismo en el Espíritu Santo es la obra del Espíritu Santo distinta de y adicional a su obra de regeneración. En otras palabras, una cosa es nacer de nuevo por el Espíritu Santo, y otra el ser bautizado con el Espíritu Santo”. Ralph M. Riggs, un teólogo pentecostal contemporáneo, es igualmente enfático: “aunque todos los creyentes tienen el Espíritu Santo, sin embargo aún falta que todos los creyentes, además de tenerlo, puedan ser llenos o bautizados con el Espíritu Santo”. Antes del Pentecostés los discípulos “ya habían recibido el Espíritu Santo, pero todavía les faltaba el bautismo en el Espíritu Santo”.
Recibir, ser lleno y ser bautizado
Una gran dificultad que al instante enfrenta esta doctrina es que el idioma del Nuevo Testamento simplemente no nos permite hacer estas distinciones entre el ser bautizado en el Espíritu y el recibir el Espíritu. Estos y otros términos se usan de manera intercambiable. Por ejemplo, en Hechos 1:5, Lucas predice el día de Pentecostés como una experiencia de ser bautizado en el Espíritu. En Hechos 2:4 lo describe como una experiencia de ser llenos con el Espíritu. En Hechos 1:8 se describe la venida del Espíritu sobre ellos de la misma manera que se describe en Hechos 2:38 como recibir el Espíritu. De esta manera tenemos que concluir que, el que el Espíritu venga sobre nosotros, recibir el Espíritu, ser llenos del Espíritu y ser bautizados con el Espíritu, es una y la misma experiencia.
La manera como Lucas describe la experiencia de Cornelio y su familia es igualmente significativa. Él lo entiende como un paralelo exacto al Pentecostés (Hch. 11:5) y como el preciso cumplimiento de la promesa de nuestro Señor, “seréis bautizados en el Espíritu Santo (Hch. 11:16)”. Sin embargo, al describir este evento él no usa las frases de llenura o bautismo. El dice que el Espíritu Santo cayó sobre ellos (Hch. 10:44), y lo más significativo de todo es que en realidad ellos recibieron el Espíritu Santo (Hch. 10:47).
Con toda seguridad, es muy claro que nadie puede invocar la autoridad del Nuevo Testamento para declarar que “todos han recibido el Espíritu, pero no todos han sido bautizados, o llenos con el Espíritu”.
Todos los creyentes son bautizados en el Espíritu
Hay considerable evidencia directa en el Nuevo Testamento que indica que todos los creyentes experimentan el bautismo con el Espíritu Santo.
Para comenzar, uno de los puntos principales de la profecía de Joel 2:28-32 es la universalidad del don del Espíritu, de lo cual el Pentecostés es el cumplimiento. El Espíritu sería derramado sobre toda carne. El Espíritu no vendría sobre los eminentes sino también sobre los siervos y siervas. La narración de Lucas deja claro que esto es lo que exactamente sucedió. Todos los creyentes fueron bautizados en el Espíritu Santo (Hch. 2:4). En Hechos 1:13-26 se describe a toda la iglesia con las palabras “todos eran de una sola mente en un solo lugar” y cuando el bautismo vino, vino sobre todos ellos. En aquel momento no había un solo creyente en el mundo que quedara sin ser bautizado en el Espíritu.
La descripción de la experiencia de los 3,000 que se convirtieron mediante la predicación de Pedro ciertamente concuerda con esto. Pedro prometió que aquellos que respondían a este mensaje recibirían el don del Espíritu Santo (Hch. 2:38). Pero él no lo daba a entender como algo adicional a la experiencia básica de la salvación: “Arrepentíos y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para remisión de pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Remisión de pecados y don del Espíritu van juntos.
La misma doctrina la tenemos también en 1 Cor. 12:13, “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo”. Algunos han expresado sus reservas acerca de la relevancia de este pasaje en cuanto al bautismo en el Espíritu y han sugerido que se refiere al bautismo por el Espíritu. Es difícil entender las razones para esto, pues gramaticalmente la expresión es exactamente la misma que en Hechos 1:5.
Si Pablo hubiera querido expresar la idea de bautismo por el Espíritu entonces lo hubiese hecho sin ambigüedades, usando la preposición hupo (por) en vez de la preposición en (en). La enseñanza de Pablo es uniforme en que Cristo es el que bautiza. En Mateo 3:11, por ejemplo, Juan el Bautista dice, “El os bautizará en el Espíritu Santo”. Pedro habla de la misma manera en Hechos 2:33. El Cristo exaltado ha derramado el Espíritu Santo. La única alternativa a esto, es que algunas veces, se representa como un don del Padre (Hch.1:4). El Espíritu mismo no es el que bautiza. Somos bautizados en El, o somos bautizados con el Espíritu Santo.
Esto queda confirmado en la segunda parte de 1 Cor. 12:13, “a todos se nos dio de beber del mismo Espíritu”. T.C. Edwards señala que el significado de esta metáfora es “Como plantas somos empapados en el Espíritu. El mismo chorro riega todos los campos y penetra hasta las raicillas de cada brizna de césped”.
Pablo define el propósito de este bautismo en la frase “en un solo cuerpo”. Todos somos bautizados (sumergidos, sedientos, regados) en el mismo Espíritu con la finalidad de nuestra formación o de llegar a ser un solo cuerpo. Esto descarta la interpretación elitista, en el sentido de que el bautismo con el Espíritu Santo es la experiencia de unos cuantos. Todos los creyentes son miembros de un solo cuerpo y como tales todos son bautizados, todos son remojados en el mismo Espíritu. Igualmente todos tienen dones espirituales, los cuales son esenciales para el funcionamiento adecuado del cuerpo, de tal modo que nadie se sienta inferior y sobre todo que nadie se sienta sobrante.
El argumento según el cual es posible ser regenerado y no poseer el bautismo en el Espíritu Santo es difícil de sustentar en el nivel teológico y exegético. Todos los cristianos están unidos a Cristo. Sugerir que esto puede ser así, sin una correspondiente unión con el Espíritu, sería separar estas dos personas en una manera que es muy inconsistente con la teología trinitaria histórica. El Hijo y el Espíritu son, con el Padre, un solo Dios. Tan estrecha es la unión, que cada una está en la otra (Juan 14:10), de tal manera que la misión del Consolador es igual a la misión del Hijo (Juan 14:18), e incluso Pablo puede decir, “El Señor (Jesucristo) es el Espíritu” (2 Cor. 3:17).
Estar completamente en el Hijo es estar completamente en el Espíritu. Tener a Cristo morando en nuestro corazón por fe, es simultáneamente tener el Espíritu en el interior y ser lleno con toda la plenitud de Dios (Ef. 3:16-19).
Lo que enseña el Nuevo Testamento acerca de la fe
La fe salva, por lo que es inadmisible confinarla a la regeneración y conversión, excluyendo el don del Espíritu. El Espíritu es el don indecible (2 Cor. 9:15). El es pre-eminente promesa del Padre (Hch. 1:4) y el sello invariable de nuestra filiación (Ef.1:13). Participando de la experiencia de Cristo, el Espíritu Santo es el clímax de la bendición apostólica (2 Cor.13:14). Incluso según el Antiguo Testamento, la salvación no podía definirse aparte de recibir el Espíritu, “Pondré mi Espíritu dentro de ti, y haré que andéis en mis estatutos” (Ezq.36:27).
Pero el Nuevo Testamento no solo insiste que el bautismo en el Espíritu es parte de la salvación misma, sino que también afirma explícitamente que la fe y el don del Espíritu están inseparablemente conectados. Esto aparece claramente en la pegunta retórica de Pablo en Gálatas 3:2, “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de ley o por el oír con fe?” Pablo enseña la misma doctrina en Efesios 1:13, “En El también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en El fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Todo lo que hicieron los Efesios fue creer, y habiéndolo hecho, fueron sellados. Gálatas 3:14 es mucho más claro todavía. Recibimos la promesa del Espíritu mediante la Fe.
El servicio cristiano
Con la enseñanza del Nuevo Testamento acerca del servicio cristiano es realmente imposible reconciliar la noción de que algunos cristianos no poseen la plenitud del Espíritu. Torrey intenta distinguir entre ser salvo y estar listo para servir y se permite la sorprendente afirmación, “Ahora bien, si el hombre es regenerado entonces es salvo. Si tiene que morir irá al cielo. Pero aunque sea salvo, aún no está en condiciones para el servicio de Dios”. Esto hace tal violencia a la teología del Nuevo Testamento, que uno no puede, sino suspirar de asombro. Ser redimidos del pecado implica llegar a ser a la vez siervos de la justicia (Rom. 6:18), llevando el fruto del Espíritu en una vida caracterizada por el amor, el gozo, la paz y todas las otras excelencias (Gal. 5:22s).
Pedro es igualmente explícito, ¿Cómo puede ser posible la idea de un salvo que no sea apto para servir en 1 Pedro 2:9? “Vosotros sois una generación escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo especial, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. El pasaje de 1 Pedro nos recuerda que el testimonio cristiano tiene un lugar especial entre todas las formas de servicio que se espera de los cristianos. Tenemos que permanecer firmes en nuestra profesión (Heb. 4:14) y echar mano de la palabra de vida (Fil. 2:16), y dar razón de la esperanza que está en nosotros (1 Pedro 3:15). Esto nos lleva directamente a la comisión dada a la iglesia (Hch. 1:8) “me seréis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”.
Fue precisamente para prepararlos para esto que se les dio la promesa “recibiréis poder”, y esta promesa se cumplió en el Pentecostés cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos, capacitándolos para proclamar las maravillosas obras de Dios.
Sugerir que algunos creyentes han sido dejados sin los recursos para ello, significa poner de cabeza la ética del Nuevo Testamento, es como si Dios quisiera hacer adobes sin paja.
Conclusión
¿Qué podemos concluir entonces? Que el bautismo en el Espíritu es un elemento absolutamente fundamental en la doctrina cristiana de la salvación. Que la experiencia de él es lo que inicia al hombre en la vida cristiana, de manera que, sin el bautismo en el Espíritu, de ninguna manera somos cristianos, y que haberlo tenido es haber recibido el Espíritu en su plenitud, que nos capacita para decir “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).
Leer más...
Etiquetas:
ESPÍRITU SANTO
viernes, 7 de agosto de 2009
5 Cualidades del modelo de padre que Dios quiere ver en nosotros
“Este artículo lo escribo, tomando como base un mensaje que mi pastor predicó sobre las cualidades que Dios quiere que tengamos usted y yo como padres, y las que puede ir cultivando usted también, que aún no es padre, pero que piensa serlo.
La otra perspectiva es la de ser hijos, posición que todos tenemos y que como tales, debemos aprender cual debe ser nuestro actuar desde esa posición.
Quiero compartirlo con ustedes, esperando que esta enseñanza produzca cambios profundos en su ser por medio del Espíritu Santo de Dios, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”
La generación de jóvenes de estos días es una generación que ha tenido que crecer, desarrollarse y enfrentar las adversidades de este mundo sin padres. Es una generación en donde son más los casos de hijos de madres solteras, de familias abandonadas por su padre, o de familias en donde, aún estando los padres presentes es como si estuvieran ausentes.
Estamos viviendo en los días en donde las madres han tenido que realizar los dos papeles dentro del hogar: ser madre y padre al mismo tiempo, tratando de sacar adelante a sus hijos a como dé lugar. Son tiempos en donde han crecido las estadísticas de divorcios, y los hijos son los que sufren las consecuencias de estas separaciones. Mientras que en el año 1975, en mi país, Costa Rica, la razón de divorcios por cada 100 matrimonios inscritos era de 5.3, para el año 2005 ya esa relación era de 40.
(COSTA RICA Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN)
Sistema de Indicadores sobre Desarrollo Sostenible (SIDES)
http://www.mideplan.go.cr/sides/social/08-01.htm)
El dato actualizado con que contamos hoy es el de 2008, el cual se detalla a continuación:
San José, (elpais.cr) - Alrededor de diez mil 351 parejas se divorciaron en Costa Rica durante el 2008, lo que registró una disminución de 5% respecto al 2007, informó la Oficina de Inscripciones del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), divulgado el jueves.
A pesar de esta disminución, lo cierto es que en el 2005 la cantidad de divorcios había sido de nueve mil ochocientos ochenta y siete (9,887), lo que refleja que si habíamos venido en aumento.
Toda esta problemática genera en el corazón de los hijos distintos sentimientos y emociones como lo son: el odio, el rencor, la rebeldía, el enojo, la desobediencia, la apatía, y otros más, hacia los padres. Pero Dios nos ha dejado una hermosa promesa en el libro de Malaquías en su capítulo 4 verso 6: “El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres…,”
En estos tiempos tan difíciles que vivimos, solo DIOS puede hacer este milagro de traer un nuevo avivamiento en el corazón de los padres y en el corazón de los hijos. Pero usted y yo podemos hacer algo mientras tanto, y es el de aprender a actuar como los padres que Dios quiere que seamos.
Vamos a buscar 5 cualidades de este tipo de padre que Dios quiere que seamos a la luz de la Palabra en el Evangelio de Lucas capítulo 15. Esta historia que Jesús contó, es una historia muy famosa y conocida por mucha gente. El problema es que siempre nos la han enseñado desde la perspectiva del “hijo prodigo” y muy pocas veces o nunca nos la han enseñado desde la perspectiva del “padre del hijo pródigo” La historia tiene tres personajes: un padre y dos hijos, uno que se va y uno que se queda.”
La historia dice así:
15:11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
15:12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
15:13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
15:14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15:15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
15:16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
15:17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
15:18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
15:19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
15:20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
15:21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
15:22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
15:23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
15:24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
I. La primera cualidad que vamos a aprender es la de ser justos.
Si leemos el verso 1 y 2, nos damos cuenta de que este padre tenía dos hijos y que fue el menor de ellos el que vino a pedirle la parte de su herencia; sin embargo en el verso 2 vemos como el padre movido por las intensiones del menor les reparte la heredad por igual a los dos. El reparte la heredad por igual a los dos porque su corazón de padre es justo y no tiene preferencias.
Así es Dios como Padre, El no hace acepción de personas. No importa mi condición actual, el me ama así, desde antes de la fundación del mundo. Por su naturaleza, El nos ama porque es Dios.
En la vida de las familias actuales es tan común encontrar preferencias de los padres hacia ciertos hijos. Pareciera que siempre tiene que haber un hijo que es el “patito feo” de la casa. Mientras los demás (o el otro) son los inteligentes, los educados, los bonitos, este otro es el “tonto”, el desobediente, el “feo”, etc. Y ese niño crece con todo ese rechazo en su corazón. ¿Qué creen que va a sembrar en sus hijos cuando los tenga? Y así va de generación en generación, hasta que ese ciclo se puede romper, por un hombre o una mujer que le cree a Dios y toma la decisión de cortar con esa maldición en sus vidas.
Tenemos que ser justos con nuestros hijos, con todos los que tengamos, no con el primero, ni el último, ni con unos sí y con otros no, es con todos por igual. Hay hombres que rechazan a sus hijas porque lo que ellos quieren es a su hijo varón, quien le va a sustituir en la genealogía. Y hasta culpan a la mujer por no darle un hijo, pareciera que se les olvida que en el momento de la concepción, el que determina cual es el sexo del hijo es precisamente el varón. Pero en su ignorancia y machismo se comportan como energúmenos y traen hijos (hijas) a este mundo, los cuales desde antes de nacer ya han sido rechazados.
Y si en algún momento pueden engendrar al hijo esperado, vuelven toda su atención hacia esa criatura y se olvidan de todo lo demás. El corazón de estos hijos rechazados va a estar siempre lejos del corazón de sus padres.
II. La segunda cualidad que encontramos en esta historia es la de ser respetuosos. El hijo menor en su ignorancia e irrespeto pide su heredad y el padre sabe que él la va a usar para mal, pero le respeta esa libertad de decisión y le entrega la parte que le corresponde sin decirle nada.
Cuantas veces como padres enfrentamos a nuestros hijos para imponerles lo que nosotros queremos, y lo hacemos por imposición, no por común acuerdo. Esta forma de actuar crea resentimientos en ellos, ya que consideran que sus opiniones no sirven y esto crea separación. Pareciera que se nos olvida que Dios, como Padre nuestro que es, estuvo muchos años esperando que le abriéramos la puerta de nuestro corazón, sin forzar absolutamente nada. El, en su potestad pudo habernos impuesto la salvación desde el momento en que lo hubiera decidido; sin embargo, El esperó, respetuosamente, hasta el día que le abrimos. Continuamente estuvo tocando a la puerta: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo(Apoc. 3:20)
¿Cuántas veces ha tomado decisiones erróneas en su vida como padre? Si usted es como yo, y como el resto de personas, seguro que varias o muchas. Pero Dios nunca ha enviado un ángel a decirnos: “Alto!! No haga eso, es incorrecto!!” El siempre nos ha dejado actuar en nuestro libre albedrío. Y esta es la forma en la que hemos ido aprendiendo: a prueba y error.
III. La tercera cualidad que encontramos en esta historia es la de ser pacientes.
Este padre esperó a su hijo hasta que éste volvió, no lo fue a buscar, ni envió por él. Es muy probable que hayan pasado años antes de que el hijo volviera en sí. La historia cuenta que el estuvo malgastando sus bienes hasta que se quedó sin nada y empezó a faltarle. Además, estuvo algún tiempo trabajando en una hacienda apacentando cerdos. Esto nos indica que tiene que haber transcurrido un tiempo considerable entre su salida de la casa y el haberse gastado toda su heredad.
Como padres, ¡cómo nos falta tener paciencia con nuestros hijos! Por cualquier cosa nos impacientamos y descargamos en ellos toda nuestra frustración, nuestras molestias, nuestra aflicción. ¡Claro! Ellos no se pueden defender.
Al no ser pacientes, entramos en muchos momentos de cólera, de ira, de enojo, y esto lo van viendo nuestros hijos, hasta el punto en que nos convertimos en el “ogro” de la casa. Cuando esto sucede ya el corazón de nuestros hijos está lejos de nosotros y se ha cortado la relación padre-hijo que se debe dar.
Debemos ser pacientes en todo momento: cuando se enferman, cuando están aprendiendo a hablar, cuando están aprendiendo a caminar, cuando tenemos que ayudarles en sus primeras tareas de la escuela, cuando no salgan con el 100 que les pedimos en el examen, cuando sean tan activos que no paren de jugar y de gritar, cuando rieguen el refresco almorzando, cuando no puedan dormir y se pasen de cama, cuando quieran salir a jugar con sus “amiguitos” al parque, cuando no quieran prestarle el juguete al vecinito, cuando se duerman en la fiesta y tengamos que darles toda nuestra atención, cuando empiecen a tener “novias”, cuando quieran manejar el carro, cuando no salgan tan bien como deseamos en el colegio.
Y, ¿qué les parece cuando los tenemos que enviar a la universidad? Cuando no quieran estudiar la carrera que nosotros deseamos, y se empiecen a vestir como no nos gusta y escojan como novia a la que no queremos.
En fin, la paciencia es buena, practiquémosla. Romanos 5:3-5 me enseña: “3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
IV. La cuarta cualidad que encontramos en esta historia es la de ser esperanzados.
La historia nos enseña en el verso 20 que el padre vio venir a su hijo a lo lejos. Esto nos dice que, aunque nunca fue por él, ni envió a nadie a buscarlo, esperaba su regreso todos los días en el corredor de su casa. El padre siempre tuvo esperanza en que su hijo iba a volver con él. No sabemos cuánto tiempo estuvo el hijo afuera, pero tiene que haber sido bastante tiempo, como para haberse gastado toda su heredad. Todo este tiempo, el padre guardó esperanza en que, un día, lo iba ver venir a lo lejos.
La prueba produce esperanza, esa esperanza de que aunque hoy veamos a nuestros hijos diferentes a los que nos gustaría ver, esta prueba nos tiene que mantener con la esperanza de que si actuamos como los padres que Dios quiere, el resultado lo vamos a ver. Aunque tarde, cada día que pase nuestra esperanza se acercará aún más al día esperado.
Dios nos esperó de una manera justa, con respeto, con paciencia y con esperanza.
V. La quinta cualidad que encontramos en esta historia es la de ser generosos.
El hijo venía pidiendo misericordia, perdón, ser como uno de los jornaleros. Pero el padre lo abraza, lo besa y comienza a bendecirlo y a honrarlo. Así es nuestro padre Dios, nosotros venimos a Él pidiéndole perdón, en una señal digna de arrepentimiento, sabiendo que no merecemos nada de eso, y Él nos abraza, nos besa, nos adopta, nos da heredad, nos convierte en sacerdotes, en templo de su Espíritu Santo y nos bendice con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo Jesús.
Todavía está usted lejos de la casa, lejos de su padre? Dios está esperando que usted vuelva en sí y comience a caminar hacia él. Nuestro Padre Dios le ha estado esperando en toda justicia, de una forma respetuosa, con mucha paciencia y esperanzado en que le va a ver venir, porque Él es tan generoso que nos ha dado lo más valioso de sí, a Su Hijo Amado Jesucristo, y quiere bendecirte con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo Jesús.
Camine hacia el Padre hoy, El le está esperando con el mejor vestido, no importa si usted viene harapiento. Él le va a poner un anillo en la mano y le va a calzar los pies, no importa si usted viene sucio. Va a matar el mejor becerro y hará una fiesta en tu honor, aunque no te creas digno. Porque estabas muerto y has revivido, te habías perdido y has sido hallado. Y nuestro Padre Dios se va a regocijar con todo el cielo de tu llegada.
¡!¿Qué estás esperando para volver en sí?.!!
Leer más...
La otra perspectiva es la de ser hijos, posición que todos tenemos y que como tales, debemos aprender cual debe ser nuestro actuar desde esa posición.
Quiero compartirlo con ustedes, esperando que esta enseñanza produzca cambios profundos en su ser por medio del Espíritu Santo de Dios, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”
La generación de jóvenes de estos días es una generación que ha tenido que crecer, desarrollarse y enfrentar las adversidades de este mundo sin padres. Es una generación en donde son más los casos de hijos de madres solteras, de familias abandonadas por su padre, o de familias en donde, aún estando los padres presentes es como si estuvieran ausentes.
Estamos viviendo en los días en donde las madres han tenido que realizar los dos papeles dentro del hogar: ser madre y padre al mismo tiempo, tratando de sacar adelante a sus hijos a como dé lugar. Son tiempos en donde han crecido las estadísticas de divorcios, y los hijos son los que sufren las consecuencias de estas separaciones. Mientras que en el año 1975, en mi país, Costa Rica, la razón de divorcios por cada 100 matrimonios inscritos era de 5.3, para el año 2005 ya esa relación era de 40.
(COSTA RICA Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN)
Sistema de Indicadores sobre Desarrollo Sostenible (SIDES)
http://www.mideplan.go.cr/sides/social/08-01.htm)
El dato actualizado con que contamos hoy es el de 2008, el cual se detalla a continuación:
San José, (elpais.cr) - Alrededor de diez mil 351 parejas se divorciaron en Costa Rica durante el 2008, lo que registró una disminución de 5% respecto al 2007, informó la Oficina de Inscripciones del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), divulgado el jueves.
A pesar de esta disminución, lo cierto es que en el 2005 la cantidad de divorcios había sido de nueve mil ochocientos ochenta y siete (9,887), lo que refleja que si habíamos venido en aumento.
Toda esta problemática genera en el corazón de los hijos distintos sentimientos y emociones como lo son: el odio, el rencor, la rebeldía, el enojo, la desobediencia, la apatía, y otros más, hacia los padres. Pero Dios nos ha dejado una hermosa promesa en el libro de Malaquías en su capítulo 4 verso 6: “El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres…,”
En estos tiempos tan difíciles que vivimos, solo DIOS puede hacer este milagro de traer un nuevo avivamiento en el corazón de los padres y en el corazón de los hijos. Pero usted y yo podemos hacer algo mientras tanto, y es el de aprender a actuar como los padres que Dios quiere que seamos.
Vamos a buscar 5 cualidades de este tipo de padre que Dios quiere que seamos a la luz de la Palabra en el Evangelio de Lucas capítulo 15. Esta historia que Jesús contó, es una historia muy famosa y conocida por mucha gente. El problema es que siempre nos la han enseñado desde la perspectiva del “hijo prodigo” y muy pocas veces o nunca nos la han enseñado desde la perspectiva del “padre del hijo pródigo” La historia tiene tres personajes: un padre y dos hijos, uno que se va y uno que se queda.”
La historia dice así:
15:11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
15:12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
15:13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
15:14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15:15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
15:16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
15:17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
15:18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
15:19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
15:20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
15:21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
15:22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
15:23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
15:24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
I. La primera cualidad que vamos a aprender es la de ser justos.
Si leemos el verso 1 y 2, nos damos cuenta de que este padre tenía dos hijos y que fue el menor de ellos el que vino a pedirle la parte de su herencia; sin embargo en el verso 2 vemos como el padre movido por las intensiones del menor les reparte la heredad por igual a los dos. El reparte la heredad por igual a los dos porque su corazón de padre es justo y no tiene preferencias.
Así es Dios como Padre, El no hace acepción de personas. No importa mi condición actual, el me ama así, desde antes de la fundación del mundo. Por su naturaleza, El nos ama porque es Dios.
En la vida de las familias actuales es tan común encontrar preferencias de los padres hacia ciertos hijos. Pareciera que siempre tiene que haber un hijo que es el “patito feo” de la casa. Mientras los demás (o el otro) son los inteligentes, los educados, los bonitos, este otro es el “tonto”, el desobediente, el “feo”, etc. Y ese niño crece con todo ese rechazo en su corazón. ¿Qué creen que va a sembrar en sus hijos cuando los tenga? Y así va de generación en generación, hasta que ese ciclo se puede romper, por un hombre o una mujer que le cree a Dios y toma la decisión de cortar con esa maldición en sus vidas.
Tenemos que ser justos con nuestros hijos, con todos los que tengamos, no con el primero, ni el último, ni con unos sí y con otros no, es con todos por igual. Hay hombres que rechazan a sus hijas porque lo que ellos quieren es a su hijo varón, quien le va a sustituir en la genealogía. Y hasta culpan a la mujer por no darle un hijo, pareciera que se les olvida que en el momento de la concepción, el que determina cual es el sexo del hijo es precisamente el varón. Pero en su ignorancia y machismo se comportan como energúmenos y traen hijos (hijas) a este mundo, los cuales desde antes de nacer ya han sido rechazados.
Y si en algún momento pueden engendrar al hijo esperado, vuelven toda su atención hacia esa criatura y se olvidan de todo lo demás. El corazón de estos hijos rechazados va a estar siempre lejos del corazón de sus padres.
II. La segunda cualidad que encontramos en esta historia es la de ser respetuosos. El hijo menor en su ignorancia e irrespeto pide su heredad y el padre sabe que él la va a usar para mal, pero le respeta esa libertad de decisión y le entrega la parte que le corresponde sin decirle nada.
Cuantas veces como padres enfrentamos a nuestros hijos para imponerles lo que nosotros queremos, y lo hacemos por imposición, no por común acuerdo. Esta forma de actuar crea resentimientos en ellos, ya que consideran que sus opiniones no sirven y esto crea separación. Pareciera que se nos olvida que Dios, como Padre nuestro que es, estuvo muchos años esperando que le abriéramos la puerta de nuestro corazón, sin forzar absolutamente nada. El, en su potestad pudo habernos impuesto la salvación desde el momento en que lo hubiera decidido; sin embargo, El esperó, respetuosamente, hasta el día que le abrimos. Continuamente estuvo tocando a la puerta: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo(Apoc. 3:20)
¿Cuántas veces ha tomado decisiones erróneas en su vida como padre? Si usted es como yo, y como el resto de personas, seguro que varias o muchas. Pero Dios nunca ha enviado un ángel a decirnos: “Alto!! No haga eso, es incorrecto!!” El siempre nos ha dejado actuar en nuestro libre albedrío. Y esta es la forma en la que hemos ido aprendiendo: a prueba y error.
III. La tercera cualidad que encontramos en esta historia es la de ser pacientes.
Este padre esperó a su hijo hasta que éste volvió, no lo fue a buscar, ni envió por él. Es muy probable que hayan pasado años antes de que el hijo volviera en sí. La historia cuenta que el estuvo malgastando sus bienes hasta que se quedó sin nada y empezó a faltarle. Además, estuvo algún tiempo trabajando en una hacienda apacentando cerdos. Esto nos indica que tiene que haber transcurrido un tiempo considerable entre su salida de la casa y el haberse gastado toda su heredad.
Como padres, ¡cómo nos falta tener paciencia con nuestros hijos! Por cualquier cosa nos impacientamos y descargamos en ellos toda nuestra frustración, nuestras molestias, nuestra aflicción. ¡Claro! Ellos no se pueden defender.
Al no ser pacientes, entramos en muchos momentos de cólera, de ira, de enojo, y esto lo van viendo nuestros hijos, hasta el punto en que nos convertimos en el “ogro” de la casa. Cuando esto sucede ya el corazón de nuestros hijos está lejos de nosotros y se ha cortado la relación padre-hijo que se debe dar.
Debemos ser pacientes en todo momento: cuando se enferman, cuando están aprendiendo a hablar, cuando están aprendiendo a caminar, cuando tenemos que ayudarles en sus primeras tareas de la escuela, cuando no salgan con el 100 que les pedimos en el examen, cuando sean tan activos que no paren de jugar y de gritar, cuando rieguen el refresco almorzando, cuando no puedan dormir y se pasen de cama, cuando quieran salir a jugar con sus “amiguitos” al parque, cuando no quieran prestarle el juguete al vecinito, cuando se duerman en la fiesta y tengamos que darles toda nuestra atención, cuando empiecen a tener “novias”, cuando quieran manejar el carro, cuando no salgan tan bien como deseamos en el colegio.
Y, ¿qué les parece cuando los tenemos que enviar a la universidad? Cuando no quieran estudiar la carrera que nosotros deseamos, y se empiecen a vestir como no nos gusta y escojan como novia a la que no queremos.
En fin, la paciencia es buena, practiquémosla. Romanos 5:3-5 me enseña: “3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
IV. La cuarta cualidad que encontramos en esta historia es la de ser esperanzados.
La historia nos enseña en el verso 20 que el padre vio venir a su hijo a lo lejos. Esto nos dice que, aunque nunca fue por él, ni envió a nadie a buscarlo, esperaba su regreso todos los días en el corredor de su casa. El padre siempre tuvo esperanza en que su hijo iba a volver con él. No sabemos cuánto tiempo estuvo el hijo afuera, pero tiene que haber sido bastante tiempo, como para haberse gastado toda su heredad. Todo este tiempo, el padre guardó esperanza en que, un día, lo iba ver venir a lo lejos.
La prueba produce esperanza, esa esperanza de que aunque hoy veamos a nuestros hijos diferentes a los que nos gustaría ver, esta prueba nos tiene que mantener con la esperanza de que si actuamos como los padres que Dios quiere, el resultado lo vamos a ver. Aunque tarde, cada día que pase nuestra esperanza se acercará aún más al día esperado.
Dios nos esperó de una manera justa, con respeto, con paciencia y con esperanza.
V. La quinta cualidad que encontramos en esta historia es la de ser generosos.
El hijo venía pidiendo misericordia, perdón, ser como uno de los jornaleros. Pero el padre lo abraza, lo besa y comienza a bendecirlo y a honrarlo. Así es nuestro padre Dios, nosotros venimos a Él pidiéndole perdón, en una señal digna de arrepentimiento, sabiendo que no merecemos nada de eso, y Él nos abraza, nos besa, nos adopta, nos da heredad, nos convierte en sacerdotes, en templo de su Espíritu Santo y nos bendice con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo Jesús.
Todavía está usted lejos de la casa, lejos de su padre? Dios está esperando que usted vuelva en sí y comience a caminar hacia él. Nuestro Padre Dios le ha estado esperando en toda justicia, de una forma respetuosa, con mucha paciencia y esperanzado en que le va a ver venir, porque Él es tan generoso que nos ha dado lo más valioso de sí, a Su Hijo Amado Jesucristo, y quiere bendecirte con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo Jesús.
Camine hacia el Padre hoy, El le está esperando con el mejor vestido, no importa si usted viene harapiento. Él le va a poner un anillo en la mano y le va a calzar los pies, no importa si usted viene sucio. Va a matar el mejor becerro y hará una fiesta en tu honor, aunque no te creas digno. Porque estabas muerto y has revivido, te habías perdido y has sido hallado. Y nuestro Padre Dios se va a regocijar con todo el cielo de tu llegada.
¡!¿Qué estás esperando para volver en sí?.!!
Leer más...
Etiquetas:
VOLUNTAD DE DIOS
lunes, 3 de agosto de 2009
Principios establecidos por Dios en su Palabra para encontrar su voluntad
QUINTA PARTE
Principio No. 4
Dios quiere que vivamos una vida santificada
1 Tesalonisenses 4:3-6 nos enseña sobre esto: “3pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; 5no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; 6que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. 7Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. 8Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.”
En esto hay mucha tela que cortar, pero voy a comenzar haciendo una reflexión a través de una anécdota, mucha atención: “un hombre vino a un pastor por consejería y le dijo: soy un hombre cristiano, lleno del Espíritu Santo, asisto a una iglesia llena del espíritu y estoy tratando de decidir si Dios quiere que me divorcie de mi esposa para casarme con la mujer con la que estoy viviendo actualmente.
El pastor sorprendido le dice: un momento, vamos a dejar claro algo, usted, primero que todo no está lleno con el Espíritu Santo!!”
Cuando no vivimos una vida santa estamos completamente fuera de la voluntad de Dios. La santidad no es un tipo de vida para personas especiales o superdotadas, es para los creyentes y es la voluntad de Dios que vivamos en santidad. Cualquier cosa que usted haga dentro de la iglesia, sin santidad, es vano.
Y esta vida de santidad tiene tres características:
1. Abstenerse de la inmoralidad sexual: muy cerca de la autoconservación, el sexo es la fuerza más poderosa de la vida. Debemos controlar nuestra sexualidad, nuestra conducta sexual, no que ella nos controle a nosotros. La tentación sexual llega a ser el problema número uno en cuanto a vivir la vida cristiana. ¿De que se tratan los escándalos dentro del reino de Dios??? La mayoría son por conducta sexual inapropiada. Es por eso que Pablo, en su lista de 18 pecados a los que hace referencia en el libro de Gálatas, en el cap. 5: 19-21, enumera en primer lugar cuatro pecados sexuales…es que son los primeros!!!!
Hoy en día nuestra cultura humanista está saturada de inmoralidad sexual: la publicidad, las clase de educación sexual sin valores de ningún tipo, las campañas sobre “sexo seguro”, el acceso a la pornografía en Internet, las películas explícitas, las conductas de los niños y adolescentes en nuestro sistema educativo. Nuestros niños están inmersos en un mundo lleno de pecado.
Si hemos cometido errores y nos hemos equivocado con nuestras actitudes hacia al sexo. Si hemos caminado en contra de la voluntad de Dios en esta área, hoy es un muy buen día para que nos arrepintamos y le pidamos perdón a Dios y El nos va a ayudar de aquí en adelante, ¡¡¡hoy es el día!!!
Cometimos errores porque en algunos casos éramos ignorantes de la palabra de Dios y de su voluntad; y por otro lado, aún conociéndola hemos caído y hemos tomado decisiones equivocadas; pero recuerda lo que nos enseña Pedro: Dios es paciente, no es que se ha olvidado, (a Dios no se le olvida nada) es paciente y espera a que todos vengamos a arrepentimiento y que todos recibamos la salvación. Dios quiere que usted sea salvo, esa es su voluntad para con usted. ¡¡¡Hoy es tu día!!!
La voluntad para con el sexo es que éste sea bueno y sano, pero dentro del matrimonio, no lo digo yo, lo dice la Palabra y esta es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Orémosle a Dios y El nos dará las fuerzas, la fortaleza y la paciencia para esperar en el y no cometer errores en cuanto a decisiones de tipo sexual.
2. Mantenga su cuerpo en santificación y honor: Dios quiere nuestro cuerpo en santificación y honor, no en pasiones desenfrenadas como los gentiles. Dios reclama nuestros cuerpos en santificación. Somos templo del Espíritu Santo de Dios. No somos cualquier cosa. ¡¡¡Somos templo del Espíritu Santo de Dios!!!
No contristemos al espíritu con nuestras actitudes, con nuestros pensamientos, con nuestras palabras. No lo contristemos con inmoralidad sexual, con lascivias, ni con pasiones carnales. Llenemos nuestra mente con la Palabra de Dios y ésta se encargará de transformar nuestros pensamientos y de sanar nuestro corazón.
Dios quiere usarnos en el reino. A usted y a mí. Pero para esto requiere que estemos limpios. Si usted va a llenar un vaso para tomar agua, cómo lo escoge: sucio o limpio??
¿Verdad que limpio? Y entre más limpio mejor…más puro y de más provecho lo que nos tomamos. ¿Verdad?? Así quiere Dios sus vasos. El busca vasos limpios en donde derramar de su Espíritu Santo y llenarlos hasta saturarlos, para que de estos vasos se puedan llenar otros.
La presencia del espíritu santo en usted en forma poderosa hace que otros se sientan atraídos y cuando vienen, esa unción los va a tocar y se van a impregnar de la unción y eso los va a conducir al Señor, a la salvación de Dios.
Pero hay que estar limpios. No puede haber inmundicias en nuestra mente o corazón. Si las hay somos vasos sucios y el Señor no nos va a usar entonces, porque El busca vasos limpios.
3. Sea honesto con los demás: no nos aprovechemos de los demás. No andemos con chismes sobre otras personas. No saquemos ventaja de una condición “x” de una persona en nuestro provecho. Nosotros, los hijos de Dios debemos de ser diferentes.
Dios exige que digamos siempre la verdad, no existen las mentiras piadosas, ni las medias verdades, hay mentiras y hay verdades. Dios quiere que actuemos siempre en la verdad.
Dios quiere que me interese por los demás. Si vemos a alguien decaído, seamos para él un soporte y oremos juntos para que Dios tenga misericordia de esa persona. Lo que pasa es que muchas veces alguien llega buscando apoyo y rapidito nos apartamos porque nos da miedo que nos pida plata prestada. Nos interesa más nuestra plata que la condición de un hermano o hermana; o de un vecino o pariente inconverso.
Si usted no tiene dinero dígaselo pero ore con el para que el Señor supla conforme a la necesidad de esa persona. Ayúdele, esté con el o ella. Jesús dijo que lo que se requería es que hayan dos o más reunidos en su nombre y El estará ahí. Dos es lo mínimo. No lo dejemos solos. Y si usted tiene la plata, mi hermano, mi hermana, ayude, despójese, usted no sabe lo que le puede estar esperando en la esquina. Recuerde Dios está continuamente como un alfarero moldeándonos y estas cosas no le gustan al Señor.
Jesús dijo que en donde esta nuestro tesoro ahí está nuestro corazón. No deje que su tesoro sea el dinero. De esta forma usted le cierra las puertas a la bendición.
Y no estoy hablando de esa gente que siempre anda tratando de sacarle la plata a uno con cara de tristeza y un montón de mentiras; no, yo hablo de personas que usted y yo conocemos que realmente están pasando por una situación muy difícil y que requieren de nuestra ayuda. Eso es lo que quiere el Señor!!!!
No nos hagamos los desentendidos, preocupémonos por las personas que están cerca de nosotros.
Saben por que yo soy una persona muy desprendida, de acuerdo a mis posibilidades, claro está!! Porque yo he tenido temporadas malas, muy malas; pero Dios siempre tuvo gente cerca de mi para que me ayudaran y yo pudiera salir adelante y eso a mi no se me va a olvidar nunca. Por eso, cada vez que yo le puedo ayudar a alguien, con lo que sea, lo hago y disfruto haciéndolo, porque yo se que eso son tesoros que yo acumulo en el cielo y de eso se trata al final de cuentas.
Preocúpese por la gente…Dios quiere que usted lo haga, está dentro de su voluntad para nuestras vidas.
Leer más...
Principio No. 4
Dios quiere que vivamos una vida santificada
1 Tesalonisenses 4:3-6 nos enseña sobre esto: “3pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; 5no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; 6que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. 7Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. 8Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.”
En esto hay mucha tela que cortar, pero voy a comenzar haciendo una reflexión a través de una anécdota, mucha atención: “un hombre vino a un pastor por consejería y le dijo: soy un hombre cristiano, lleno del Espíritu Santo, asisto a una iglesia llena del espíritu y estoy tratando de decidir si Dios quiere que me divorcie de mi esposa para casarme con la mujer con la que estoy viviendo actualmente.
El pastor sorprendido le dice: un momento, vamos a dejar claro algo, usted, primero que todo no está lleno con el Espíritu Santo!!”
Cuando no vivimos una vida santa estamos completamente fuera de la voluntad de Dios. La santidad no es un tipo de vida para personas especiales o superdotadas, es para los creyentes y es la voluntad de Dios que vivamos en santidad. Cualquier cosa que usted haga dentro de la iglesia, sin santidad, es vano.
Y esta vida de santidad tiene tres características:
1. Abstenerse de la inmoralidad sexual: muy cerca de la autoconservación, el sexo es la fuerza más poderosa de la vida. Debemos controlar nuestra sexualidad, nuestra conducta sexual, no que ella nos controle a nosotros. La tentación sexual llega a ser el problema número uno en cuanto a vivir la vida cristiana. ¿De que se tratan los escándalos dentro del reino de Dios??? La mayoría son por conducta sexual inapropiada. Es por eso que Pablo, en su lista de 18 pecados a los que hace referencia en el libro de Gálatas, en el cap. 5: 19-21, enumera en primer lugar cuatro pecados sexuales…es que son los primeros!!!!
Hoy en día nuestra cultura humanista está saturada de inmoralidad sexual: la publicidad, las clase de educación sexual sin valores de ningún tipo, las campañas sobre “sexo seguro”, el acceso a la pornografía en Internet, las películas explícitas, las conductas de los niños y adolescentes en nuestro sistema educativo. Nuestros niños están inmersos en un mundo lleno de pecado.
Si hemos cometido errores y nos hemos equivocado con nuestras actitudes hacia al sexo. Si hemos caminado en contra de la voluntad de Dios en esta área, hoy es un muy buen día para que nos arrepintamos y le pidamos perdón a Dios y El nos va a ayudar de aquí en adelante, ¡¡¡hoy es el día!!!
Cometimos errores porque en algunos casos éramos ignorantes de la palabra de Dios y de su voluntad; y por otro lado, aún conociéndola hemos caído y hemos tomado decisiones equivocadas; pero recuerda lo que nos enseña Pedro: Dios es paciente, no es que se ha olvidado, (a Dios no se le olvida nada) es paciente y espera a que todos vengamos a arrepentimiento y que todos recibamos la salvación. Dios quiere que usted sea salvo, esa es su voluntad para con usted. ¡¡¡Hoy es tu día!!!
La voluntad para con el sexo es que éste sea bueno y sano, pero dentro del matrimonio, no lo digo yo, lo dice la Palabra y esta es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Orémosle a Dios y El nos dará las fuerzas, la fortaleza y la paciencia para esperar en el y no cometer errores en cuanto a decisiones de tipo sexual.
2. Mantenga su cuerpo en santificación y honor: Dios quiere nuestro cuerpo en santificación y honor, no en pasiones desenfrenadas como los gentiles. Dios reclama nuestros cuerpos en santificación. Somos templo del Espíritu Santo de Dios. No somos cualquier cosa. ¡¡¡Somos templo del Espíritu Santo de Dios!!!
No contristemos al espíritu con nuestras actitudes, con nuestros pensamientos, con nuestras palabras. No lo contristemos con inmoralidad sexual, con lascivias, ni con pasiones carnales. Llenemos nuestra mente con la Palabra de Dios y ésta se encargará de transformar nuestros pensamientos y de sanar nuestro corazón.
Dios quiere usarnos en el reino. A usted y a mí. Pero para esto requiere que estemos limpios. Si usted va a llenar un vaso para tomar agua, cómo lo escoge: sucio o limpio??
¿Verdad que limpio? Y entre más limpio mejor…más puro y de más provecho lo que nos tomamos. ¿Verdad?? Así quiere Dios sus vasos. El busca vasos limpios en donde derramar de su Espíritu Santo y llenarlos hasta saturarlos, para que de estos vasos se puedan llenar otros.
La presencia del espíritu santo en usted en forma poderosa hace que otros se sientan atraídos y cuando vienen, esa unción los va a tocar y se van a impregnar de la unción y eso los va a conducir al Señor, a la salvación de Dios.
Pero hay que estar limpios. No puede haber inmundicias en nuestra mente o corazón. Si las hay somos vasos sucios y el Señor no nos va a usar entonces, porque El busca vasos limpios.
3. Sea honesto con los demás: no nos aprovechemos de los demás. No andemos con chismes sobre otras personas. No saquemos ventaja de una condición “x” de una persona en nuestro provecho. Nosotros, los hijos de Dios debemos de ser diferentes.
Dios exige que digamos siempre la verdad, no existen las mentiras piadosas, ni las medias verdades, hay mentiras y hay verdades. Dios quiere que actuemos siempre en la verdad.
Dios quiere que me interese por los demás. Si vemos a alguien decaído, seamos para él un soporte y oremos juntos para que Dios tenga misericordia de esa persona. Lo que pasa es que muchas veces alguien llega buscando apoyo y rapidito nos apartamos porque nos da miedo que nos pida plata prestada. Nos interesa más nuestra plata que la condición de un hermano o hermana; o de un vecino o pariente inconverso.
Si usted no tiene dinero dígaselo pero ore con el para que el Señor supla conforme a la necesidad de esa persona. Ayúdele, esté con el o ella. Jesús dijo que lo que se requería es que hayan dos o más reunidos en su nombre y El estará ahí. Dos es lo mínimo. No lo dejemos solos. Y si usted tiene la plata, mi hermano, mi hermana, ayude, despójese, usted no sabe lo que le puede estar esperando en la esquina. Recuerde Dios está continuamente como un alfarero moldeándonos y estas cosas no le gustan al Señor.
Jesús dijo que en donde esta nuestro tesoro ahí está nuestro corazón. No deje que su tesoro sea el dinero. De esta forma usted le cierra las puertas a la bendición.
Y no estoy hablando de esa gente que siempre anda tratando de sacarle la plata a uno con cara de tristeza y un montón de mentiras; no, yo hablo de personas que usted y yo conocemos que realmente están pasando por una situación muy difícil y que requieren de nuestra ayuda. Eso es lo que quiere el Señor!!!!
No nos hagamos los desentendidos, preocupémonos por las personas que están cerca de nosotros.
Saben por que yo soy una persona muy desprendida, de acuerdo a mis posibilidades, claro está!! Porque yo he tenido temporadas malas, muy malas; pero Dios siempre tuvo gente cerca de mi para que me ayudaran y yo pudiera salir adelante y eso a mi no se me va a olvidar nunca. Por eso, cada vez que yo le puedo ayudar a alguien, con lo que sea, lo hago y disfruto haciéndolo, porque yo se que eso son tesoros que yo acumulo en el cielo y de eso se trata al final de cuentas.
Preocúpese por la gente…Dios quiere que usted lo haga, está dentro de su voluntad para nuestras vidas.
Leer más...
Etiquetas:
VOLUNTAD DE DIOS
Suscribirse a:
Entradas (Atom)