viernes, 7 de agosto de 2009

5 Cualidades del modelo de padre que Dios quiere ver en nosotros

“Este artículo lo escribo, tomando como base un mensaje que mi pastor predicó sobre las cualidades que Dios quiere que tengamos usted y yo como padres, y las que puede ir cultivando usted también, que aún no es padre, pero que piensa serlo.
La otra perspectiva es la de ser hijos, posición que todos tenemos y que como tales, debemos aprender cual debe ser nuestro actuar desde esa posición.

Quiero compartirlo con ustedes, esperando que esta enseñanza produzca cambios profundos en su ser por medio del Espíritu Santo de Dios, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”

La generación de jóvenes de estos días es una generación que ha tenido que crecer, desarrollarse y enfrentar las adversidades de este mundo sin padres. Es una generación en donde son más los casos de hijos de madres solteras, de familias abandonadas por su padre, o de familias en donde, aún estando los padres presentes es como si estuvieran ausentes.

Estamos viviendo en los días en donde las madres han tenido que realizar los dos papeles dentro del hogar: ser madre y padre al mismo tiempo, tratando de sacar adelante a sus hijos a como dé lugar. Son tiempos en donde han crecido las estadísticas de divorcios, y los hijos son los que sufren las consecuencias de estas separaciones. Mientras que en el año 1975, en mi país, Costa Rica, la razón de divorcios por cada 100 matrimonios inscritos era de 5.3, para el año 2005 ya esa relación era de 40.
(COSTA RICA Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN)
Sistema de Indicadores sobre Desarrollo Sostenible (SIDES)
http://www.mideplan.go.cr/sides/social/08-01.htm)


El dato actualizado con que contamos hoy es el de 2008, el cual se detalla a continuación:
San José, (elpais.cr) - Alrededor de diez mil 351 parejas se divorciaron en Costa Rica durante el 2008, lo que registró una disminución de 5% respecto al 2007, informó la Oficina de Inscripciones del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), divulgado el jueves.
A pesar de esta disminución, lo cierto es que en el 2005 la cantidad de divorcios había sido de nueve mil ochocientos ochenta y siete (9,887), lo que refleja que si habíamos venido en aumento.
Toda esta problemática genera en el corazón de los hijos distintos sentimientos y emociones como lo son: el odio, el rencor, la rebeldía, el enojo, la desobediencia, la apatía, y otros más, hacia los padres. Pero Dios nos ha dejado una hermosa promesa en el libro de Malaquías en su capítulo 4 verso 6: “El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres…,”

En estos tiempos tan difíciles que vivimos, solo DIOS puede hacer este milagro de traer un nuevo avivamiento en el corazón de los padres y en el corazón de los hijos. Pero usted y yo podemos hacer algo mientras tanto, y es el de aprender a actuar como los padres que Dios quiere que seamos.

Vamos a buscar 5 cualidades de este tipo de padre que Dios quiere que seamos a la luz de la Palabra en el Evangelio de Lucas capítulo 15. Esta historia que Jesús contó, es una historia muy famosa y conocida por mucha gente. El problema es que siempre nos la han enseñado desde la perspectiva del “hijo prodigo” y muy pocas veces o nunca nos la han enseñado desde la perspectiva del “padre del hijo pródigo” La historia tiene tres personajes: un padre y dos hijos, uno que se va y uno que se queda.”

La historia dice así:
15:11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
15:12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
15:13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
15:14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15:15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
15:16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
15:17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
15:18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
15:19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
15:20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
15:21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
15:22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
15:23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
15:24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.


I. La primera cualidad que vamos a aprender es la de ser justos.
Si leemos el verso 1 y 2, nos damos cuenta de que este padre tenía dos hijos y que fue el menor de ellos el que vino a pedirle la parte de su herencia; sin embargo en el verso 2 vemos como el padre movido por las intensiones del menor les reparte la heredad por igual a los dos. El reparte la heredad por igual a los dos porque su corazón de padre es justo y no tiene preferencias.

Así es Dios como Padre, El no hace acepción de personas. No importa mi condición actual, el me ama así, desde antes de la fundación del mundo. Por su naturaleza, El nos ama porque es Dios.
En la vida de las familias actuales es tan común encontrar preferencias de los padres hacia ciertos hijos. Pareciera que siempre tiene que haber un hijo que es el “patito feo” de la casa. Mientras los demás (o el otro) son los inteligentes, los educados, los bonitos, este otro es el “tonto”, el desobediente, el “feo”, etc. Y ese niño crece con todo ese rechazo en su corazón. ¿Qué creen que va a sembrar en sus hijos cuando los tenga? Y así va de generación en generación, hasta que ese ciclo se puede romper, por un hombre o una mujer que le cree a Dios y toma la decisión de cortar con esa maldición en sus vidas.

Tenemos que ser justos con nuestros hijos, con todos los que tengamos, no con el primero, ni el último, ni con unos sí y con otros no, es con todos por igual. Hay hombres que rechazan a sus hijas porque lo que ellos quieren es a su hijo varón, quien le va a sustituir en la genealogía. Y hasta culpan a la mujer por no darle un hijo, pareciera que se les olvida que en el momento de la concepción, el que determina cual es el sexo del hijo es precisamente el varón. Pero en su ignorancia y machismo se comportan como energúmenos y traen hijos (hijas) a este mundo, los cuales desde antes de nacer ya han sido rechazados.

Y si en algún momento pueden engendrar al hijo esperado, vuelven toda su atención hacia esa criatura y se olvidan de todo lo demás. El corazón de estos hijos rechazados va a estar siempre lejos del corazón de sus padres.

II. La segunda cualidad que encontramos en esta historia es la de ser respetuosos. El hijo menor en su ignorancia e irrespeto pide su heredad y el padre sabe que él la va a usar para mal, pero le respeta esa libertad de decisión y le entrega la parte que le corresponde sin decirle nada.

Cuantas veces como padres enfrentamos a nuestros hijos para imponerles lo que nosotros queremos, y lo hacemos por imposición, no por común acuerdo. Esta forma de actuar crea resentimientos en ellos, ya que consideran que sus opiniones no sirven y esto crea separación. Pareciera que se nos olvida que Dios, como Padre nuestro que es, estuvo muchos años esperando que le abriéramos la puerta de nuestro corazón, sin forzar absolutamente nada. El, en su potestad pudo habernos impuesto la salvación desde el momento en que lo hubiera decidido; sin embargo, El esperó, respetuosamente, hasta el día que le abrimos. Continuamente estuvo tocando a la puerta: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo(Apoc. 3:20)

¿Cuántas veces ha tomado decisiones erróneas en su vida como padre? Si usted es como yo, y como el resto de personas, seguro que varias o muchas. Pero Dios nunca ha enviado un ángel a decirnos: “Alto!! No haga eso, es incorrecto!!” El siempre nos ha dejado actuar en nuestro libre albedrío. Y esta es la forma en la que hemos ido aprendiendo: a prueba y error.

III. La tercera cualidad que encontramos en esta historia es la de ser pacientes.
Este padre esperó a su hijo hasta que éste volvió, no lo fue a buscar, ni envió por él. Es muy probable que hayan pasado años antes de que el hijo volviera en sí. La historia cuenta que el estuvo malgastando sus bienes hasta que se quedó sin nada y empezó a faltarle. Además, estuvo algún tiempo trabajando en una hacienda apacentando cerdos. Esto nos indica que tiene que haber transcurrido un tiempo considerable entre su salida de la casa y el haberse gastado toda su heredad.

Como padres, ¡cómo nos falta tener paciencia con nuestros hijos! Por cualquier cosa nos impacientamos y descargamos en ellos toda nuestra frustración, nuestras molestias, nuestra aflicción. ¡Claro! Ellos no se pueden defender.
Al no ser pacientes, entramos en muchos momentos de cólera, de ira, de enojo, y esto lo van viendo nuestros hijos, hasta el punto en que nos convertimos en el “ogro” de la casa. Cuando esto sucede ya el corazón de nuestros hijos está lejos de nosotros y se ha cortado la relación padre-hijo que se debe dar.

Debemos ser pacientes en todo momento: cuando se enferman, cuando están aprendiendo a hablar, cuando están aprendiendo a caminar, cuando tenemos que ayudarles en sus primeras tareas de la escuela, cuando no salgan con el 100 que les pedimos en el examen, cuando sean tan activos que no paren de jugar y de gritar, cuando rieguen el refresco almorzando, cuando no puedan dormir y se pasen de cama, cuando quieran salir a jugar con sus “amiguitos” al parque, cuando no quieran prestarle el juguete al vecinito, cuando se duerman en la fiesta y tengamos que darles toda nuestra atención, cuando empiecen a tener “novias”, cuando quieran manejar el carro, cuando no salgan tan bien como deseamos en el colegio.

Y, ¿qué les parece cuando los tenemos que enviar a la universidad? Cuando no quieran estudiar la carrera que nosotros deseamos, y se empiecen a vestir como no nos gusta y escojan como novia a la que no queremos.

En fin, la paciencia es buena, practiquémosla. Romanos 5:3-5 me enseña: “3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”

IV. La cuarta cualidad que encontramos en esta historia es la de ser esperanzados.
La historia nos enseña en el verso 20 que el padre vio venir a su hijo a lo lejos. Esto nos dice que, aunque nunca fue por él, ni envió a nadie a buscarlo, esperaba su regreso todos los días en el corredor de su casa. El padre siempre tuvo esperanza en que su hijo iba a volver con él. No sabemos cuánto tiempo estuvo el hijo afuera, pero tiene que haber sido bastante tiempo, como para haberse gastado toda su heredad. Todo este tiempo, el padre guardó esperanza en que, un día, lo iba ver venir a lo lejos.

La prueba produce esperanza, esa esperanza de que aunque hoy veamos a nuestros hijos diferentes a los que nos gustaría ver, esta prueba nos tiene que mantener con la esperanza de que si actuamos como los padres que Dios quiere, el resultado lo vamos a ver. Aunque tarde, cada día que pase nuestra esperanza se acercará aún más al día esperado.
Dios nos esperó de una manera justa, con respeto, con paciencia y con esperanza.

V. La quinta cualidad que encontramos en esta historia es la de ser generosos.
El hijo venía pidiendo misericordia, perdón, ser como uno de los jornaleros. Pero el padre lo abraza, lo besa y comienza a bendecirlo y a honrarlo. Así es nuestro padre Dios, nosotros venimos a Él pidiéndole perdón, en una señal digna de arrepentimiento, sabiendo que no merecemos nada de eso, y Él nos abraza, nos besa, nos adopta, nos da heredad, nos convierte en sacerdotes, en templo de su Espíritu Santo y nos bendice con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo Jesús.

Todavía está usted lejos de la casa, lejos de su padre? Dios está esperando que usted vuelva en sí y comience a caminar hacia él. Nuestro Padre Dios le ha estado esperando en toda justicia, de una forma respetuosa, con mucha paciencia y esperanzado en que le va a ver venir, porque Él es tan generoso que nos ha dado lo más valioso de sí, a Su Hijo Amado Jesucristo, y quiere bendecirte con toda bendición en los lugares celestiales en Cristo Jesús.

Camine hacia el Padre hoy, El le está esperando con el mejor vestido, no importa si usted viene harapiento. Él le va a poner un anillo en la mano y le va a calzar los pies, no importa si usted viene sucio. Va a matar el mejor becerro y hará una fiesta en tu honor, aunque no te creas digno. Porque estabas muerto y has revivido, te habías perdido y has sido hallado. Y nuestro Padre Dios se va a regocijar con todo el cielo de tu llegada.

¡!¿Qué estás esperando para volver en sí?.!!

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