miércoles, 12 de agosto de 2009

EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU

Hasta el siglo XX los teólogos ponían muy poca atención a la frase el bautismo del Espíritu Santo. Y probablemente todo esto se debe a que esta frase precisa no se encuentra en ninguna parte del Nuevo Testamento y la idea en sí misma casi no ocurre. En efecto, solo hay tres referencias, Mateo 3:11 y pasajes paralelos, donde Juan el Bautista proclama que Cristo bautizará en el Espíritu Santo; en Hechos 1:5 donde nuestro Señor promete que sus discípulos serán bautizados en el Espíritu Santo; en 1 Cor. 12:13 donde Pablo afirma que todos los cristianos fueron bautizados en un solo Espíritu.

A pesar de las pocas referencias bíblicas directas que hay, la importancia de ésta doctrina no puede medirse por este parámetro. Bautismo en el Espíritu Santo es solo una de las varias maneras de llamar aquella experiencia de iniciación, muy importante, mediante la cual el Espíritu Santo viene a morar en el creyente, y como tal, rivaliza con la doctrina de la unión con Cristo como el único concepto más importante de la doctrina de la salvación.

La teología pentecostal enseña que es perfectamente posible que una persona haya nacido de nuevo y, sin embargo, no haya recibido el bautismo en el Espíritu Santo, y que en verdad, algunos cristianos nunca reciban esta bendición. Insiste en que regeneración y conversión son dos cosas distintas y que el bautismo es subsecuentemente a la conversión.

Uno de los más grandes defensores de este punto de vista es R. A. Torrey. El escribe lo siguiente: “El bautismo en el Espíritu Santo es la obra del Espíritu Santo distinta de y adicional a su obra de regeneración. En otras palabras, una cosa es nacer de nuevo por el Espíritu Santo, y otra el ser bautizado con el Espíritu Santo”. Ralph M. Riggs, un teólogo pentecostal contemporáneo, es igualmente enfático: “aunque todos los creyentes tienen el Espíritu Santo, sin embargo aún falta que todos los creyentes, además de tenerlo, puedan ser llenos o bautizados con el Espíritu Santo”. Antes del Pentecostés los discípulos “ya habían recibido el Espíritu Santo, pero todavía les faltaba el bautismo en el Espíritu Santo”.

Recibir, ser lleno y ser bautizado
Una gran dificultad que al instante enfrenta esta doctrina es que el idioma del Nuevo Testamento simplemente no nos permite hacer estas distinciones entre el ser bautizado en el Espíritu y el recibir el Espíritu. Estos y otros términos se usan de manera intercambiable. Por ejemplo, en Hechos 1:5, Lucas predice el día de Pentecostés como una experiencia de ser bautizado en el Espíritu. En Hechos 2:4 lo describe como una experiencia de ser llenos con el Espíritu. En Hechos 1:8 se describe la venida del Espíritu sobre ellos de la misma manera que se describe en Hechos 2:38 como recibir el Espíritu. De esta manera tenemos que concluir que, el que el Espíritu venga sobre nosotros, recibir el Espíritu, ser llenos del Espíritu y ser bautizados con el Espíritu, es una y la misma experiencia.

La manera como Lucas describe la experiencia de Cornelio y su familia es igualmente significativa. Él lo entiende como un paralelo exacto al Pentecostés (Hch. 11:5) y como el preciso cumplimiento de la promesa de nuestro Señor, “seréis bautizados en el Espíritu Santo (Hch. 11:16)”. Sin embargo, al describir este evento él no usa las frases de llenura o bautismo. El dice que el Espíritu Santo cayó sobre ellos (Hch. 10:44), y lo más significativo de todo es que en realidad ellos recibieron el Espíritu Santo (Hch. 10:47).

Con toda seguridad, es muy claro que nadie puede invocar la autoridad del Nuevo Testamento para declarar que “todos han recibido el Espíritu, pero no todos han sido bautizados, o llenos con el Espíritu”.

Todos los creyentes son bautizados en el Espíritu
Hay considerable evidencia directa en el Nuevo Testamento que indica que todos los creyentes experimentan el bautismo con el Espíritu Santo.

Para comenzar, uno de los puntos principales de la profecía de Joel 2:28-32 es la universalidad del don del Espíritu, de lo cual el Pentecostés es el cumplimiento. El Espíritu sería derramado sobre toda carne. El Espíritu no vendría sobre los eminentes sino también sobre los siervos y siervas. La narración de Lucas deja claro que esto es lo que exactamente sucedió. Todos los creyentes fueron bautizados en el Espíritu Santo (Hch. 2:4). En Hechos 1:13-26 se describe a toda la iglesia con las palabras “todos eran de una sola mente en un solo lugar” y cuando el bautismo vino, vino sobre todos ellos. En aquel momento no había un solo creyente en el mundo que quedara sin ser bautizado en el Espíritu.

La descripción de la experiencia de los 3,000 que se convirtieron mediante la predicación de Pedro ciertamente concuerda con esto. Pedro prometió que aquellos que respondían a este mensaje recibirían el don del Espíritu Santo (Hch. 2:38). Pero él no lo daba a entender como algo adicional a la experiencia básica de la salvación: “Arrepentíos y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para remisión de pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Remisión de pecados y don del Espíritu van juntos.

La misma doctrina la tenemos también en 1 Cor. 12:13, “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo”. Algunos han expresado sus reservas acerca de la relevancia de este pasaje en cuanto al bautismo en el Espíritu y han sugerido que se refiere al bautismo por el Espíritu. Es difícil entender las razones para esto, pues gramaticalmente la expresión es exactamente la misma que en Hechos 1:5.

Si Pablo hubiera querido expresar la idea de bautismo por el Espíritu entonces lo hubiese hecho sin ambigüedades, usando la preposición hupo (por) en vez de la preposición en (en). La enseñanza de Pablo es uniforme en que Cristo es el que bautiza. En Mateo 3:11, por ejemplo, Juan el Bautista dice, “El os bautizará en el Espíritu Santo”. Pedro habla de la misma manera en Hechos 2:33. El Cristo exaltado ha derramado el Espíritu Santo. La única alternativa a esto, es que algunas veces, se representa como un don del Padre (Hch.1:4). El Espíritu mismo no es el que bautiza. Somos bautizados en El, o somos bautizados con el Espíritu Santo.

Esto queda confirmado en la segunda parte de 1 Cor. 12:13, “a todos se nos dio de beber del mismo Espíritu”. T.C. Edwards señala que el significado de esta metáfora es “Como plantas somos empapados en el Espíritu. El mismo chorro riega todos los campos y penetra hasta las raicillas de cada brizna de césped”.

Pablo define el propósito de este bautismo en la frase “en un solo cuerpo”. Todos somos bautizados (sumergidos, sedientos, regados) en el mismo Espíritu con la finalidad de nuestra formación o de llegar a ser un solo cuerpo. Esto descarta la interpretación elitista, en el sentido de que el bautismo con el Espíritu Santo es la experiencia de unos cuantos. Todos los creyentes son miembros de un solo cuerpo y como tales todos son bautizados, todos son remojados en el mismo Espíritu. Igualmente todos tienen dones espirituales, los cuales son esenciales para el funcionamiento adecuado del cuerpo, de tal modo que nadie se sienta inferior y sobre todo que nadie se sienta sobrante.

El argumento según el cual es posible ser regenerado y no poseer el bautismo en el Espíritu Santo es difícil de sustentar en el nivel teológico y exegético. Todos los cristianos están unidos a Cristo. Sugerir que esto puede ser así, sin una correspondiente unión con el Espíritu, sería separar estas dos personas en una manera que es muy inconsistente con la teología trinitaria histórica. El Hijo y el Espíritu son, con el Padre, un solo Dios. Tan estrecha es la unión, que cada una está en la otra (Juan 14:10), de tal manera que la misión del Consolador es igual a la misión del Hijo (Juan 14:18), e incluso Pablo puede decir, “El Señor (Jesucristo) es el Espíritu” (2 Cor. 3:17).

Estar completamente en el Hijo es estar completamente en el Espíritu. Tener a Cristo morando en nuestro corazón por fe, es simultáneamente tener el Espíritu en el interior y ser lleno con toda la plenitud de Dios (Ef. 3:16-19).

Lo que enseña el Nuevo Testamento acerca de la fe
La fe salva, por lo que es inadmisible confinarla a la regeneración y conversión, excluyendo el don del Espíritu. El Espíritu es el don indecible (2 Cor. 9:15). El es pre-eminente promesa del Padre (Hch. 1:4) y el sello invariable de nuestra filiación (Ef.1:13). Participando de la experiencia de Cristo, el Espíritu Santo es el clímax de la bendición apostólica (2 Cor.13:14). Incluso según el Antiguo Testamento, la salvación no podía definirse aparte de recibir el Espíritu, “Pondré mi Espíritu dentro de ti, y haré que andéis en mis estatutos” (Ezq.36:27).

Pero el Nuevo Testamento no solo insiste que el bautismo en el Espíritu es parte de la salvación misma, sino que también afirma explícitamente que la fe y el don del Espíritu están inseparablemente conectados. Esto aparece claramente en la pegunta retórica de Pablo en Gálatas 3:2, “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de ley o por el oír con fe?” Pablo enseña la misma doctrina en Efesios 1:13, “En El también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en El fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Todo lo que hicieron los Efesios fue creer, y habiéndolo hecho, fueron sellados. Gálatas 3:14 es mucho más claro todavía. Recibimos la promesa del Espíritu mediante la Fe.

El servicio cristiano
Con la enseñanza del Nuevo Testamento acerca del servicio cristiano es realmente imposible reconciliar la noción de que algunos cristianos no poseen la plenitud del Espíritu. Torrey intenta distinguir entre ser salvo y estar listo para servir y se permite la sorprendente afirmación, “Ahora bien, si el hombre es regenerado entonces es salvo. Si tiene que morir irá al cielo. Pero aunque sea salvo, aún no está en condiciones para el servicio de Dios”. Esto hace tal violencia a la teología del Nuevo Testamento, que uno no puede, sino suspirar de asombro. Ser redimidos del pecado implica llegar a ser a la vez siervos de la justicia (Rom. 6:18), llevando el fruto del Espíritu en una vida caracterizada por el amor, el gozo, la paz y todas las otras excelencias (Gal. 5:22s).

Pedro es igualmente explícito, ¿Cómo puede ser posible la idea de un salvo que no sea apto para servir en 1 Pedro 2:9? “Vosotros sois una generación escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo especial, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. El pasaje de 1 Pedro nos recuerda que el testimonio cristiano tiene un lugar especial entre todas las formas de servicio que se espera de los cristianos. Tenemos que permanecer firmes en nuestra profesión (Heb. 4:14) y echar mano de la palabra de vida (Fil. 2:16), y dar razón de la esperanza que está en nosotros (1 Pedro 3:15). Esto nos lleva directamente a la comisión dada a la iglesia (Hch. 1:8) “me seréis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”.


Fue precisamente para prepararlos para esto que se les dio la promesa “recibiréis poder”, y esta promesa se cumplió en el Pentecostés cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos, capacitándolos para proclamar las maravillosas obras de Dios.
Sugerir que algunos creyentes han sido dejados sin los recursos para ello, significa poner de cabeza la ética del Nuevo Testamento, es como si Dios quisiera hacer adobes sin paja.

Conclusión
¿Qué podemos concluir entonces? Que el bautismo en el Espíritu es un elemento absolutamente fundamental en la doctrina cristiana de la salvación. Que la experiencia de él es lo que inicia al hombre en la vida cristiana, de manera que, sin el bautismo en el Espíritu, de ninguna manera somos cristianos, y que haberlo tenido es haber recibido el Espíritu en su plenitud, que nos capacita para decir “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).

1 comentario:

  1. Concluimos tambien que el bautismo es un mandamiento.
    Es una paso más de fe en nuestra vida cristiana, su proposito es decirle al mundo de manera practica y simbolica de que somos cristianos y hemos nacido de nuevo. Somos una nueva creatura, el viejo hombre muere para dar paso al nuevo.

    ResponderEliminar