martes, 28 de diciembre de 2010

A PUNTO DE RENDIRTE ¿?

Muchos cristianos hoy en día simplemente se están rindiendo. “Cristianos buenos y honestos están tan agobiados de culpabilidad y condenación que esto les está causando gran desesperación. Cuando no pueden vivir de acuerdo a sus expectativas, cuando caen de vuelta en pecado, ellos deciden rendirse…”

Un número creciente de Cristianos están al punto de quiebre. Unos cuantos Cristianos no se atreverían a entretener pensamientos de abandonar su amor por Jesús, pero en su desesperación ellos consideran rendirse y ya no seguir tratando.

Y es curioso ver y escuchar como algunos ministerios, hoy en día, continuamente, predican sólo un mensaje positivo. Según ellos, cada Cristiano está recibiendo milagros, cada uno está recibiendo respuestas instantáneas a sus oraciones; cada uno está sintiéndose bien, viviendo bien, y todo el mundo está resplandeciente y
rosado. Es bonito escuchar esta clase de prédica porque realmente deseo todas esas cosas buenas y saludables para el pueblo de Dios. Pero las cosas no son así para un gran número de Cristianos muy honestos y sinceros.

Por eso nuestros jóvenes se rinden derrotados. No pueden vivir de acuerdo a la imagen creada por la religión, de un Cristiano sin problemas, rico, exitoso, siempre pensando positivamente. Su mundo no es así de ideal; ellos viven con corazones rotos, crisis cada hora, y con problemas familiares.

El Apóstol San Pablo habló sobre los problemas: “…tribulación que nos sobrevino…fuimos abrumados en gran manera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida” (2 Corintios 1:8).

Pensamientos positivos no harán que estos problemas desaparezcan y “confesar” que estos problemas no existen realmente, no cambian nada.

¿Cuál es la cura? Hay dos absolutos que me han traído gran alivio y ayuda.

(1) Dios me ama. Él es un Padre amoroso que sólo quiere levantarnos de nuestras debilidades.

(2) Es mi fe en Él por medio de Cristo Jesús y guiado por su Santo Espíritu lo que lo complace más. El quiere que yo confíe en Él. Dios quiere ver y percibir mi confianza en Él.

El cielo no distingue entre el domingo por la mañana y el miércoles por la tarde. Dios anhela hablar con tanta claridad en el centro de trabajo como lo hace en el santuario. Anhela que lo adoremos también cuando nos sentamos en la mesa de comer y no solo cuando vamos a la mesa de la comunión. Puedes pasar días sin pensar en Él, pero no hay un momento en que Él no esté pensando en ti.

Sabiendo esto, entendemos el riguroso objetivo del Apóstol Pablo: Llevar «cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10.5). Podemos comprender por qué nos insta a «orar sin cesar» (1 Tesalonicenses 5.17), a ser «constantes en la oración» (Romanos 12.12) y a «perseverar en la oración» (Colosenses 4.2).

"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias".
(Filipenses 4:6)


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